ABC (Córdoba)

Córdoba tiene aún que regular las medidas duras contra la sequía

▶La ordenanza que dirige los cortes o la ampliación de suministro­s ni siquiera se encuentra aún oficialmen­te activa ▶La CHG puede recortar el caudal para consumo humano un máximo del 10% y tirar más de San Rafael de Navallana

- DAVINIA DELGADO/ RAFAEL RUIZ CÓRDOBA

LA ciudad de Córdoba no ha efectuado aún un procedimie­nto expreso de regulación de las medidas más duras que se pueden tomar para hacer frente a la sequía frente a las decisiones que sí han tomado otras unidades de consumo de la cuenca del Guadalquiv­ir, que es el nombre que reciben los grupos de municipios que forman comunidad en torno a sus respectivo­s pantanos y fuentes de abastecimi­ento. Teóricamen­te, el Ayuntamien­to de Córdoba se encuentra en estos momentos tramitando una ordenanza expresa que debe estar inspirada en un plan de gestión de sequías, obligatori­o en todo el país desde el año 2018. Un ejemplo de esta regulación es Emproacsa, que tiene en vigor un documento que dice qué medidas se toman y partir de cuándo en cada una de las zonas en las que se divide el consumo de agua en la provincia de Córdoba. Excepción hecha, claro está, del Norte de la provincia que tiene sus propios problemas producto de casuística­s muy concretas.

No existe evidencia en la comunicaci­ón pública de Emacsa de este plan de gestión. Sí del anteproyec­to de la ordenanza que aún no ha llegado a su fase de negociació­n política. Y es clave para conocer, por ejemplo, qué cortes de agua se pueden ordenar mediante el bando correspond­iente. Llegado el caso, un bando del alcalde puede realizar cortes sin que la ordenanza establezca periodos concretos. En el resto de la provincia, la primera medida fase de cortes está regulada. Hasta cuarenta horas semanales de lunes a viernes entre las once de la noche y las siete de la mañana. En una fase verdaderam­ente crítica, se pueden llegar hasta las 70 horas ampliando a los fines de semana.

Córdoba capital es una unidad de consumo muy rara en la cuenta del Guadalquiv­ir. Es la única desde el nacimiento en Cazorla hasta la desembocad­ura, en Sanlúcar de Barramader­a, que está compuesta por un solo municipio, la capital. Con sus 335.000 habitantes estables, 4.000 estacional­es y un consumo aproximado de 28 millones y medio de metros cúbicos de los que 3,5 millones son industrial­es. Todo lo que se capta vuelve depurado al Guadalquiv­ir en lo que se llama ciclo integral del agua. Tiene, además, dos pantanos gemelos. El principal es el del Guadalmell­ato y el secundario, el de San Rafael de Navallana (más una pequeña aportación del Guadanuño para Cerro Muriano y pequeñas capta

Navallana puede llegar a aportar la mitad del consumo total en situacione­s de extrema vulnerabil­idad del sistema

ciones). Es la razón por la que nunca se han producido cortes de servicio en los últimos episodios graves de sequía en la capital. Solamente comparte el agua de dos pantanos con una comunidad de regantes.

Córdoba se encuentra, como toda la cuenca, con las luces rojas encendidas pero la realidad es que las herramient­as que pueden usarse antes de un corte total son muchísimas. El anterior presidente de Emacsa, Ramón Díez Castellano­s, explicó en una entrevista que la ciudad solamente cortaría el agua en el supuesto de que se le obligase legalmente. El actual, Jesús Coca, explicó hace exactament­e un mes que no estaban previstas nuevas restriccio­nes a corto plazo más allá de las ya tomadas: cortar el agua de las fuentes y dejar algunos usos como el baldeo de toda la vida, que se sigue desarrolla­ndo en las zonas donde no hay otra. Se calcula un ahorro de entre un 5 y un 10% por estas medidas.

La realidad es que la planificac­ión de cuenca contra la sequía explica que hay más opciones. La Confederac­ión Hidrográfi­ca, por ejemplo, está facultada ya para recortar hasta un 10 por ciento el caudal que llega desde el Guadalmell­ato o Navallana. Además, San Rafael de Navallana se convierte en el embalse amuleto en el supuesto de que las cosas vayan a mucho peor. Hasta el 50% del consumo diario puede llegar desde este pantano. Y es que San Rafael de Navallana dispone de un sistema de bombeo desde el Guadalquiv­ir. Emacsa lleva meses, según han declarado sus responsabl­es, captando recursos del río cuando va más alto.

Un comité de sequía se reúne habitualme­nte en el Ayuntamien­to de Córdoba para hacer seguimient­o de la situación. Pese a que se trata de un asunto realmente importante, las conclusion­es son puramente internas. Sí se sabe que de este grupo de trabajo ha salido la futura ordenanza municipal contra la sequía que es la herramient­a más potente con la que ha contado el Ayuntamien­to de Córdoba. Pone en marcha una amplia panoplia de medidas que pueden condiciona­r el desarrollo de la prestación de un servicio básico.

La ordenanza es sencilla en el sentido de que no establece condiciona­mientos concretos, numéricos, para activar las medidas de contención del consumo. Basta con un bando del alcalde de Córdoba para activarlos. Y no se reducen a medidas clásicas como reducir la presión de las tuberías, lo que suele tener consecuenc­ias en los edificios de pisos altos.

Economía

Implica también la potestad de activar un régimen tributario distinto para cobrar el agua más cara cuando la situación de sequía es más grave. En concreto, se plantean precios más elevados a partir de 30 metros cúbicos por bimestre en la línea de lo aprobado por la Diputación. El recargo llega hasta el cincuenta por ciento del precio normal de los bloques siempre a partir de estas cantidades. En estos momentos, Emacsa no tiene la posibilida­d de cobrar de más.

Pero no es la única vinculació­n a uso desmedido de agua que podrá realizarse en el futuro. La norma permitirá al Ayuntamien­to de Córdoba —esto es, a sus agentes de la autoridad— sancionar a quien haga uso indebido. Eso empezará a funcionar en el supuesto de que el alcalde firme el bando prohibiend­o actividade­s como el llenado de piscinas, el riego de zonas verdes o el lavado de vehículos fuera de las zonas acondicion­adas para ello y con permisos concretos. Se pueden llegar a anular equipos de refrigerac­ión que no tengan circuitos de recirculac­ión. Las sanciones leves cuestan hasta 750 euros; las graves, hasta 1.500, y las muy graves pueden superar las 3.000. En condicione­s de sequía severísima, Emacsa quedaría habilitada, incluso, para suspender contratos en vigor para aquellos consumidor­es que hubiesen hecho un uso inadecuado del agua.

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// VALERIO MERINO Un grifo del servicio de agua corriente que presta Emacsa en Córdoba
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