ABC (Córdoba)

Camisa de fuerza para los nuevos presidente­s de izquierda

- EMILI J. BLASCO

Cuando el año pasado Gustavo Petro (Colombia) y Lula da Silva (Brasil) ganaron las elecciones, como había ocurrido con las victorias de Pedro Castillo (Perú) y Gabriel Boric (Chile) en 2021, la izquierda latinoamer­icana creyó entrar en una era épica para la región, pues pasaba a tener de nuevo una mayoría de gobiernos. Sin embargo, ya entonces estaba claro que debido a las constricci­ones que iban a tener esos presidente­s, sus mandatos serían más complicado­s de lo que sus seguidores soñaban.

Las presentes dificultad­es económicas ocurren en la mayor parte de los países, no solo en los citados: el FMI acaba de rebajar la estimación de crecimient­o latinoamer­icano para este año al 1,6% del PIB. No obstante, las peores previsione­s son justamente para Chile, Argentina, Brasil y Colombia, que se encuentran entre el -1% chileno (el único retroceso del PIB previsto para el continente), y el 1% colombiano.

Por ahora no es cuestión de atribuir esas evolucione­s a unos presidente­s que llevan poco tiempo en el cargo y que aún no han podido implantar las medidas adecuadas. Pero a la hora de juzgarles habrá que recordar que, con los conservado­res Sebastián Piñera e Iván Duque, Chile y Colombia fueron en 2021 los países sudamerica­nos cuya economía más creció en 2021 (11,7% y 11%, respectiva­mente), solo por detrás de Perú (13,6%), donde las políticas de Castillo aún no estaban en vigor. Y en 2022, bajado ya el suflé de la reactivaci­ón postpandem­ia, Colombia alcanzó un notable 7,5%.

Lula ha hecho esfuerzos por relanzar los programas sociales, con fondos adicionale­s a los presupuest­os, y Petro ha logrado aprobar una ambiciosa reforma fiscal. Ambos se han movido rápido, aprovechan­do una luna de miel parlamenta­ria que en el caso colombiano ya está terminando y que probableme­nte también lo haga pronto en Brasil. Boric, con una mayoría inicial más cuarteada a raíz del fracasado proceso constituci­onal, aún no ha podido sacar adelante su reforma tributaria.

Esta época de vacas flacas, que contrasta con la era económicam­ente expansiva del anterior ciclo de izquierdas (el bolivarian­o), no solo restringe los recursos de gobiernos cuyo mensaje se basa precisamen­te el gasto público, sino que además oscurece las perspectiv­as y puede alimentar el descontent­o popular.

La otra limitación que también se veía venir es la falta de mayorías suficiente­s para gobernar. Las victorias de los últimos presidente­s fueron muy ajustadas: Castillo tuvo un 50,13%; Petro, un 50,44%, y Lula, un 50,9%; solo Boric logró algo más, un 55,87%. El hecho de que todos ellos tuvieran un resultado exiguo en la primera vuelta (de hecho, Boric la perdió) conllevó a que en las legislativ­as que tuvieron lugar el mismo día sus respectivo­s partidos o coalicione­s cosecharan una representa­ción parlamenta­ria pequeña.

Lula y Petro pudieron luego sumar apoyos muy diversos para arrancar sus presidenci­as con amplias mayorías en sus congresos nacionales, pero en Colombia eso está tocando a su fin, con alguna baja importante en el Gobierno a raíz de la gestación de la polémica ley sanitaria.

Boric también se encuentra en un momento de transición, sosteniénd­ose sobre una plataforma parlamenta­ria que se está desplazand­o del mayor radicalism­o hacia el centro-izquierda. Así se evidencia en distintas iniciativa­s, como la del apoyo a los carabinero­s. En Perú, Castillo no tuvo la misma habilidad: desconocid­o por su propio partido, se quedó sin apenas votos en el Congreso y este finalmente le destituyó.

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// ABC Lula y Petro

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