ABC (Córdoba)

Maniobras militares interminab­les en Asia

Mientras Taiwán denuncia que China sigue con sus juegos de guerra, Estados Unidos y Filipinas empiezan sus mayores ejercicios militares en tres décadas

- PABLO M. DÍEZ ENVIADO ESPECIAL A LAS ISLAS MATSU (TAIWÁN)

El fin oficial de las maniobras de China en torno a Taiwán no significa que se haya acabado la tensión militar en Asia. Ni mucho menos, ya que el Ministerio de Defensa taiwanés denunció ayer que, pese a la conclusión el lunes de los ejercicios militares ‘Afilada espada conjunta’, detectó entre las seis y las once de la mañana nueve barcos y 26 aviones chinos. Siguiendo con las provocacio­nes, 14 de ellos entraron en la zona de identifica­ción aérea taiwanesa y algunos cruzaron la línea no oficial que divide el estrecho de Formosa. Entre ellos, hubo cazas J-10, J16 y Su-20, así como aviones de alerta temprana K-200.

Además, nada más acabar estos juegos de guerra lanzados el fin de semana por el régimen de Pekín, ayer empezaron otras maniobras entre Estados Unidos y Filipinas que son las mayores en más de tres décadas. Denominada­s

‘Balikatan’, que significa ‘hombro con hombro’ en tagalo, movilizará­n a 17.000 soldados, más del doble que el año pasado, e incluirán disparos con fuego real en el mar del Sur de China. Dicha zona es una de las más calientes del planeta por las disputas territoria­les que enfrentan a varios de sus países ribereños, empezando por China, que reclama prácticame­nte su totalidad, y siguiendo por Filipinas, Vietnam, Malasia y Taiwán.

Primera línea del frente

Más al norte, y a solo diez kilómetros de la costa china, las islas taiwanesas de Matsu también continúan con su particular ajetreo militar tras las maniobras de los últimos días, con las que Pekín ha protestado contra la visita a EE.UU. de la presidenta Tsai Ing-wen ensayando un bloqueo aéreo y marítimo. «Espera la lucha con un arma», reza un enorme mural blanco con cuatro caracteres en rojo al llegar en barco a la isla de Nangan, la mayor del archipiéla­go, desde la vecina Beigan. Justo debajo, una estatua del dictador

Chiang Kai-shek, quien huyó a Taiwán tras perder la guerra civil contra Mao en 1949, nos da la bienvenida a esta primera línea del frente con China.

Como si el tiempo no hubiera pasado desde entonces, la tensión bélica es constante y la presencia militar omnipresen­te. En la playa del templo de Matsu, la diosa china del mar, un pelotón de soldados de reemplazo descarga de cinco lanchas de desembarco materiales de hierro y chapa. Bajo su imponente estatua blanca de 29 metros, que se alza sobre las frondosas montañas de la isla, los reclutas se afanan en transporta­r la pesada carga hasta varios camiones militares entre las miradas curiosas de los turistas. Ya sea en labores de vigilancia o actividade­s más mundanas, desde el transporte de mercancías hasta comer en un Seven Eleven, los soldados están por todos sitios debido a la amenaza de China.

Para neutraliza­rla en caso de que estalle un conflicto, sus costas se vigilan desde el Edificio de la Inteligenc­ia Militar, que corona los 248 metros del monte Yuntai, el más elevado de la isla. Desde allí se contempla buena parte del archipiéla­go y, al fondo, las playas de la provincia china de Fujian cuando la neblina del calor y la contaminac­ión lo permite. Construido en 1996, este recinto marrón y con pinturas de camuflaje del que sobresalen varias antenas es un puesto de observació­n. Oteando el horizonte con sus prismático­s, un soldado informa a sus superiores por radio mientras una excursión de turistas se retrata ante una piedra conmemorat­iva. A pesar de ser un supuesto centro de Inteligenc­ia, el edificio se puede visitar porque es un museo sobre la capacidad militar de China, que los visitantes pueden comprobar con paneles sobre sus barcos, aviones y hasta libros y revistas de la propaganda, pero sin tomar fotos.

Principale­s atractivos

Recordando los enfrentami­entos del pasado, cuando Mao intentó invadir Taiwán, los principale­s atractivos de la isla son los búnkeres que defienden sus playas y los túneles horadados bajo las montañas para protegerse de los bombardeos de la China comunista. Al igual que en los túneles de Kinmen, otra isla taiwanesa a solo tres kilómetros de la ciudad china de Xiamen, los soldados taiwaneses abrieron entre la roca enormes canales de hasta seis metros de profundida­d donde los barcos se resguardab­an de los ataques del continente.

Pero el valor estratégic­o de estas islas tan próximas a China no es solo una reliquia del ayer, sino una baza para el mañana en caso de guerra. Para el experto militar Si-fu Ou, del Instituto para la Investigac­ión de la Defensa y Seguridad Nacional (INDSR, en sus siglas en inglés), «Matsu y Kinmen están tan cerca de la costa china que son una avanzadill­a para avisar de una posible invasión, pero no se pueden defender y caerían pronto».

Bien distinto es el caso de otras dos pequeñas islas, Dongyin y Pescadores (Penghu), que podrían frenar un ataque lanzado por Pekín. La primera pertenece al archipiéla­go de las Matsu y se ubica al norte del estrecho de Taiwán, mientras que la segunda se halla justo en el centro. «Por su ubicación, son la puerta de entrada para una invasión china, que podría detenerse con misiles Harpoon y Himars con rangos ampliados a cien kilómetros», analiza el profesor Ou imaginando uno de los escenarios previstos para un hipotético ataque chino. Consciente de su importanci­a, el Gobierno taiwanés está reforzando ambas islas, sobre todo Dongyin. Con el fin de parar al dragón chino, hasta allí llegan armamento y soldados como si fueran otra de estas maniobras interminab­les que sacuden a Asia.

«Espera la lucha con un arma», reza un enorme mural de bienvenida a Nangan, la mayor de las islas Matsu

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// P. M. DÍEZ Soldados del Ejército taiwanés descargan materiales en las playas de Nangan, en las islas Matsu
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