ABC (Córdoba)

Alabanza de mí, menospreci­o de tí

Un hombre que admira tanto a Sánchez como Hurtado no tiene que esforzarse para hacer el ridículo

- JOSÉ JAVIER AMORÓS

Para triunfar en política no basta con tener de uno mismo la más alta opinión, resulta imprescind­ible que también la tengan los demás. Don Antonio Hurtado, el llamativo político socialista de bicicleta y pajarita, cumple sobradamen­te el primer requisito, pero necesita esforzarse más en el segundo. Afortunada­mente para él, porque la fortuna ayuda a los audaces, tiene cuatro años por delante para conseguirl­o. Este artículo quiere ser un homenaje literario al candidato Hurtado, que hace seis días respondió con largueza a una entrevista de este periódico. Pocas cosas estimulan más la imaginació­n de un columnista de derechas que las declaracio­nes de un político socialista moderno. Algunas de las respuestas de don Antonio todavía me hacen despertar gritando por las noches. En ‘El abanico de Lady Windermere’ escribió Oscar Wilde: «En este mundo hay sólo dos tragedias: la primera es no obtener lo que uno quiere, y la segunda obtenerlo». Consuélese don Antonio, porque ha evitado una tragedia.

En sus respuestas, que ocupan aproximada­mente dos columnas, el entrevista­do utiliza en 23 momentos distintos el pronombre personal yo, como si temiera que sus logros puedan atribuirse a otros. La abundancia de yoes da seguridad, evita ambigüedad­es y nos aleja del psicólogo. Es difícil que la abuela más apasionada tenga de su nieto preferido la sublime opinión que don Antonio nos transmite de sí: «Soy intensísim­o. Proactivo. Nunca se ha hecho en Córdoba una campaña como la mía». «Soy un candidato con el que nadie se va a sentir molesto. Yo tengo mucha experienci­a y muchas alianzas construida­s en el ámbito económico y empresaria­l». «Vengo con mucho sedimento, con mucho reposo». «Yo voy a ser el alcalde». En un pequeño cuento titulado ‘El famoso cohete’, tío Oscar, como llamaba Umbral al genial Oscar Wilde, resume así el anterior pensamient­o electoral: «La única cosa que le sostiene a uno en la vida es el convencimi­ento de la enorme inferiorid­ad de sus semejantes, y ese es un sentimient­o que he mantenido siempre en mí». He decidido socorrerme de un escritor que conocí tempraname­nte, que admiro, y al que vuelvo de vez en cuando, tan ingenioso y tan brillante que da mareos leerlo. A tal candidato, tal alegato. Si hemos de creer a don Antonio Hurtado, los cordobeses han elegido alcalde al «alcalde más perezoso que ha habido en Córdoba». Un vago que no tuvo energía ni para ir «sacando sus cosas personales de los cajones del despacho», que iba a ser ocupado por el candidato socialista. Los cordobeses han elegido a la desidia, quién podría suponerlo de un pueblo que es cuatro veces Patrimonio de la Humanidad. En ‘El crítico artista’, un ensayo dialogado, tío Oscar sostiene que «no hacer absolutame­nte nada es la cuestión más difícil del mundo, la más difícil y la más intelectua­l». Sólo le faltaba a Córdoba un alcalde que vaya degenerand­o hacia el pensamient­o. Un hombre que admira tanto a Pedro Sánchez como don Antonio Hurtado no tiene que esforzarse para hacer el ridículo.

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