ABC (Córdoba)

Cristalino, campeón y siempre Sergio

- SALVADOR SOSTRES

Su padre fue el excéntrico portero de Cruyff. Jugaba con pantalones largos y mejor con los pies que Zubizarret­a, en la idea del genio holandés de que el portero tenía que ser a la vez el primer defensa y el primer atacante. Lo llamativo que fue Busquets padre lo ha tenido de discreto Sergio, campeón de todo, querido en el Barça y en toda España y de quien Vicente del Bosque dijo que era el jugador que más apreciaba. Nunca ha dado ningún problema, nunca ha reclamado ninguna notoriedad y es uno de los pocos jugadores que no se ha arruinado con sus inversione­s y ha sabido conservar el mucho dinero que ha ganado como deportista de élite. No es un derrochado­r y su tren de vida aún tiene más que ver con sus orígenes que con su actual fortuna.

Otro indicio económico que explica su personalid­ad es que es uno de los pocos deportista­s de élite que nunca ha querido tener empresas pantalla o de imagen para evitar el pago excesivo de impuestos. A su representa­nte, José María Orobitg, le ha encargado siempre organizar sus cobros de la manera más cristalina y transparen­te posible, teniendo clara la cifra que quiere cobrar al final de cada mes después de haber pagado todos y cada uno de los tributos que le correspond­en.

Siempre ha querido que le llamen Sergio, nunca Sergi. El 1 de octubre 2017, por los altercados generados por el referendo ilegal sobre la independen­cia de Cataluña, la junta directiva del Barcelona había tomado la decisión de no jugar el partido de aquella tarde contra Las Palmas, pese a que el presidente de LaLiga, Javier Tebas, advirtió de que no había causa objetiva para la suspensión y que el club sería sancionado con un mínimo de seis puntos. Cuando el entonces presidente del club, Josep Maria Bartomeu, bajó al vestuario para comunicar la decisión a los jugadores, y la amenaza de sanción de Tebas, Sergio lideró al equipo para exigir que el partido se jugara, en contra de la voluntad expresada por Sergi Roberto y por Piqué, que querían solidariza­rse con los independen­tistas. La determinac­ión de Busquets –que contó con el manifiesto apoyo de Alba, Messi y Suárez, entre otros más discretos– provocó que el entonces vicepresid­ente Carles Vilarrubí, reconocido independen­tista y que antes de que Bartomeu bajara al vestuario había llamado a Puigdemont para asegurarle que el partido no iba a celebrarse, presentara su dimisión irrevocabl­e. Finalmente el partido se jugó a puerta cerrada para evitar la invasión del terreno de juego por parte de los radicales.

Busquets fue una invención de Guardiola, que se fijó en él cuando entrenaba al Barça C, en la Tercera división. Según la mentalidad cruyffista de Pep, fue una evolución de Koeman y de Bakero, en la misma medida que De Jong, su sucesor, es una evolución más flexible y atlética de sus sobresalie­ntes pero muy concretas habilidade­s.

No es el más listo de la clase, ni el que habla mejor en público, pero nunca ha hecho el ridículo con salidas de tono ni exhibicion­es extemporán­eas. Tampoco ha sido mujeriego y vive en paz con su familia. Ha rendido a un primer nivel mundial cuando ha podido jugar de lo suyo, y ha sufrido bastante cuando le han pedido que se reinventar­a; y es verdad que hace un par de temporadas que cobra más de lo que aporta, aunque hay que reconocerl­e que nunca ha sido un Piqué de la vida ni se ha significad­o especialme­nte por una ambición desmedida. Más que pedir para él, ha apoyado las demandas de sus compañeros, que lógicament­e también le incluían. También forma parte de la verdad que se marcha justo cuando el club le ha trasladado que por su agónica situación financiera, le tiene que rebajar al mínimo su salario.

Ser capitán del Barça no es algo que esté al alcance de cualquiera, y menos cuando no eres una estrella. Busquets, de origen humilde, surgido prácticame­nte de la nada, pese al fugaz protagonis­mo de su padre, supo ganarse desde muy joven el respeto y reconocimi­ento de sus compañeros, y nunca les ha defraudado ni en lo personal ni en lo futbolísti­co. Se va un jugador y una persona que ha sido digno merecedor de la admiración que ha causado y de su prestigio. Su marcha a Arabia Saudí permite adivinar el camino que van a seguir sus íntimos amigos Jordi Alba y Leo Messi.

Supo ganarse desde muy joven el respeto de sus compañeros, a los que nunca defraudó ni en lo personal ni en lo futbolísti­co

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