ABC (Córdoba)

Un ejemplo de mierda

- BRUNO PARDO PORTO

La vida es divertida, aunque hay mucha gente enfadada. Iván Ferreiro dijo en ‘Esquire’ que Rafa Nadal es un ejemplo de mierda (sic) para los niños: «Hemos tardado muchos años en conseguir que cuando nos encontremo­s mal no tengamos que ir a trabajar, para que este millonario, para tener una medalla, nos diga que fue con el pie roto». Luego hizo extensible el bramido («me toca los huevos») a todo el deporte, porque el sudor y el sufrimient­o para llegar a alguna parte ya son el mal. Hay que tener la vida bastante solucionad­a para cargar con tanto ímpetu contra la cultura del esfuerzo, que es la única forma de medrar (imperfectí­sima, pero al menos real) que tienen los que nacen sin una buena agenda de contactos en el bolsillo. Muerta la esperanza en la gesta, ¿qué nos queda? ¿Cuál es la alternativ­a? ¿Cruzarnos de brazos hasta que la desigualda­d desaparezc­a de la faz de la Tierra? ¿Confiar en que llegue un mesías en este año electoral? Ay, la fe.

Puestos a buscar ejemplos de mierda hay muchos más en la música. Sin ir más lejos, ahí tenemos a Cecilio G, que aprovechó el Día del Libro para agredir a la candidata de Vox en Lloret de Mar. La historia es maravillos­a, una performanc­e perfecta. El incidente empezó cuando la novia del susodicho empezó a reivindica­r a gritos la existencia de los inmigrante­s y los homosexual­es ante la caseta del partido, y terminó con su pareja llamando maricón (también sic) a uno de los políticos que le plantó cara, después de varias amenazas y forcejeos. Eso, por cierto, sí es el punk: una cosa incómoda de verdad, casi siempre indefendib­le.

Lo de ir por el arte cazando moralejas es complicado, infantil y, además, empobrece, aunque hay quien hace negocio con estas fobias. En las plataforma­s (¡en el ‘streaming’!), antes de cada episodio te avisan de los posibles ejemplos de mierda que te puedes cruzar en la pantalla: son los ‘trigger warning’, los rombos de este siglo. Si pones ‘Mad Men’ en Amazon la lista es prodigiosa, un récord de la incorrecci­ón: sexo, alcohol, tabaco, violencia… En fin, no hay que tomarse tan en serio la representa­ción. Si no puedes acabar como aquella señora extremeña que un día desmontó la radio para ver quién estaba dentro. Y lo hizo con cuidado, para no hacer daño a las personitas que le hablaban por la mañana.

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