La política de París respecto a Taiwán abre otra brecha con Berlín
Alemania contradice a Macron sobre la neutralidad europea con Taipéi
Las declaraciones de Emmanuel Macron, exigiendo que Europa no se ponga del lado de EE.UU. en el conflicto de Taiwán, provocaron ayer una nueva brecha en el ya deteriorado eje franco-alemán. Macron declaró el domingo a ‘Les Echos’ que Europa debería seguir su propia estrategia y que «nuestra prioridad no puede ser ajustarnos a la agenda de otros en todas las regiones del mundo». En coincidencia con su visita a China, junto a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, defendió que «Europa no debe contribuir a la escalada del conflicto, sino buscar su propia posición como el tercer polo entre EE. UU. y China». Europa debe «despertar», dijo el mandatario, pero lo que sus palabras han despertado ha sido una oleada de críticas desde numerosos partidos políticos alemanes.
El experto en política exterior de la conservadora CDU, Norbert Röttgen, escribió en Twitter que «Macron ha logrado convertir su viaje a China en un golpe de relaciones públicas para el presidente chino, Xi Jinping, y un desastre de política exterior para Europa. Un ataque a Taiwán se vuelve más probable cuanto más cree Xi que Europa se mantendrá neutral en tal conflicto». Röttgen cree que el comportamiento de Macron
puede deberse a los intereses económicos de las empresas francesas.
Durante su visita a China, Macron también abogó por un relanzamiento de las relaciones económicas francochinas y se firmaron numerosos contratos comerciales. Esa misma sospecha albergan varios miembros de los partidos que forman la ‘coalición semáforo’, en la que el canciller, Olaf Scholz, gobierna con liberales y verdes.
El experto en política exterior Metin Hakverdi, desde el Partido Socialdemócrata (SPD), calificó como «un grave error» que Occidente se muestre dividido ante Pekín. «Eso debilita nuestra comunidad occidental de valores», lamentó Hakverdi, «cuando se trata de China, Occidente, es decir, Europa y EE.UU., siempre deben tratar de actuar juntos, no divididos». Bijan Djir-Sarai, secretario general del FDP (liberales), declaró que la posición de Macron no es una estrategia inteligente para Europa. «Vivimos en un mundo peligroso. Por lo tanto, EE.UU. y Europa deberían trabajar en estrecha colaboración», dijo.
Ulrich Reitz, analista de ‘Focus’, consideró sin embargo que estas críticas son solamente «lágrimas de cocodrilo» y recordó que «Berlín está firmemente comprometida con la política de una sola China de Pekín y Olaf Scholz no piensa diferente a Angela Merkel, Gerhard Schröder o Helmut Kohl, sencillamente porque China continental es demasiado grande e importante para la economía de Alemania. Incluso bajo esta coalición progresista, que supuestamente quiere mejorar el mundo, lo que siempre se ha aplicado es: las ganancias primero, los valores después».
Cuestión candente
El estatus de Taiwán es uno de los principales puntos de discordia entre EE.UU. y China. Los observadores no descartan que China tome medidas en un futuro próximo para incorporar a Taiwán de forma definitiva a su territorio. Incluso un informe interno del Ministerio de Economía alemán, destinado a orientar el comercio con este país, baraja una posible anexión de Taiwán no más allá de 2027.
Senadores estadounidenses como el republicano de Florida, Marco Rubio, ya han amenazado con que si Europa no quiere apoyar a EE.UU. en caso de conflicto con China por Taiwán, los estadounidenses ya no tendrán que ayudar a Europa a defender la Ucrania democrática. Un portavoz de la Embajada de Francia en EE.UU. aclaró que los comentarios del presidente Macron habían sido «sobreinterpretados». «EE.UU. es nuestro aliado, con quien compartimos nuestros valores», afirmó.
La médula del desacuerdo entre Francia y Alemania es que Europa sigue estando lejos de ser una potencia mundial y carece de soberanía, sobre todo en el plano militar. No existe un ejército europeo, no hay armas nucleares con las que disuadir a Rusia y el debate sobre la extensión del escudo protector proporcionado por los misiles nucleares franceses a otros países, iniciado reiteradamente por Macron, no halla ninguna respuesta en Berlín.