La Feria dice adiós ‘a su manera’
La última jornada en El Arenal se ha convertido en un ‘tótum revolútum’ donde cualquiera podía encontra su sitio entre despedidas de soltero y fútbol
l fin, muy cerca está, lo afrontaré serenamente/ Ya ves que sigo así, te lo diré sinceramente/ Viví la intensidad y no encontré jamás frontera/ Si bien, todo ello fue, a mi manera. Como reza la letra de «My way» el ambiente del último día de Feria podría calificarse de singular. La noche del viernes había sido larga y el Real se desperezaba resacoso con algunas canciones metidas en la cabeza. Los primeros visitantes cruzaban la portada del Arenal pasadas las dos del mediodía con varias despedidas de soltero que llevaban hasta su propia charanga con atuendos imposibles, como el de una novia vestida de unicornio, entremezclados con los simpatizantes del Badajoz que se veía las caras en El Arcángel con el Córdoba CF pocas horas después. Este último sábado que ya se hacía largo para los que fueron desde el primer día del alumbrado -tanto por el dinero gastado como por las fuerzas- era para los que no habían ido antes o los que no tenían segunda residencia a donde escapar.
El Real era prácticamente un desfile ‘de voy como quiero, vivo a mi manera’. Viajeros que iban mitad como turistas mitad con la idea de mimetizarse con el ambiente sin conseguirlo colocándose una flor en cualquier lado alucinados.
Para ver algunas mujeres vestidas de gitana con mantoncillo y peinetas había que ir expresamente a las casetas tradicionales donde, esta vez, las familias eran las protagonistas de la jornada. Abuelos, hijos, hermanos y nietos, todos, y por ese orden, se colocaban en las fotos encantados de posar para la cámara e inmortalizar el último día en el albero.
La ventaja del sábado con los camareros ya exhaustos después de una feria como pocas se recuerdan era que no había problema para tener una mesa sobre la marcha para doce ni colas para entrar en ninguna caseta. Es más, muchas de las casetas de hermandades donde se sirven comidas a destajo, como el caso de una del Valle de los Pedroches, sus camareros hacían de comerciales saliendo a la calle para invitar a que entraran los clientes. No había demasiado público después de siete jornadas seguidas de feria y el que llegaba lo hacía ya para el ‘tardeo’
Een las disco casetas llenas desde las 4 de la tarde. Esas nunca fallan, siempre están ahí y la diversión está garantizada con los últimos hits del momento desde ‘Rosalía’ a ‘Shakira y Bizzarap’ pasando por ‘Manzanita’. Mientras, como siempre, en la caseta Municipal cantaban por la Pantoja con escaso público mientras, a pocos metros, las furgonetas de la UPR se preparaban para garantizar la seguridad en el partido de fútbol en perfecta combinación con el resto de la seguridad en el recinto ferial.
Sin aglomeraciones
Ha sido un sábado donde se podía elegir mesa y caseta, sin prisas, sin esperas y sin cola para entrar a la caseta
Fútbol y seguridad
La presencia de varios furgones con la UPR daban idea del dispositivo de seguridad ampliado al coincidir un partido de fútbol en El Arenal
El tiempo ha acompañado en esta despedida dándole ese toque de nostalgia, con nubes y charcos en el suelo, en la que, ya al final, poco importaba cómo ir vestido, si sandalia o tacón, porque las cuñas de esparto se quedaron irrecuperables, embarradas el primer fin de semana -muchas han optado por el botín cowboy- pensando sólo en disfrutar del último sorbo de esta ciudad flotante que desaparecerá hoy. Y así, a su manera, han vivido el sábado en esa mezcla de los que iban al fútbol y los que ya que pasaban por ahí se metieron en el Real; los que han llegado ex profeso a pasarlo bien de despedida de soltero o los invitados de los cordobeses por el mundo que no pudieron llegar el primer fin de semana porque la mayoría de las casetas tradicionales celebraban sus comidas ‘sólo para socios’ y no había lugar para esas visitas.
Es el día en el que el final, muy cerca está, y lo saben los barrenderos, los camareros y los cocineros. Se han dejado la piel, sin horarios y con buena cara mantenida estoicamente a más de uno al que el vino se le había subido a la cabeza. Una feria que va a dejar un sabor especial por ser la gran Feria de Mayo después de la pandemia, donde si ese avatar ha dejado algo bueno, ha sido que la mayoría de las casetas se han levantado en torno a un patio.
Una feria cada día más profesionalizada, donde sí importa la decoración y las rejas pese a que sea cada una «a su manera». Una feria donde los coches de caballos han vuelto a lucir sus mejores galas; donde los sombreros de ala ancha y los habanos han reaparecido. Una feria donde se ha oído hablar en la barra de toros, de Morante, de Finito, de Talavante o de Roca Rey. Donde lo de menos era el paso de una Dana o que no hubiera ni un sólo puesto de paraguas pese a los anuncios de la Aemet que no han estado muy acertados, todo sea dicho.
Una feria en la que la Peña de Fosforito que da la bienvenida tras la portada se ha convertido en Gloria Bendita, la caseta revelación del año, y que pone el listón cada día más alto. Sin complejos y, a su manera, así se despide la Feria de Córdoba.