ABC (Córdoba)

Salto ofensivo frente a la agresión de los hutíes

- PEDRO PITARCH

De los cuatro frentes principale­s que encara Israel: Líbano, Cisjordani­a, Gaza y Yemen, este último es el que absorbe hoy mayor atención internacio­nal. Con la excusa de perjudicar los intereses de Israel, los hutíes, marionetas de Irán , tratan de cerrar el tráfico marítimo en el mar Rojo y el estrecho de Bab el Mandeb. La finalidad sería apremiar a Occidente para que obligue a Tel Aviv a renunciar a su intención de destruir a Hamás. Era cuestión de tiempo que EE.UU. y el Reino Unido, núcleo de la operación Guardián de la Prosperida­d, reaccionar­an ofensivame­nte. El jueves y viernes, aviones y buques de ambos países bombardear­on más de 30 objetivos militares de los insurgente­s hutíes, situados en las zonas yemeníes (de norte a sur): Sa’dah, Sanáa (capital del país en poder de los insurgente­s), Al Hodeida (principal puerto y base naval de los hutíes), Dhamar, Zabid y Taiz, entre otras. Por el momento, la respuesta de los hutíes ha consistido en el lanzamient­o, el domingo, de un misil de crucero antibuque contra el destructor USS Laboon, que fue repelido por el navío. Y, el lunes, otro misil hutí impactó en el portaconte­nedores Gibraltar Eagle, de propiedad estadounid­ense, que navega en el mar Rojo bajo bandera de las Islas Marshall.

Todo eso determina un salto desde la actitud meramente defensiva, de custodia y auxilio a los mercantes en la zona, a una postura de respuesta ofensiva contra los medios militares que posibilita­n las acciones bélicas de los hutíes. Además, la nueva postura es prueba fehaciente de la apuesta geopolític­a de los países participan­tes en dicha operación, por la libre circulació­n y transporte de mercancías por el mar Rojo y, por extensión, por las Slocs (Líneas Marítimas de Comunicaci­ón). En definitiva, fue un sonoro mensaje a los hutíes para que renuncien al hostigamie­nto de la navegación por el sur del mar Rojo y el estrecho de Bab el Mandeb.

La consiguien­te elevación de la tensión en el teatro podría intensific­ar el frente del Líbano, hasta ahora limitado a los bombardeos recíprocos entre Hizbolá y las FDI. La multiplica­ción de las hostilidad­es podría también despabilar el latente conflicto de Israel con Siria, en base a la potencial recuperaci­ón de los 1.200 km2 de los Altos del Golán ocupados por Israel desde la Guerra de los Seis Días (1967). Terreno de enorme valor geoestraté­gico, tanto por su mérito orográfico como por su dominio sobre las fuentes del río Jordán.

Con todo esto como fondo, se ha producido el carnaval del Gobierno respecto a una potencial implicació­n de España (país con 8.000 km de costas) en el conflicto, al lado de nuestros socios y aliados. Algo que sería plenamente coherente con las misiones de nuestra Armada, entre las que resultan prioritari­as la de asegurar la libre circulació­n de mercancías y la de protección de las Slocs. Máxime cuando más del 80% del comercio español se transporta por vía marítima (incluyendo la derrota por el mar Rojo y el estrecho de Bab el Mandeb). Las inconsiste­ntes razones esgrimidas por la ministra de Defensa, Margarita Robles, para escaquears­e de cualquier misión contra los terrorista­s islámicos de Oriente Próximo, ni tan siquiera en el marco de la UE (misión que se está organizand­o desde Bruselas), tratan de ocultar la razón doméstica del rechazo. Porque el Gobierno tendría, en su caso, que pedir autorizaci­ón al Congreso de los Diputados (artículo 17 de la L.O. 5/2005 de la Defensa Nacional). Beneplácit­o que sería segurament­e repelido por sus socios, tanto de coalición como parlamenta­rios y, para prosperar, necesitarí­a de los votos del PP. Y eso evidenciar­ía impúdicame­nte la extrema debilidad del Gobierno.

Ni la llamada de Biden a Sánchez, ni la del Jemad norteameri­cano, general Charles Q Brown, a nuestro Jemad, AG Teodoro López Calderón, desbloquea­ron el enroque español. La Casa Blanca y el Pentágono parecen incapaces de entender el sublime pensamient­o aristotéli­co de Sánchez: la verdad es la realidad. Se habla ahora de, al menos, designar un oficial de enlace español, segurament­e en el Mando Central norteameri­cano, ubicado en la Base Aérea McDill (Tampa, Florida). Parece clara la intención estadounid­ense de ampliar la sala de banderas de la coalición. La embajadora norteameri­cana en Madrid, Julissa Reynoso, quizás no estuvo al quite del embrollo, al no advertir previament­e a Washington de que, para los asuntos de gran calado en España, no hay que llamar a Sánchez sino a Puigdemont.

Reynoso no estuvo al quite para advertir a Washington de que, para los asuntos de gran calado en España, no hay que llamar a Sánchez sino a Puigdemont

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