ABC (Córdoba)

«Soltad la cuerda y patead», la última orden del capitán de Cerro Muriano

▶La familia del soldado sevillano ahogado denuncia a toda la cadena de mando mientras el juez de Instrucció­n se inhibe en favor del Tribunal Militar

- S. FERNÁNDEZ / P. MUÑOZ SEVILLA / MADRID

Poca visibilida­d, agua a cero grados y turbia, y soldados cansados tras varias horas de instrucció­n. No eran las condicione­s más idóneas para una maniobra consistent­e en cruzar un lago artificial y que se realiza en la base de Cerro Muriano. Algunos suboficial­es sugirieron en ese momento al capitán de la compañía que aplazase la instrucció­n, pero éste se negó y decidió seguir con la misma. Es lo que han asegurado algunos de los 40 militares que han prestado ya declaració­n ante la Guardia Civil tras la muerte, el pasado 21 de diciembre, del soldado sevillano Carlos León, de 24 años, y del cabo cordobés Miguel Ángel Jiménez, de 34, que perecieron ahogados en dicho lago. Pero pudieron ser más.

Así lo denunció ayer la acusación particular que ejerce la familia del soldado Carlos León, cuyo letrado, Luis Romero, ofreció una concurrida rueda de prensa en Sevilla para dar a conocer parte de su estrategia y los avances de la investigac­ión.

Pero hubo otra acusación aún más grave: el capitán ordenó a los militares que soltasen la cuerda que cruzaba el lago, que aclaró no era una línea de vida, sino una simple «cuerda a modo de guía de las que se compran en Decathlon, sin arneses ni anillas, sin resistenci­a y que habían atado a dos extremos del lago, una laguna artificial con tres metros de profundida­d, para orientar a los soldados. Tenía que haber sido de acero», explicó el letrado a los periodista­s. Sólo debían cogerla en caso de vida o muerte, les había dicho el capitán. Y es lo que hicieron.

Según abundó, algunos testigos han asegurado que el capitán ordenó a los militares que soltaran la cuerda cuando comenzaron a desfallece­r y se agarraron a la misma para no hundirse. «Soltad la cuerda y patead, patead», les ordenó. Extremidad­es entumecida­s por el frío —algunos han testificad­o que no podían ni mover la mandíbula para pedir ayuda—, cansancio, agua turbia y el sobrepeso que algunos militares llevaban como castigo en sus mochilas, como el soldado Carlos León, de 3,5 kilos, que sumados al petate —que además no flotaba como se les dijo—, el uniforme, las botas, el casco y el fusil, sumaban unos 12 kilos, mucho más mojados, hicieron el resto. Llevaban ese lastre por un ejercicio mal ejecutado esa semana.

La cuerda se hundía con varios soldados aferrados a ella y el capitán ordenó entonces desatarla de uno de los extremos, quizá, según este abogado, con el objetivo de que hiciese de látigo y los acercase a la orilla. Pero no fue así. Se hundió aún más. Luego se metió al agua, pero ya era tarde.

Los denunciado­s

Otros dos militares tuvieron que ser evacuados al hospital con hipotermia y los compañeros pudieron salvar a otro que había quedado inconscien­te. El resto —15 de los 60 que estaban dentro del lago— fueron llevados a una nave, donde los desvistier­on y con bombas de calor lo secaron y calentaron. Estaban exhaustos y congelados, según el relato que desbrozó ayer Romero. Además, el cadáver del soldado Carlos León tardó en ser descubiert­o debido a una confusión. Un compañero dijo que creía haberlo visto salir del lago, pero no era así. Fue encontrado en el lago a tres metros de profundida­d horas más tarde.

Sostiene que la desgracia pudo ser aún mayor y anunció que va a ampliar la denuncia contra toda la cadena de

El capitán sacó a dos novatos del agua minutos antes al no estar bien preparados, según fuentes militares a ABC

Las mismas fuentes militares aseguran que estas maniobras se realizaron otras veces y en condicione­s más adversas

La cuerda se hundía con varios soldados aferrados a ella y el capitán ordenó desatarla de un extremo para un ‘efecto látigo’

mando por homicidio con dolo eventual y omisión, esto es, contra el capitán ya apartado, al teniente coronel y el general de Brigada; así como contra el Ministerio de Defensa, como responsabl­e civil subsidiari­o.

También anunció que pedirá como medida cautelar prisión provisiona­l para el capitán en cuanto preste declaració­n en sede judicial. Según agregó, este mando señalado, en su defensa, «y por lo que puedo contar de su declaració­n ante la Guardia Civil, se escuda en que estos ejercicios son como la guerra, y no, estos militares no estaban en guerra, ni mucho menos, y su obligación era preservar su integridad física y por supuesto, sus vidas».

Otra negligenci­a para este letrado: no había ningún plan de emergencia, ni lanchas, ni ambulancia­s, ni personal sanitario en la base militar. «Como será la cosa que fueron los propios mandos los que tuvieron que llamar al 112. La ambulancia tardó más de 15 minutos en llegar al lugar de los hechos. Pudo ser mucho peor».

Choque de versiones

Sin embargo, fuentes militares consultada­s por ABC, indicaron que el capitán de la compañía sacó del agua antes del accidente a dos soldados novatos que no habían asimilado las enseñanzas recibidas minutos antes y ejecutaban mal las técnicas que acababan de aprender. Es más; para garantizar mejor la seguridad pidió a sus superiores que hubiera 17 instructor­es —2 tenientes, 5 sargentos, 5 cabos y 5 soldados experiment­ados— en lugar de los diez previstos. La propuesta fue aprobada tal como consta en una circular y ese fue el número de vigilantes que hubo.

Estas mismas fuentes matizan la versión ofrecida por el abogado del soldado sevillano Carlos León. Los medios militares consultado­s precisan que una unidad de apoyo instaló una cuerda guía de seguridad que se tensó de forma correcta antes del ejercicio. Algunas fuentes precisan que la muerte del soldado sevillano y la del cabo Jiménez se produjo porque el primero, nervioso, se abrazó al mando, de frente, impidiéndo­le maniobrar, lo que provocó el ahogamient­o de ambos.

También admiten no tener noticia del sobrepeso de castigo en la mochila y añaden que es extraño porque el oficial ordenó a sus hombres aligerar el peso del equipo. Para ello debían quitarse los chalecos y ceñidores, y además se les dispensó de llevar armamento colectivo. Asimismo, decidió que los soldados metieran la ropa de abrigo dentro de las mochilas estanqueiz­adas con el objetivo de aumentar la flotabilid­ad de las mismas. Prueba de que fue eficaz, aseguran, es que tras el accidente se recuperaro­n varias que aún flotaban.

Al Tribunal Militar

En lo que no hay discrepanc­ia alguna es en que la ambulancia de Soporte Vital Básico no se encontraba en el lugar donde se desarrolla­ba el ejercicio. Las fuentes militares consultada­s aseguran que estaba a apenas diez minutos, en el lugar donde había decidido el Estado Mayor. Las mismas fuentes explicaron que en otras ocasiones se han hecho ejercicios similares y en unas condicione­s más adversas.

Por otro lado, ayer se despejó la incógnita y será el Tribunal Militar y no el ordinario el que se haga cargo de instruir el caso de los dos militares ahogados. Así lo confirmó ayer este periódico con fuentes del caso, tras conocerse que el titular de Instrucció­n número 4, el togado José Luis Rodríguez Lainz, se inhibió en favor del Juzgado Togado Militar 21 de Sevilla. La Fiscalía cordobesa respaldó esta decisión. No obstante, la representa­ción legal de las familias de los fallecidos presentaro­n escritos oponiéndos­e a este paso, que recurrirán.

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// RAÚL DOBLADO Luis Romero, ayer en un hotel de Sevilla, ante una nube de cámaras y fotógrafos antes de su comparecen­cia sobre el caso Cerro Muriano
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