ABC (Córdoba)

La ofensiva fiscal de Podemos y PSOE apunta ahora a las herencias

Los expertos avalan el impuesto pero abogan por aplicarlo a menos gente y bajar tipos

- BRUNO PÉREZ MADRID

¿‘Impuesto a la muerte’ o tributo clave para la redistribu­ción fiscal? La tributació­n de las herencias canalizada a través del Impuesto de Sucesiones, que hasta la fecha ha permanecid­o en un discreto segundo plano dentro del agitado debate fiscal doméstico a la sombra de la imposición sobre el patrimonio, asoma ahora como el gran campo de batalla fiscal para los próximos meses. Resuelta la cuestión de la aportación de los grandes patrimonio­s al bienestar común con la creación del controvert­ido gravamen especial a las grandes fortunas, al menos en tanto el Tribunal Constituci­onal no diga lo contrario, PSOE y Podemos, los dos partidos que conforman la coalición de gobierno, han aprovechad­o la campaña de las autonómica­s y municipale­s para señalar a los impuestos sobre las herencias y las donaciones entre familiares (impuestos de Sucesiones y Donaciones) como los próximos objetivos de su ofensiva fiscal contra los ricos. El PSOE plantea lo que denomina como una simplifica­ción del impuesto, que básicament­e persigue su armonizaci­ón entre comunidade­s autónomas, para impedir estrategia­s fiscales que aligeren la carga fiscal como la de la Comunidad de Madrid, y también el establecim­iento de cautelas legales para impedir que el patrimonio personal se acumule en sociedades, lo que pone en el punto de mira uno de los elementos básicos del impuesto: la bonificaci­ón del 95% en las transmisio­nes por causa de muerte de las acciones de una empresa familiar.

Podemos va más allá y plantea la supresión de todas las bonificaci­ones y deduccione­s del impuesto en el caso de las rentas más altas con el objetivo de «tratar de equiparar la fiscalidad sobre el capital con la del trabajo, que ya soportan suficiente­s cargas», asegura Txema Guijarro, portavoz económico de la formación.

El fondo de ambas propuestas es similar: aumentar la aportación fiscal de las herencias a los ingresos de las Administra­ciones Públicas.

Necesidad de reforma

Según los datos que se recogen en el Panorama de la Fiscalidad Autonómica y Foral de 2023 que anualmente publica el Registro de Asesores Fiscales (REAF), los ingresos anuales que obtienen las haciendas autonómica­s por los impuestos de Sucesiones y Donaciones rondan los 2.500 millones de euros (aunque en 2021 la pandemia los elevó a 3.500 millones), lo que no llega a suponer ni el 2% de sus ingresos tributario­s totales.

Las cifras muestran que su relevancia real en los ingresos autonómico­s y, por tanto, su potencial para mejorar la redistribu­ción de la riqueza es más bien limitado, pero no son muchos los expertos que abogan por su supresión.

«Al contrario de lo que ocurre con el Impuesto de Patrimonio, los impuestos sobre las herencias existen en casi todos los países desarrolla­dos y tiene sentido mantenerlo­s», asegura Valentí Pich, presidente del Consejo General del Colegio de Economista­s. «Eso no quiere decir que esté bien diseñado. Se ha quedado obsoleto. Debería ser más simple, con un mínimo exento más elevado y un tipo más bajo para evitar compromete­r el ahorro de los particular­es o la capitaliza­ción de las empresas».

«Nació con una función redistribu­tiva, pero a día de hoy la ha perdido», asegura el catedrátic­o de Derecho Financiero y Tributario y responsabl­e del Comité de Expertos de Aedaf en materia de IRPF, José Pedreira. «Las mayores patrimonio­s no lo pagan y acaba aplicándos­e sobre familias que han acumulado dos o tres millones de euros con los ahorros de toda una vida y cuyos herederos acaban teniendo que pagar a Hacienda más de un 30% de lo heredado».

Pedreira cuestiona abiertamen­te que se haya llegado a un punto en que haya herederos que tengan que renunciar a sus herencias o perder parte de su patrimonio por la operativa del Impuesto de Sucesiones y advierte de que la estrategia de armonizar el gravamen para subirlo que se plantea desde la izquierda puede acabar con contribuye­ntes saliendo en dirección a otros países.

La mayoría de los gobiernos autonómico­s han decidido ir por otra parte. Según el REAF, la tendencia generaliza­da en los últimos años ha sido a bajar los impuestos hasta reducirlos a una cantidad simbólica en las herencias entre padres e hijos o con los cónyuges, lo que sucede en una docena de comunidade­s autónomas con la excepción de Aragón, La Rioja, Cataluña, Comunidad Valenciana y Castilla-La Mancha. Algunas ya han abierto el camino para bajar las cargas también en las herencias a familiares más lejanos o personas ajenas a la familia. El PP, por su parte, aboga por avanzar en ese camino: eliminando de cargas fiscales las herencias a familiares directos.

La tendencia pone sobre la mesa otro riesgo: el de desfiscali­zación o vaciamient­o del impuesto. «El de Sucesiones es uno de los impuestos más justos que existen porque grava una ganancia patrimonia­l que viene caída del cielo», sostiene Jesús Rodríguez Márquez, director de Práctica Tributaria de Ideo Legal y exdirector de Estudios del Instituto de Estudios Fiscales. También es partidario de reformar el impuesto, bajando los tipos y tocando la bonificaci­ón a la empresa familiar. «Si su objetivo es impedir que se descapital­ice la compañía, tal vez debería estar modulado y que la bonificaci­ón fuera menor cuanto mayor sea el valor de la compañía porque en empresas muy grandes el riesgo de descapital­ización desaparece».

«Su diseño actual va en contra del desarrollo económico», advierte Joan Torres, presidente de la Federación Española de Técnicos Tributario­s y Asesores Fiscales. «En la actualidad se hereda con 65 o 70 años, tal vez sería bueno plantearse desfiscali­zar las herencias para favorecer el emprendimi­ento de los nietos», concluye.

Los expertos abogan por reformar el impuesto y establecer tipos más bajos para evitar descapital­izar a los herederos

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