Sánchez en el zulo de los simios
Si no estuvieran algo tocados de la azotea histórica, los del PSOE sabrían que Bildu constituye una inmoralidad y una vergüenza
RUANO decía que «todo tipo con boina es un hijo de puta». Y Arcadi comentó que estaba a favor de dar visibilidad a los etarras, porque así se demostraba que eran imbéciles profundos. Sé que hay un peso emocional alrededor de la campaña de Bildu, que las listas huelen a sangre y que aún persiste la cochambre de sus zulos. Pero no puedo evitar, también, ridiculizarlos. A ellos, y a un presidente que parece el rehén en el zulo de vascos, catalanes y feministras. Su persona se ve seriamente amenazada por monos con metralleta. Aunque tampoco esperábamos que Bildu fuese a llevar hermanitas de la caridad en sus listas, los asesinos y sus colaboradores traen mal karma político a toda izquierda.
También recuerdo un artículo de Paco Umbral que hablaba así de la elocuencia de ETA: «Como terroristas me aterrorizan, claro, pero como escritores me han decepcionado». Otegi dice que quienes critican a Bildu pretenden crear «un lodazal en el que chapotear por meros intereses electorales». Pues ya lo digo yo, que no voy en ninguna lista: estos imbéciles, designados como «terroristas», demuestran que la estupidez y la violencia van con frecuencia unidas. Hasta los minerales evolucionan más rápido. Y el PSOE ha heredado la cretinez de los de ETA hasta el punto de insinuar que quien se oponga a las listas es un reaccionario. Aquí la cretinez va tan imbricada de intereses, privilegios, y poder político que rozamos ya la psicopatía.
Y como buenos psicópatas, acabarán repartiéndose un premio por la paz (de su oscurantismo). Si no estuvieran algo tocados de la azotea histórica, los del PSOE sabrían que Bildu constituye una inmoralidad y una vergüenza. Ya vamos viendo, como decía, que estupidez y violencia van con frecuencia unidas. Y la violencia de los tontos que justifican la existencia de ETA es terrible, porque el terrorismo no quería ser interpretado sino temido, y no quería acabar con el franquismo sino aterrorizar a los españoles de a pie. Su elocuencia es su violencia, y aún hoy disponen de las instituciones para ejercitarla de boquilla.
La intención es provocar una psicopatía revolucionaria que nos llevaría a un modelo de nacionalismo xenófobo y racista, y solo la sociedad civil organizada puede oponerse a este plan. En primer lugar, votando. Nuestro voto es una suma de subjetividades, hay conflictos éticos no solucionados y al final se hará lo que decida la mayoría. El problema es que los terroristas han conseguido manipular el maldito censo electoral. Miles de vascos han sido expulsados del país de los zulos y las pistolas, muchos tuvieron que huir por las geografías del miedo. El escándalo de las listas, por tanto, no afectaría a Bildu. Sí puede, en cambio, restarle votos a Sánchez. Sería un final sensacionalista de campaña electoral, convertida en un zulo electoral para el sanchismo. Eso o bien acabaremos todos como esos humanos esclavizados en el planeta de los simios.