No somos productivos
Mientras que Pedro Sánchez se esmera en demostrar las bondades de su gestión económica en la reunión de Davos, en Suiza, en las estadísticas españolas se perpetúa el drama de la evolución de las cifras de productividad. Nos vendría muy bien que nuestro presidente convenciera a alguno de los asistentes, pues los últimos datos conocidos de inversiones extranjeras, correspondientes a los tres primeros trimestres de 2023, reflejan un descenso del 23% con respecto al año anterior.
Por cierto, de los 18.803 millones recibidos, el 56% los captó Madrid y el 11% Cataluña. Los ‘negociadores habituales’ deberían incluir esta materia en el orden del día de sus imprecisas cavilaciones pues, si no convencen a los que vienen, es difícil que lo hagan con los que se fueron.
Es muy posible que una de las razones que mejor explican esto de que ni vienen unos, ni vuelven otros sea la evolución de la productividad. En los últimos seis años, España se coloca en la cola de los 34 países de la OCDE, al obtener un -3,8%, frente a un crecimiento medio del 4,6%. Aunque aquí es peor, la situación europea también es preocupante, al menos en las economías que antaño ejercían de locomotoras. En Alemania cayó un 1,7% y en Francia un 0,5%. Otros lo han hecho mucho mejor, como EE.UU., con un +6,2%, o el caso de Irlanda, con un espectacular +25,1%. Pero ellos hacen cosas que aquí no queremos hacer y adoptan actitudes frente a las empresas que aquí rechazamos.
¿Está seguro el Gobierno de que la subida del 54% del salario mínimo registrado en este periodo no ha tenido nada que ver con esta evolución?
Nuestro presidente tiene datos para sostener su discurso triunfalista, como el empleo, bien apoyado por la contratación pública y con los discontinuos disfrazados de fijos pero, ¿cómo podrá explicar que a lo largo de su mandato y para crear un euro de PIB ha tenido que subir 2,6 euros los impuestos, aumentar 3,2 euros los gastos públicos y elevar nuestro endeudamiento en 6,5 euros? Por eso, mientras que el PIB per cápita ha subido un 0,6%, los impuestos han aumentado un 28,5% los gastos un 32,1% y, en consecuencia, la deuda ha crecido un 27%. Todos estos datos, elaborados por J. R. Riera, ¿son el reflejo de una economía exultante?