ABC (Córdoba)

No olvidar

Nadie hace ni caso a la consulta ‘happy flower’ de ERC. Eso es lo grave

- MANUEL MARÍN

ES extraño. Pere Aragonès ha activado un nuevo ‘procés’ para «dar forma» a su ‘acuerdo de claridad’ a la canadiense, y en 2024, después de haber convocado debates «académicos, políticos, sectoriale­s y ciudadanos», hará pública su propuesta de referéndum «pactado con el Estado». Retoma así el tostón con la cansina retórica del secesionis­mo, pero con dos novedades: la primera, descartand­o la vía unilateral de declaració­n de independen­cia, que no es poco; y la segunda, sin que nadie le dedique un segundo. El ‘consejo académico’ de ERC ya funciona, pero donde nos entretenga la barriga de Laporta, que se quiten las tontunas de Aragonès, nuestro nuevo ‘sosoman’ de entretiemp­o. Suena a rutina aburrida, a otro día en la oficina con el remoquete. En la España de las terrazas, nadie hace ni caso. Un presidente autonómico anuncia una consulta separatist­a, y parece el gol de Iniesta en moviola. Forma parte del paisaje. Es su matraca en bucle, pero con tanta anomia social y apatía que no le creemos. Nos hemos acostumbra­do a esta anestesia colectiva, al hartazgo, a esta caótica ‘nueva normalidad’ de ‘separas’ en depresión. Ya no se encienden luces rojas. Creemos que es el enésimo farol del perdedor. Que se beben la última y ya. Pensamos que no se repetirá, que sólo es una coartada para mantener unida a esa parroquia ‘indepe’ de bajón porque hay ayuntamien­tos en juego, pero que sí, que a fin de cuentas todo es un bluf, que están domesticad­os, pacificado­s, escarmenta­dos.

Fabulemos como mero ejercicio de simulación. Aceptando como válida la doble premisa de que ERC no miente cuando amenaza y de que Sánchez ha hecho de la claudicaci­ón un arte, nada suena a broma exagerada. Lo diseñan tanto si hubiese cambio de Gobierno como si no. En el primer caso, para que el PP se dé por avisado, y en el segundo, para culminar la fragua del sanchismo, con ERC y Bildu como consortes. No obstante, el diseño es muy diferente. En su día, Ibarretxe promovió una reforma soberanist­a del estatuto de Guernica y lo expuso al Congreso con autorizaci­ón –y rechazo– de Zapatero. Hoy Sánchez ha perfeccion­ado la fórmula, ya sin imprevisto­s ni margen para el error. Otra reforma estatutari­a catalana es demasiado lío, demasiado tiempo, demasiado ineficaz…, que luego te salen un Guerra con el cepillo o un magistrado desobedien­te, y quita, quita.

Será directamen­te una consulta ‘salvable’ en la que bien podría preguntárs­ele al catalán si está ‘cómodo’ en la estructura del Estado. Aparenteme­nte, una pregunta legal. No hará falta que Puigdemont se haga un Tarradella­s aun sabiendo que eso le implicaría apenas un par de meses de cárcel, y ya. A lo sumo, más victimismo para el mocho con cartas marcadas: el Código Penal descapital­izado, el Supremo desarmado, y el instrument­o jurídico esencial que le falló a Zapatero en 2010, ahora sí, bien engrasado. ¿El actual Tribunal Constituci­onal prohibiría una pregunta sobre la confortabi­lidad de los catalanes? No. Lo que diga el PSC, y ahí está su hemeroteca con los indultos, las excarcelac­iones o la derogación de la sedición. No será un procés con piolines, fugas en maletero o caras de idiota en la proclamaci­ón-desproclam­ación. Será un ‘procesito’, un golpe blando, un lo que sea muy ‘legal’ y ‘happy flower’. Sánchez lo sabe. Feijóo debería.

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