Burócratas de la tristeza
Hay una tristeza de vecindario donde no acaba de salir el sol, aunque sí salga
La tristeza ha sido una febrícula propia de poetas o viudas, pero a mí me cunde, últimamente, como cosa y como oficio y como todo. Porque hay rachas en que pienso más en el tiempo, esa tiranía, y porque además esas rachas me emplean de burócrata, que es un menester que odio. Luego resulta que la tristeza, con sol, es más tristeza. La Administración nos obliga a los autónomos a desempeños escalofriantes, como hacer facturación, o la declaración de la renta, según un programa informático imposible, o bien a pedir cita desde el ordenador para que nunca nos den una cita. La maravilla online funciona tan bien que no funciona. Somos los burócratas de una tristeza. Y como nos descuidemos vamos a ser también la tristeza de un burócrata. No digo yo que no haya motivos para haber perdido alguna pólvora de nuestra alegría, tan españolísima, pero resulta que enseguida va a resultar mérito de arqueólogo el pillar a dos españoles contentos, y ya no digamos alegres. Hablo de los días en que no gana el Madrid, o el Barca, porque el fútbol es de nuevo nuestra vitamina de tísicos de tristeza. Nos dura un gol el alborozo o alboroto. Encima, nos caen las varietés de la campaña electoral. Hay clase media tomando menú de Cáritas, y se prometen tantos milagros de reparto inmobiliario que igual es cierto alguno. Yo ya escucho a los políticos y doy mucha credibilidad a lo que no nos dicen. Hay desafecto, y hay cabreo, dos virtudes tan carpetovetónicas, pero hay, sobre todo, una tristeza de vecindario donde no acaba de salir el sol, aunque sí salga. Tenemos pendiente una regeneración de seria excavación, en lo público, y en lo político, pero ahí está, por resolver también, el afán urgente de sacudirnos una tristeza interior, larga y contagiosa, que igual va a más. Como que la hemos aceptado por empleo fijo, incluidos los días de fiesta. En los que encima, sale el sol. Porque al sol la tristeza es directamente homicida. A ver qué programa electoral lo arregla.