Galgos o podencas
Franganillo cambia de canal para que el público no tenga que hacerlo
En el cierre de su primer telediario como comunicadora de progreso, Marta Carazo se permitió la licencia de hablar del tiempo, como en un ascensor. «Frío frío no hace; te lo digo yo que vengo de Bruselas». Podría haber dicho, fuera del ascensor, charla de pasillo y café de maquina, algo así como «fachas fachas no son; te lo digo yo que vengo de Bruselas», porque la excorresponsal montó en su debut y de la mano de Lorenzo Milá y Anna Bosch una charla sobre la ola reaccionaria que nos amenaza, nos sobrecoge y a la hora de votar nos anima a confiar en las fuerzas de la mayoría social. Para la semana que viene está en conversaciones con Samantha Hudson y Elizabeth Duval para que hablen en el plató de la resignificación del género de las ‘variétés’.
Eso fue en TVE. En Telecinco, Franganillo estrenó un facsímil bastante logrado del telediario de la emisora pública, ya sin los estremecedores vídeos que hilaba Piqueras, de cuyo equipo, sin embargo, permanecen aquellas voces en ‘off’ y falsete que tanto miedo daban en las escenas de catástrofes y que en esta nueva etapa aportan dramaturgia de barraca a las cuestiones más sensatas, que ahora son casi todas en un informativo bastante normalizado. A Franganillo ni siquiera le falta una sección de Cultura –el pasado lunes dedicada a Rubens– en la que sobresale el rigor, sin la afectación y el narcisismo de ‘photocall’ impuesto en TVE por su promocionero de cámara.
A ambos telediarios, valga como anécdota o indicio, les colaron el informe realizado por una ONG caracterizada por su aporofilia –base de todo programa marxista– y su aversión ideológica a la riqueza, la libertad de mercado y la iniciativa privada. Simples coincidencias, o meras inercias. Hay que dejar tiempo para que estos magazines informativos, abiertos al retoque, cojan cuerpo y forma y desarrollen su potencial, que en el caso de Marta Carazo apunta a ‘La clave’, con Balbín con gripe. En todo caso, y dada la división trazada por La Moncloa para ayudar a la sociedad a distinguir entre periodistas buenos y periodistas malos, conviene esperar y ver a cuál de los dos espacios, descartado el de Vicente Vallés, decide acudir primero Pedro Sánchez para hacerse oír y dejarse querer.