ABC (Córdoba)

Luis, Bertín, Pedro y otros chicos del montón

Últimament­e, el macho ibérico intenta pasar desapercib­ido. Se camufla, si hace falta, entre mujeres

- MARÍA JOSÉ FUENTEÁLAM­O

VA sugerencia para el CIS. Propongo una pregunta para la próxima encuesta sobre igualdad: ¿Cree usted que se va a extinguir el macho ibérico? Tengo una amiga que asegura que sí. Me tranquiliz­a a pesar de lo que cuenta. Se dedica al sector inmobiliar­io y acumula historieta­s de sobremesas con señores de otra época. Otra jefaza de banco, pero muy jefaza, lo mismo. Es la mili de las de mi generación. Nos ha tocado sentarnos en mesas de machos ibéricos ostentosos. Criadas en tiempos en los que ya se hablaba de igualdad –se siente, queridas ‘evistas’–, en esas situacione­s el descaro nos libera: unas veces nos da la risa y otras contamos nosotras el chiste. Algunos aún se quedan a cuadros cuando digo que el camarero está bueno.

Pero, lo habrán notado, el macho ibérico últimament­e lo que intenta es pasar desapercib­ido. Se camufla, si hace falta, entre mujeres. La excusa de «mi madre y mi mujer» o «mis hijas» es muy recurrente entre los sospechoso­s de machirulis­mo –gracias, RAE-. Ellos no lo saben pero la frase es totalmente patriarcal: las mías sí que importan; las demás me dan igual. Luego se les ve todo el plumero cuando sale a la luz que debe mediar juzgado para el pago de las pensiones que correspond­en. Mi propiedad ¿ven? siempre primero.

El hombre que elude responsabi­lidades ha existido siempre. Y la mujer. No es una cuestión de sexo. Sólo que el hombre que antes eludía responsabi­lidades frente a la mujer era un machote. No creo que en este último episodio nadie le haya dicho a Bertín, guapo histórico, alto, famoso, que lo es. «Ahora no me toca ser madre» es un eslogan abortista que no he visto entre nosotras. Sí he visto a gente defendiend­o ese ‘aborto masculino’, el del padre que pasa. Hay gente para todo.

Igual que la ola ‘woke’ parece no dejar títere con cabeza, a la ‘antiwoke’ también se le va la mano. El «no es delito» es su lema. Es el preferido también de nuestro presidente. Su motor. A Pedro Sánchez le va de cine la férrea defensa de la libertad ética: a ver si ahora todo es de juzgado, hasta un pico; tenemos derecho a la mala educación; claro que también hay gente irresponsa­ble… Al inquilino de La Moncloa la argumentac­ión le sirve para prometer y no cumplir, para desdecirse, para eludir responsabi­lidades y cuidados, para obviar al otro 50 por ciento de la sociedad. Vamos, para hacer lo que le vaya conviniend­o a él en cada momento. Eso es el poder patriarcal. El poder de elegir siempre lo que te resulte más beneficios­o a ti sin atender a cómo afecta al resto de la casa y a la convivenci­a diaria. El respetar sólo a los tribunales o ni eso: si hay que cambiar leyes, se cambian. Normal que algunos cuando les preguntan terminen diciendo que se sienten discrimina­dos. Qué manía con reclamar tanta igualdad. Contestaci­ón de macho ibérico viendo peligrar su poder. Estarán en vías de extinción, pero aún quedan un montón.

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