ABC (Córdoba)

«Velázquez pintó ‘La Venus del espejo’ al amor de su vida»

▶ Recrea la Roma del siglo XVII en su nueva novela, con el pintor sevillano como uno de los protagonis­tas

- JAIME G. MORA MADRID

Emilio Lara (Jaén, 1968) ha dedicado buena parte de su carrera a la divulgació­n histórica. Profesor en un instituto, ha publicado varios libros de Historia y un buen montón de artículos. Y de ahí a la novela histórica, ese género tan denostado por unos y tan querido por los lectores. «Es como la distinción entre alta y baja literatura», explica con pasión en una terraza de la plaza de Santa Bárbara, horas antes de presentar su última obra, ‘Venus en el Espejo’ (Edhasa), su quinta novela desde que en 2016 se estrenara con ‘La cofradía de la Armada Invencible’. «‘El Quijote’, que nació como una novela estrictame­nte popular y se convirtió en un ‘best seller’, desde hace mucho tiempo es el paradigma de la alta literatura. Es decir, la literatura popular puede ser alta literatura». Marguerite Yourcenar, Hilary Mantel y Umberto Eco son algunos de sus referentes. En España, Juan Eslava Galán y Arturo Pérez-Reverte.

—Decía en un artículo recienteme­nte que hay quien se la tiene jurada al cine histórico y a la novela histórica.

—¡Por envidia! Ante todo, la literatura tiene que despertar emociones. Vargas Llosa dice que a él las novelas que le calan hondo no lo captan por el intelecto, sino por las emociones. Yo estoy de acuerdo con él. Las buenas películas y la buena literatura nos marcan por los sentimient­os que son capaces de despertar entre nosotros. ¿Por qué los clásicos son clásicos? Porque radiografí­an la condición humana y la explican de forma bella. Decía lo de la envidia porque hay veces que algunos historiado­res profesiona­les, como no pueden luchar contra los molinos de viento, la toman con la novela o el cine históricos como si fueran contrincan­tes.

—Esta vez se ha desplazado a la Roma del siglo XVII, a la época de Velázquez.

—La culpa de esta novela la tiene un cuadro, un cuadro de Velázquez que estuvo perdido 300 años, que apareció hace tres y se subastó en Londres. Era un retrato de Olimpia Maidalchin­i, la cuñada del Papa Inocencio X, ‘La papisa’, porque era la gobernanta del Vaticano. Yo vi que había una historia y tenía que contarla. En aquella época los españoles decían que Italia, y Roma en particular, era un barrio de España.

—Uno de los personajes del libro es Velázquez. ¿Cómo le ha dado forma?

—Me ha costado muchísimo trabajo, porque Velázquez es un enigma dentro de la niebla. Es un tipo misterioso. No conocemos absolutame­nte ningún escrito de Velázquez. Por testimonio­s de sus contemporá­neos se sabe que era un hombre ensimismad­o, callado, tranquilo, muy leal a sus amigos. Era un hombre templado de carácter, no era vehemente, no tenía mal genio. Le gustaba mucho el teatro. De joven había actuado en diferentes obras de teatro. Le gustaban los toros. Probableme­nte fumaba. Era un tipo disfrutón de la vida y un enamorado de su trabajo. No se metía jamás en rencillas, no malmetía, no criticaba. O sea, un tipo extraño dentro del mundo artístico. Se casa muy joven con su única mujer, tiene dos hijas, tiene nietas. Alcanza el apogeo profesiona­l al servicio de Felipe

IV, que le encargó un viaje a Italia. Y ahí encontró el amor con la modelo que eligió para su famoso cuadro ‘La Venus del Espejo’.

—¿Cómo cambió a Velázquez?

—Era una mujer de 20 años, de enorme belleza, muy inteligent­e, que era pintora además. El Rey escribía reiteradam­ente al embajador de España en Roma para que urgiera a Velázquez para volver, pero él no quería. Él allí se suelta la melena. Conocemos muchos de los pasos de Velázquez en Italia, pero hay un vacío de unos seis meses que no conocemos. Por eso lo que me costó es que el personaje real, el personaje artístico, no se comiera el personaje literario. Me costó mucho trabajo penetrar en la psicología de Velázquez, cómo tenía que ser él, cómo tenía que relacionar­se con el mundo, con las personas y cómo tuvo que ser su liberación personal cuando él va a Italia, lejos del gran hermano que era la Corte de Madrid y dando rienda suelta a su sensualida­d agazapada.

—¿Qué importanci­a tiene el cuadro ‘La Venus del Espejo’?

—Es el primer desnudo de la historia de la pintura española. La Inquisició­n prohibía los desnudos, así que lo tenía que tener un noble en un gabinete particular. No podía mostrarlo, no podía enseñarlo. Y además es un cuadro que Velázquez

pinta enamorado. Es un homenaje, un recuerdo que él pinta probableme­nte al amor de su vida. Tanto es así que él hizo una copia del cuadro y lo tenía en su casa en su casa de Madrid. Está en el inventario. El cuadro, que está en la National Gallery, se convirtió en un icono porque un poco antes de la Primera Guerra Mundial una sufragista le dio siete hachazos. Casi lo destroza, porque odiaba que los hombres

se quedaran extasiados ante esa belleza de mujer. Curiosamen­te, esta sufragista luego se hizo fascista.

—¿Quién es el pintor más novelesco?

—Velázquez, junto con Goya. Goya probableme­nte sea el pintor que ha tenido una vida más novelesca y más peliculera. Tenía muchos más demonios internos. Por la sordera que tuvo, se recluyó en sí mismo. Era una persona de una mentalidad muy avanzada. Tuvo que exiliarse de España con Fernando VII. Fue una persona muy incomprend­ida en su época. Después de él va Velázquez. Y también Picasso, aunque no ha habido grandes novelas que se hayan atrevido con él. Son auténticos monstruos, son genios con unas personalid­ades tan apabullant­es que asustan un poco al escritor a la hora de abordar unas figuras de ese tipo. Son todo un reto.

—¿Cuántas novelas hay en un museo?

—Tendría que pasar desde la historia antigua hasta ahora para que todos los novelistas del mundo, en una especie de asociación, escribiera­n novelas sobre el Museo del Prado. La potencia de lo que fue la monarquía española se ve reflejada ahí, es un buen ejemplo para ver lo que significó España. La influencia cultural de España en el mundo fue enorme y se aprecia muy bien en la colección de pintura del Prado.

Género popular «Algunos historiado­res, como no pueden luchar contra los molinos de viento, la toman contra la novela histórica»

Museo del Prado «La influencia cultural de España en el mundo fue enorme y se aprecia muy bien en la colección de pintura del Prado»

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// ERNESTO AGUDO Emilio Lara, autor de ‘Venus en el Espejo’

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