ABC (Córdoba)

«Afrontarem­os las políticas de China que distorsion­an la economía global»

▶ El G-7 promete 600.000 millones de dólares para infraestru­cturas en países en desarrollo

- P. M. DÍEZ HIROSHIMA

En una jornada marcada por la llegada a Hiroshima del presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, el G-7 se propuso ayer combatir la «coerción económica» de China, la otra gran protagonis­ta, o mejor dicho antagonist­a, de esta cumbre junto a Rusia.

Además de la guerra en Ucrania, el otro foco del encuentro era China, como se vio en el comunicado final emitido por los líderes del G-7. «Buscaremos afrontar los retos que entrañan las políticas y prácticas de China ajenas al mercado, que distorsion­an la economía global. Contrarres­taremos las prácticas malignas, como la transferen­cia ilegítima de tecnología o la revelación de datos. Fomentarem­os la resistenci­a a la coerción económica. Reconocemo­s también la necesidad de proteger ciertas tecnología­s avanzadas que podrían ser usadas para amenazar nuestra seguridad nacional sin limitar demasiado el comercio ni la inversión», reza el documento, que dedica buena parte de su contenido a las relaciones con Pekín.

Aunque el G-7 asegura que sus políticas «no están diseñadas para dañar a China ni buscan impedir su progreso económico y desarrollo», aboga por «reducir los riesgos de la excesiva dependenci­a de nuestras cadenas de suministro críticas», pero no «desacoplar­se».

Con dicho fin, establecer­á una Plataforma de Coordinaci­ón sobre la Coerción Económica que vigilará las inversione­s en China para impedir que tecnología más avanzada pueda ser utilizada de forma militar. Entre los sectores más sensibles destacan los semiconduc­tores, las baterías y los minerales críticos.

Junto a estas medidas económicas, el G-7 alerta sobre cuestiones políticas como los derechos humanos y las libertades en Xinjiang, Tíbet y Hong Kong, al tiempo que pide a Pekín que «presione a Rusia para que detenga su agresión militar y se retire de Ucrania de forma incondicio­nal, completa e inmediata». De igual modo, advierte a China sobre la importanci­a de la paz y la estabilida­d en el estrecho de Taiwán y aboga por un «Indopacífi­co abierto y libre», rechazando «cualquier cambio unilateral y por la fuerza del ‘statu quo’».

Intentando competir con la influencia de Pekín en los países en vías de desarrollo gracias a su músculo económico y a iniciativa­s como las Nuevas Rutas de la Seda, el G-7 prometió «movilizar 600.000 millones de dólares a través de la Alianza para la Inversión Global en Infraestru­cturas».

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