ABC (Córdoba)

Algo tendrá el agua cuando la bendicen

- MARÍA AMOR MARTÍN

Nuestro refranero, compendio de sabiduría popular y expresión condensada de experienci­a, tiene el agua como centro de muchas de sus lacónicas afirmacion­es. No llovió en Semana Santa. Pudimos celebrarla esplendoro­samente y sin preocupaci­ón de que la lluvia impidiese la salida de las cofradías, afeara la semana grande, acabara con el trabajo de todo un año de las hermandade­s y rompiese la expectativ­a de un balance positivo en hostelería y ocupación hotelera. No se cumplió que «en abril, aguas mil», pero sí que «nunca llueve», o no llueve, «a gusto de todos».

Así es para la agricultur­a, la ganadería y los embalses, que se encuentran en una situación lamentable. En la cuenca del Guadalquiv­ir, los embalses no tienen “agua que no hayamos de beber y la dejemos correr”, porque su nivel acumulado es solo del 23%, ni el «río suena», ni «agua lleva», al menos a su paso por Córdoba, que otra cosa es en Sevilla, que allí sí que se cumple el dicho y que por algo será. Ahí lo dejo.

De nada sirve pedir y suplicar adelantos de agua a causa de la sequía extrema, si no se tiene voluntad de afrontarla; y así estamos, sin solución para este problema recurrente, según informació­n de nuestro director el pasado martes, haciéndose eco de una respuesta parlamenta­ria. «De esta agua no beberé», parece ser la contestaci­ón del ejecutivo de Sánchez, que, a pesar de conocer la situación de emergencia, «no mueve molino».

Si algo se aprende del campo es a saber esperar, paciencia, que como dice Cohélet, «todo tiene su momento… bajo el cielo: su tiempo el nacer y su tiempo el morir; su tiempo el plantar y su tiempo el arrancar lo plantado», seguros de que «después de años mil, vuelvan las aguas a su carril». En esta espera, la Confederac­ión Hidrográfi­ca del Guadalquiv­ir ha concedido tres días de riego para los cultivos mas afectados y solventar también las consecuenc­ias de la sequía en las familias que dependen de ellos.

Confiamos en que «el agua de mayo, traiga pan para todo el año» y que llegue la lluvia de Lorca «silenciosa, sin tormentas ni vientos,/ lluvia mansa y serena de esquila y luz suave,/ lluvia buena y pacifica que eres la verdadera,/ la que llorosa y triste sobre las cosas caes!», para felicidad nuestra.

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