ABC (Córdoba)

André Aciman, un escritor sin patria, pero con la nostalgia de Proust

▶ El autor reúne sus recuerdos y filias artísticas en ‘Homo irrealis’

- BRUNO PARDO PORTO MADRID

André Aciman, como Jep Gambardell­a, estaba destinado a la sensibilid­ad. Nació en Alejandría en 1951, pero nunca tuvo la nacionalid­ad egipcia, como tantos otros judíos. A los catorce años, su padre compró un pasaporte italiano, y el niño se fue con su madre y su hermano a Roma. Días antes del viaje, mirando por la ventana, ya sentía nostalgia por una ciudad que no había abandonado. Sentía, el crío, nostalgia por la nostalgia que iba a sentir desde otra parte, a pesar de que su hogar se había convertido «en un Estado policial antisemita» y él aún era demasiado joven para conocer el amargor de la distancia. Lo cuenta en ‘Homo irrealis’ (Alfaguara), su nuevo libro, una colección de recuerdos y obsesiones, un autorretra­to hecho con distintos espejos y paisajes: Freud, Cavafis, Rohmer, Rohmer, Rohmer, Proust… «¿Que de dónde soy? –dice Aciman al otro lado de la pantalla–. No soy egipcio, no soy italiano, no soy francés, y aunque ahora tengo la ciudadanía estadounid­ense, tampoco me siento estadounid­ense. No tengo una nacionalid­ad fija, nunca he tenido una religión fija, mis opiniones cambian a diario sobre cualquier cosa, y todo es muy inestable. Mi única estabilida­d es la escritura, que por otra parte es una búsqueda».

Aciman es un hombre que se define en su obra, en su estilo. Lo primero que publicó, y no es sorpresa, fueron unas memorias (‘Lejos de Egipto’, en 1991), y su debut en la novela lo marcó con ‘Call me by your name’ (2007), una historia de verano y bicicletas lamida por la melancolía que hizo fortuna en el cine con Luca Guadagnino detrás de las cámaras y Timothée Chalamet delante. «Supongo que si no fuera escritor sería menos nostálgico –ríe Aciman–. La escritura es algo que magnifica la nostalgia, los ritmos y la cadencia de la prosa generan más nostalgia de la que existe en la realidad». Consciente de eso, tardó mucho en regresar a su hogar, por miedo a ver las ruinas del mito que había levantado. «Sabía que me iba a llevar una decepción, pero fue tremenda. Ya no es mi ciudad. La gente a la que yo conocía está muerta o se ha ido. Y la cultura con la que me crié, una cultura colonial, ha desapareci­do por completo. No sé lo que pinto en Egipto, no tengo ninguna conexión con el país. No volveré nunca», asevera.

Siendo niño, un día se sentó a escribir un poema de un esclavo romano que había decidido fugarse. «No sé por qué, quizás acababa de ver ‘Espartaco’ –comenta entre carcajadas–. Aunque yo también escapaba de Egipto por aquel entonces, y escapaba de muchas cosas que en ese momento seguro que ni siquiera sospechaba». Ya de adolescent­e descubrió a Proust en los diarios de su padre, un fanático del francés que disfrutaba copiando los pasajes que le habían fascinado por algún motivo. Fue una revelación.

Tal vez por eso ahora Aciman escribe sobre la niebla, alargando las frases como si fueran luces, dudando a cada poco, hasta encontrar una intuición en un detalle. «Al empezar a leerlo me di cuenta de que tenía la misma sensibilid­ad que yo. De lo que no me di cuenta era de que Proust tenía la misma sensibilid­ad que todo el mundo –suelta–. Me gustaban esas oraciones que crecían y crecían y no dejaban de escarbar en la realidad… Por eso no me gusta Hemingway: me parece que es un fraude. Yo soy muy indeciso, muy dubitativo, y quiero ser así. Porque el no saber algo con certeza me permite investigar­lo, mientras que Hemingway es incapaz de investigar nada, o quizá no quiere hacerlo, porque tiene miedo de lo que va a averiguar».

 ?? // SIGRID ESTRADA ?? André Aciman
// SIGRID ESTRADA André Aciman

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain