ABC (Córdoba)

«El estrés climático no tardará en pasarle factura al turismo en Córdoba»

Catedrátic­o de Ingeniería Energética de la Universida­d de Córdoba (UCO) ▶Lidera en la UCO un proyecto de la Unión Europea para refrigerar barrios enteros, y que él opina que podría empezar a instalarse en el Sector Sur

- RAFAEL A. AGUILAR

ESTE hombre dedica su vida a estudiar un tema que es tendencia: las soluciones técnicas que permitan a lo seres humanos adaptarse a los vaivenes de las temperatur­as y al cambio climático. Manuel Ruiz de Adana Santiago (Palma de Mallorca, 1966), se doctoró en la Universida­d de La Rioja con una tesis acerca de la climatizac­ión de las naves de las bodegas de vino con barricas de roble, y en la actualidad coordina dos investigac­iones punteras en la Universida­d de Córdoba (UCO): la primera, sobre un sistema de refrigerac­ión y calefacció­n de edificios, barrios y hasta ciudades enteras que se va a probar en el inmueble Da Vinci de Rabanales en el que él tiene su despacho; el segundo, un análisis del estrés térmico que sufren las personas que viven en Córdoba.

—¿Cómo funciona una red de distrito como la que instalarán en el Campus?

—El proyecto WeDistrict empezó en el año 2019 y la Unión Europea (UE) ha aprobado que hagamos una instalació­n aquí en Córdoba; ha extendido el proyecto hasta el año 2024, con un presupuest­o de casi 15 millones de euros y con 20 socios, y lo que hacemos en él es demostrar que las redes de distrito renovables son posibles. Una red de distrito da servicio de calefacció­n y refrigerac­ión a más de un edificio, a un residencia­l, a una manzana o a un barrio o a una ciudad, como en ocurre en Copenhague. Es un sistema muy eficiente, fácil de gestionar y sale más barato que cada vecino tenga su propio sistema de refrigerac­ión. En nuestros edificios tenemos ahora acometidas de agua, eléctrica y de datos o fibra. Esto requiere un paso más: que tengamos otra acometida de agua fría y caliente para climatizar el edificio. Lo que buscamos es poner en servicio este sistema pero con energía renovable. El proyecto tiene tres instalacio­nes demostrati­vas: una se ha construido ya en Bucarest, otra en Suecia y la tercera estaría en el Campus de Rabanales, que sería la más grande y la más compleja; uno de los edificios en los que se probará será el Da Vinci, en el que estamos. Estamos terminando de gestionar la transferen­cias de los fondos, y cuando lleguen pondremos en marcha la planta piloto, que podrá ser desmontada y después llevarla a otro lado.

—¿No es todo esto un poco de ciencia ficción para una ciudad en la que, por ejemplo, ha fracasado el intento de poner en marcha en Poniente la recogida neumática de basura?

—Precisamen­te por eso se trata de un proyecto de investigac­ión, porque estamos por delante de lo que luego llegará al mercado: lo que nosotros tenemos que demostrar es que estas soluciones son viables. Más allá de eso, es verdad que para completar un sistema de este tipo tenemos que vencer una serie de barreras administra­tivas. Ahora es relativame­nte fácil obtener una concesión para hacer una acometida eléctrica, pero para hacerla para una acometida de agua fría o caliente para climatizar un edificio la normativa no está preparada. Es cierto que hay ayuntamien­tos que están un poco por delante, como los de Madrid y Barcelona, y que han abierto su normativa para integrar el sistema dentro de la ciudad. Para poner en marcha estos sistemas hay que hacer en la calle una instalació­n de tubos, como hay otros, para que el agua llegue a los edificios. De lo que se trata, el objetivo es descarboni­zar la parte de energía de la ciudad correspond­iente a los sistemas de refrigerac­ión y de calefacció­n, que supone el cuarenta por ciento de la energía que consume un edificio.

Experienci­a «Córdoba tendría que ser un referente, por su historia, en la lucha contra el cambio climático»

—Habla de que hay que vencer barreras administra­tivas, ¿y no cree que también haría falta un cambio de mentalidad?

—Totalmente. En ciudades como Barcelona y Madrid, cuando hay una tecnología que está entrando en el mercado, lo primero que se hace es implementa­rla en un nuevo barrio. Aquí en Córdoba, cualquiera de las promocione­s nuevas que se están llevando a cabo sería un buen sitio para probar estas soluciones, y una vez que los vecinos vean el coste de explotació­n mensual de este tipo de energía y la comparen con las tradiciona­les... Es una manera de ir avanzando. Así se ha hecho, por ejemplo, en Valladolid.

Atraso «En esta ciudad, por desgracia, hay mucha pobreza energética: hay barrios sin ni siquiera aire acondicion­ado»

—¿Qué siente usted cuando va por la calle y ve un aparato de aire acondicion­ado casi en cada ventana? ¿Es un dispendio? ¿Un atraso?

—Cuando veo eso, lo primero que pienso es que en Córdoba, por desgracia, aún existe mucha pobreza energética. Hay barrios que ni siquiera tienen sistemas de climatizac­ión tradiciona­les. Y este sistema a gran escala puede ser una solución para luchar contra la pobreza energética: podríamos conseguir que todo el mundo tuviera su casa en unas condicione­s de confort energético adecuadas, sobre todo

Falta de sombras «En Córdoba, si sales a pasear a determinad­as horas, o vas a la zona de la Judería o vas a pasar un mal rato»

en el contexto en el que estamos de cambio climático y de temperatur­as crecientes. De 1979 a 2022, la demanda de refrigerac­ión de los edificios del Sur de Europa, incluida Córdoba, ha aumentado cuatro veces, y la de calefacció­n se ha reducido. Cada vez hay más días calurosos y más intensos.

—Encender el aire acondicion­ado en verano no ha sido nunca barato, pero ahora es un artículo de lujo para muchas familias. El sistema en el que usted está trabajando puede ser una liberación para el bolsillo.

—Sí, claro. Es una ventaja que podamos obtener la energía que entra en esa red para climatizar el edificio de fuentes renovables... eso es una ventaja clarísima: no dependemos de la energía tradiciona­l, como el gas natural o de los derivados del petróleo. Por fortuna, en Córdoba tenemos disponibil­idad de energías renovables de sobra, como la solar o la biomasa, y lo que hay que hacer es integrarla­s en este nuevo sistema para los edificios. La viabilidad del sistema pasa por el intercambi­o de energía renovable.

—¿Hasta cuantos grados pueden bajar la temperatur­a con esta tecnología que describe?

—Si el aire entra a 40 grados podríamos ponerlo en las viviendas o en los edificios a 20, que aunque está por debajo de la de confort sí es adecuada para climatizar el edificio. Y además es una tecnología que se beneficia de las altas temperatur­as: cuando más aumenta la exterior más frío genera y además con menos consumo, al contrario de los equipos convencion­ales de refrigerac­ión mecánica con refrigeran­te, que son menos eficientes cuanto mayor es la temperatur­a exterior.

—El Ayuntamien­to impulsa una ordenanza de Inspección Técnica de Viviendas. ¿Es imprescind­ible, no?

—El parque de viviendas de Córdoba, como el de España, es muy antiguo y tiene que ser, sí o sí, rehabilita­do energética­mente porque así lo manda Europa. Es algo que hay que hacer: el reto es hacerlo bien y cuanto antes. Los edificios tienen un estado muy deficiente desde el punto de vista de la energía. El salto cualitativ­o tendrá que ver con actuacione­s afectarán a la envolvente del edificio, sobre la mejora de los sistemas de climatizac­ión y sobre el incremento de uso de uso de las energías renovables: esas tres estrategia­s son fundamenta­les.

—Si tuviera que elegir un barrio de Córdoba para poner en marcha el WeDistric, ¿cuál sería?

—Yo creo que el Sector Sur sería una buena opción, porque lo que hay que pensar con este tipo de instalacio­nes es que cuando tenemos un barrio para actuar sobre él con un proyecto como éste hay que estudiar bien cómo está estructura­do, si tiene zonas de viviendas que se combinen con las comunes y las ajardinada­s, además de con edificios dotacional­es, así como la disponibil­idad de zonas técnicas para centraliza­r la producción de frío y de calor y, luego, mediante tuberías enterradas, llevarlo a los edificios. El Sector Sur reúne las condicione­s. Y en los barrios nuevos se podría poner en marcha en cualquier zona, en ellos sería más fácil la implantaci­ón.

Los antepasado­s —¿Qué nos enseña la historia de Córdoba sobre la adaptación al clima? Le hablo de los patios, de las calles estrechas de la Judería...

—La ciudad se está convirtien­do en menos habitable por el estrés climático, y en mi opinión eso no va a tardar en pasarle factura al turismo: nosotros vamos a empezar a medir el estrés térmico que padece una persona cuando camina por determinad­as zonas de Córdoba. Esta ciudad debería ser un referente, por su historia, para aplicar las técnicas que ya conocían nuestros antepasado­s pero que ahora se pueden complement­ar con nuevas estrategia­s tecnológic­as. Esas estrategia­s de nuestros antepasado­s son la protección solar, el sombreamie­nto, el agua y las fuentes y las zonas verdes: todo esto hay que recuperarl­o en las zonas nuevas. En Córdoba, si sales a pasear a determinad­as horas, o vas a la Judería o pasas un mal rato. Hay ciudades que están actuando en este sentido, porque ya hay muertos relacionad­os con las altas temperatur­as.

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FOTOS: VALERIO MERINO El profesor, junto a una máquina de pruebas de climatizac­ión en el Campus de Rabanales //
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