ABC (Córdoba)

La muerte no es el final...

- LUCÍA CABANELAS

La muerte no avisa, improvisa. Mejor que muchos actores además, y sin los temidos ‘spoilers’. Aunque qué va a ser más terrible que desaparece­r, extinguirs­e de todo menos de la memoria, tan frágil como irreversib­le es el final de lo que sea. Sánchez Dragó colgó un tuit con su gato dos horas antes de que se anunciara su fallecimie­nto; Logan Roy metió en un brete a su hijo Roman sin anticipar que su rabia hallaría por fin la escurridiz­a paz. Murieron el mismo día, sin esperar lo que les esperaba.

Lo de ‘Succession’, claro, era más predecible. Por lo obvio del título, que traicionar­ía si lo que el marido de Joan Didion llamó el Hombre

Roto no acabara con el magnate cerrando para siempre los ojos. Lo inesperado fue cómo se ejecutó su tránsito, el tempo y, sobre todo, el momento.

El tercer capítulo de la última temporada se tituló ‘La boda de Connor’, aunque bien podría haberse llamado ‘La boda roja’. ‘Succession’, de la misma cuerda que ‘Juego de tronos’ y ‘El padrino’, entona el gorigori cuando se preparan las arras, sinónimo inevitable de tragedia, casi más que los tambores de guerra. El personaje de Brian Cox murió ni pronto ni tarde, moviendo los hilos del episodio sin ser su protagonis­ta. Tendido en el suelo, sin ocupar el plano. Como el dueño del motel del ‘voyeur’ de Gay Talese, la cámara espía, no lo sexual sino la agonía, la incertidum­bre, a la espera, sin saber qué pasa, igual que aguardan Shiv,

Kendall y Roman en un barco mientras a su padre se le escapa el último aliento en el jet privado. Les sobra el dinero, pero no hay billete que compre la vida eterna ni inteligenc­ia artificial que dicte las palabras adecuadas en un duelo. Descoloca, traumatiza. Como a Tarantino ‘Bambi’, la muerte más cruel de Disney. A los Roy la de su padre les devuelve también a la infancia, y reaccionan como niños, entre patéticos e inocentes. «Papa, papi», dice Shiv. «No puedo perdonarte. No pasa nada. Y te quiero», alega Kendall. Roman es incapaz de creérselo, al menos hasta que esté muerto «clínicamen­te hablando»: «¿Sin corazón se respira?».

‘Succession’, que reseteaba todos los giros con cada nueva entrega, que vivía del pasmo de sus finales, adelanta el final definitivo a la mitad de temporada. Nada que Hitchcock no hiciera en ‘Psicosis’, pero igual de irreversib­le. Todo empieza ahora, cuando acaba.

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