«La guitarra española no tiene el apoyo que merece por parte del Ministerio de Cultura»
El músico ha iniciado los trámites para que la Unesco la declare Patrimonio Cultural Inmaterial
Comienza la conversación Pablo SáinzVillegas (Logroño, 1977) relatando la «vida de nómada» que ha llevado en el último año (los últimos años, en realidad): Estados Unidos, Suiza, España Australia, Polonia, Chequia... Todo en compañía, claro, de su guitarra, instrumento del que es actualmente uno de sus más importantes representantes internacionales. «Mi propósito último como músico es que la guitarra vuelva a tener ese valor y ese reconocimiento como un instrumento que es patrimonio inmaterial de España, de nuestra historia y nuestra cultura. Y que esté en catedrales de la música como el Lincoln Center de Nueva York, la Ópera de Los Ángeles o el Chicago Symphony Center es parte de ese propósito», asegura.
Actualmente se vive, dice el guitarrista, «uno de los mejores momentos históricamente en cuanto a intérpretes, por calidad y cantidad». Pero la presencia de la guitarra en los grandes auditorios no es la que había antes, cuando iba «de la mano de Andrés Segovia o Narciso Yepes. Poco a poco la guitarra ha ido desapareciendo de estos espacios». Su empeño es que tenga en España un apoyo institucional «que no tiene en estos momentos por parte del Ministerio de Cultura. En el Centro Nacional de Difusión Músical (CNDM), la guitarra ocupa una ínfima, ínfima, ínfima parte de sus trescientos o cuatrocientos conciertos anuales», recalca. Anuncia que junto a su equipo ha iniciado los trámites para lograr que la guitarra sea declarada Patrimonio Cultural Inmaterial por la Unesco, «y para eso necesito el apoyo institucional»
Probablemente sea la guitarra el instrumento más popular que existe y el que más personas tocan. ¿Puede haber perjudicado este hecho a su consideración como ‘instrumento serio’? «La guitarra, desde sus orígenes, ha sido un puente entre lo popular y lo clásico; forma parte de su esencia. Es cierto, ser tan popular y estar vinculada a tantos estilos –rock, pop, jazz, flamenco...– puede restarle identidad a la guitarra española clásica. Por otra parte, su gran valor es precisamente su enorme popularidad; es el instrumento más cercano al corazón de las personas, y hay que aprovechar ese valor para expresar la identidad de la guitarra española».
Andrés Segovia es, para Sáinz-Villegas, un ejemplo y un estímulo. «Sacó la guitarra del pueblo y la llevó a la élite, y yo quiero llevarla de la élite de la música clásica –donde afortunadamente estoy– a la gente. Tengo la oportunidad y la responsabilidad de crear puentes e invitar a nuevos públicos a la música clásica a través de un instrumento con el que muchas personas se sienten identificados. La música hará el resto».
Intimidad
«A Dios rogando y con el mazo dando», reza el refrán, y ese puente del que habla el guitarrista toma forma en su disco ‘The Blue Album’ (Sony), que se publicará en breve y en el que incluye obras de Satie, Couperin, Glass, Brouwer, Debussy, Sor, Richter o Sakamoto. Está diseñado básicamente por la discográfica pensando ya en el ‘streaming’, que es donde busca su modelo de negocio actualmente. «En la guitarra lo que más funciona son las piezas íntimas, las que la gente se puede poner de fondo. ¿Se está desvirtuando la música? No lo sé.
Finalmente, donde defiendo mi propuesta musical es en los conciertos. En los discos también, claro. Quien quiera escucharlo con atención y tener el viaje emocional que supone, lo tendrá; y aquellos que lo quieran tener de fondo mientras que están trabajando, van a tener ese disfrute también».
No parece que el repertorio de este disco apueste por algo que se ha convertido para muchos jóvenes instrumentistas –pianistas, violinistas, guitarristas...– en un fin en sí mismo: el virtuosismo. «Cuando eres estudiante, sobre todo, uno corre el riesgo de que el virtuosismo le pueda alejar de la verdad; de que le ciegue esa luz y que vaya allí como un mosquito. El virtuosismo es simplemente una herramienta para ir a un lugar mucho más profundo. Para mí, forma parte de lo que es el primer estado más primario y básico de la música, que es la técnica. Cuando eres capaz de desarrollar tu técnica al mayor nivel, eres un virtuoso técnico. Pero solo es una herramienta para alcanzar el siguiente nivel, que es la musicalidad. Y con técnica y musicalidad, puedes explorar los aspectos más profundos, personales, de tu relación con la música, que son las emociones; ése es el objetivo que yo busco como artista».
Esa búsqueda, continúa, es también la búsqueda de la excelencia. «Todo viene de la técnica, y siempre hay que cuidarla, pero es una herramienta, no un objetivo, insisto. El objetivo es trascender la técnica para que no tengas que pensar en ella, incluso para que no tengas que pensar en la música, sino en el momento de compartirla con el público, de liberarte». Y cuando eso ocurre, dice Sáinz-Villegas, «es algo maravilloso; sentir eso que llaman los flamencos el duende, esa ‘caricia divina’ que sentimos los intérpretes y que, si persigues, se esfuma. Se trata simplemente de estar en ese espacio y permitir que eso pase o no pase. Que no depende de ti muchas veces».
Tiene Pablo Sáinz-Villegas una cita muy ilusionante a partir de este fin de semana en su tierra natal. Se trata de la segunda edición de La Rioja Festival, un certamen creado por el propio guitarrista y que se desarrollará entre el 5 y el 14 de mayo. «Es un festival de experiencias. Organizamos diez conciertos y veinte experiencias en torno a ellos: gastronomía, cata de vinos, visitas guiadas a lugares histórico-artísticos de la zona o un recorrido por una parte del Camino de Santiago. Ponemos en valor todo lo que La Rioja tiene para ofrecer». La particularidad que tiene el festival es que los beneficios irán a parar a la Asociación Pablo Sáinz-Villegas para el legado de la música sin fronteras, «un proyecto social y educativo que se desarrolla todo el año en La Rioja».
Guitarra «El gran valor es su enorme popularidad; es el instrumento más cercano al corazón de las personas»