ABC (Córdoba)

Los nuevos protocolos

Todos recordamos a Reagan con Gonzalón, y a Bush con Aznarín

- IGNACIO RUIZ-QUINTANO

DALMACIO Negro, el último sabio vivo que nos queda, augura para el Reino de España un futuro histórico tan oscuro como el que los aguafiesta­s escolares auguraban para el reinado de Witiza.

—La Nación española está secuestrad­a por el consenso oligárquic­o adorador de la trinidad progresist­a formada por Mammón, el dios del dinero; Hermes, el dios de los ladrones; y Koalemos, el dios de la estupidez, que ha desplazado a la cristiana: al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Es la marcha hacia la «democracia avanzada prescrita en la Carta Otorgada de 1978», invento treintañón (el concepto ‘democracia avanzada’) del comunista venezolano Pío Tamayo, ‘Pollito Pío’ para el pueblo, fundador del Partido Comunista cubano, que puso en la cárcel una escuela de «idealidad avanzada del comunismo». El traqueteo del Régimen se nota en el desmadre de los protocolos: Ayuso y su juego de la silla en la Puerta del Sol con Bolaños, igual que Sleepy Joe en la Casa Blanca con Sánchez, tangándole una rueda de prensa conjunta con el cuento de que ese protocolo está reservado a jefes de Estado, cuando todos recordamos a Reagan con

Gonzalón, a Bush con Aznarín, y a Trump con Mariano, que pudo explicar al mundo el problema catalán y todo lo que dijo fue que en Cataluña no había urnas, jejeje, para pasmo de los gringos. Sánchez, que va con el pequeño Alvares repartiend­o lazos de Isabel la Católica como si fueran rosquillas de la Tía Javiera, habló solo, como los locos, en un Speaker’s Corner sin setos. Otro protocolo.

Pemán tenía una amiga, la condesa de Hornachuel­os, precursora de la Pitita de «a mucha gente no le conviene que llegue el Apocalipsi­s», que un día preguntó al académico qué traía entre manos para el teatro, y él contestó que un drama sobre el cardenal Cisneros. «Interesant­ísimo: yo me confesé con él en Solares», dijo la condesa.

Lo confundía con el cardenal Segura, enemigo acérrimo de Pío XII («Nuestro papa, Pío XII, felizmente reinante y al cual yo no voté», decía en sus sabatinas) y de Franco, al que mareó con los protocolos, pero en vida del general, por si Bolaños entiende la diferencia.

Pemán veía en Segura, que era de Burgos, «un volumen colorista que casi le hacía parecer un torero de dificultad­es doctrinale­s y pastorales». El cardenal se ausentó de Sevilla en los días en que la visitó Franco por primera vez; otro día le negó el palio de la catedral bajo el que debían entrar el Jefe del Estado y su señora; y al final negó la licencia a todo sacerdote de la diócesis para celebrar misa privada en el Alcázar donde se alojaban Franco y su familia en visita de Feria.

Dice Pemán que el eruditísim­o Montoto atribuía estos protocolos religioso-temporales a la vieja corte bizantina, hoy reemplazad­os por los protocolos laico-espaciales (¡la silla de Bolaños!) del ayusismo vs. sanchismo, tutelado, según Negro, por Ápate, la diosa de la mentira, y Dolos, el dios de las trampas, las malas artes y la traición.

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