Decálogo del alcalde ideal
Hoy votamos al alcalde que queremos para nuestra localidad. Para ser un alcalde ideal lo primero es no sólo ganar en las urnas sino poder gobernar. Con esta obviedad, se nos antoja buen momento para apuntar un decálogo de ese alcalde ideal, aprovechando un reciente informe de Juan Torras, Juncal Garrido y Antonio Núñez, expertos en recursos humanos y altos directivos.
Primera: Más ciudad que partido, tener fuerza en su partido para anteponer los intereses de su ciudad y defender este principio dentro de su formación política, independiente de los grupos de presión y entendiendo cuáles son los problemas ciudadanos. Segunda: Líder fuerte e integrador, capaz de motivar, inspirar y unir a las personas, sabiendo colaborar y trabajar con su equipo. Tercera: Experiencia en la gestión, que se haya enfrentado a problemas y haya liderado a personas, con una trayectoria profesional que le haya permitido conocer a sus vecinos. Cuarta: Visión estratégica, criterio y prioridades en temas de la localidad tan importantes como urbanismo, infraestructuras o calidad de vida de los ciudadanos. Quinta: Coherencia en su toma de decisiones.
Sexta: Metas claras, a corto y largo plazo, asumiendo que hay temas que requieren tiempo, incluso más de una legislatura. Séptima: Ejemplaridad, nunca ha sido más necesario que ahora. Honestidad, solidaridad, cercanía, humildad, optimismo y valentía deben ser sus virtudes. Octava: Comunicar y escuchar, contar relatos creíbles, relevantes, diferenciales y emocionales, creando un contexto de confianza y conescucha activa a terceros. Novena: Tejer consensos, no ser excluyente, convertirse en puente entre ciudadanos, empresas e instituciones vitales a la hora de cumplir el objetivo de crear riqueza. Décima: Flexibilidad, no siempre los planes salen según lo previsto, por lo que frente a la adversidad debe ser vista como una virtud.
Los expertos concluyen: «El mejor alcalde sería alguien que no necesita serlo y que se mueve por la motivación de servir a su comunidad y no para alimentar el ego o las ansias de poder».