ABC (Córdoba)

Maestro del temple

José Fuentes (1944-2023) Desarrolló una gran carrera taurina en los sesenta y setenta. Muchos diestros alababan su técnica, su poderío y natural elegancia

- ANDRÉS AMORÓS

Alos 79 años ha fallecido en Sevilla el maestro José Fuentes, que desarrolló una importante carrera taurina en los años sesenta y setenta.

Con frecuencia he comprobado el respeto, la admiración y el afecto que le profesaban muchos profesiona­les taurinos. Baste como ejemplo, con lo que me dijo Enrique Ponce: «En el campo coincidí mucho con él. A José le tengo mucho cariño, había temporadas en que me iba a vivir con él, al campo: cazábamos, tentábamos, toreábamos de salón. Fue una gran influencia para mí. Me fijaba, sobre todo, en su forma de tentar». No es pequeño elogio, viniendo de un torero tan sabio como Ponce. A muchos diestros les he escuchado alabar la gran técnica de José Fuentes, su poderío y su natural elegancia.

Como es sabido, contribuyó mucho a la enorme popularida­d de Manuel Benítez, ‘El Cordobés’, su imaginativ­o apoderado, Rafael Sánchez, ‘El Pipo’. (Cuenta anécdotas increíbles de sus trucos publicitar­ios en su singularís­mo libro ‘Así fue… El Pipo, Manolete, El Cordobés’). Cuando rompieron, El Pipo encontró a un joven torero, José Fuentes, nacido en la ciudad donde había muerto Manolete, y se inventó una frase publicitar­ia que se hizo famosa en toda España: ‘Linares se lo llevó, Linares nos lo devuelve’. (Con el tiempo, además de apoderarlo, El Pipo se convirtió en su suegro).

Después de ser aprendiz de zapatero (igual que su paisano Sebastián Palomo) y de camarero, Fuentes probó fortuna como torero. Debutó con picadores en su tierra, en 1963. Al año siguiente, se atrevió a matar seis novillos en Aranjuez y se presentó con éxito en Madrid y Sevilla. Sólo dos temporadas como novillero le bastaron: tomó la alternativ­a en Málaga, en 1965, de manos de Antonio Ordóñez, que también –como solía– actuó como padrino de su confirmaci­ón, el 30 de mayo de ese año.

Toreó Fuentes como figura en los principale­s cosos de España e Hispanoamé­rica. El 6 de agosto de 1965 alcanzó un éxito extraordin­ario en Barcelona, con un toro de Garcigrand­e, que le hirió, lo que no le impidió concluir su faena. Llegó a alternar mano a mano con Antonio Bienvenida en Vista Alegre. En 1966 toreó nada menos que sesenta corridas. Le costó entrar en Las Ventas, donde toreó treinta y cuatro tardes y cortó diez orejas. Ya con treinta y siete años, en 1981, vivió allí una tarde triunfal, al cortar una oreja a cada toro.

Se retiró en 1977 pero volvió a los ruedos en 1979. Volvió a retirarse y a reaparecer en los años noventa. Todavía mató un novillo, en un festival de homenaje, en el año 2007. Fue director de las Escuelas Taurinas de Linares, su pueblo, y de Guillena (Sevilla).

El lanzamient­o publicitar­io que hizo El Pipo le sirvió para darse a conocer pero quizá también le perjudicó. Fuentes era un diestro de excelente técnica, dotado de gran facilidad, que dominaba a los toros con el temple de su muleta; también, excelente estoqueado­r. Era alto, transmitía cierta sensación de frialdad. Sus detractore­s le achacaron el abuso del pico de la muleta , una técnica que era entonces muy frecuente. Ha pasado a la leyenda que una tarde, en Madrid, pidió a su mozo de espadas unas tijeras para recortar la muleta. Además, alternaba momentos de gran decisión con otros, de cierta abulia.

Aunque le criticaran en Las Ventas, hoy vemos claro que diestros como él y como Dámaso González abrieron nuevos caminos, con su técnica y su temple. Así le recuerdan los profesiona­les y los aficionado­s que tuvieron la fortuna de disfrutar con su arte.

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