«Hemos subido un 3%, que no sufraga el aumento de costes»
En Catering Charlotte (empresa con muchas horas de vuelo en el segmento de las bodas, pues nació en 2011, y que cuenta con la Finca Huerta 28 para organizar eventos), Marta Puig, copropietaria, explica que en su negocio han notado un «descenso respecto a 2022» en la celebración de enlaces, teniendo en cuenta que «el pasado ejercicio, tras la pandemia, hubo un gran número de matrimonios».
Rememora que «2022 fue un año muy bueno, porque veníamos de muchas anulaciones en medio del Covid, con bodas que se pospusieron para ese año». El presente ejercicio, sigue Puig, lo encaran «apostando por ofrecer el mejor servicio y calidad y no por tener un gran número de eventos».
Como en otros operadores que trabajan las fiestas de los matrimonios, advierte del impacto que la subida de precios está teniendo sobre su actividad. «La inflación nos afecta de manera negativa», asegura, para luego ahondar en esta cuestión. «Hay que tener en cuenta que un catering ofrece los precios con un año, y en ocasiones con dos, de antelación [al enlace]. Y, por ejemplo, la subida de precios en la materia prima que estamos sufriendo no podemos repercutirla en contratos ya cerrados», reflexiona.
Expone que el incremento de precios de sus menús ha sido «mínimo»: «Estamos hablando de un 3%, que ni siquiera sufraga el aumento de costes que estamos teniendo tanto en la materia prima como en el aspecto laboral».
Cuando se la interroga sobre si el aumento de la inflación y la incertidumbre económica llevan a los contrayentes a buscar celebraciones más económicas, con, por ejemplo, platos más baratos, indica que «no hemos notado diferencia respecto a otros años. Las parejas siguen contratando y apostando por la calidad de nuestros menús».