El deber tras la tragedia
Lo que se conoce, por las revelaciones publicadas por medios como ABC, de la muerte de dos soldados en unas maniobras de instrucción en el lago de Cerro Muriano es muy inquietante. El Juzgado Militar Territorial 21 de Sevilla ya ha imputado al capitán, un teniente y un sargento como posibles responsables de un delito contra la eficacia en el servicio. Considera que podría haber relación entre la posible falta de medidas de seguridad idóneas para desarrollar el ejercicio y los fallecimientos.
Y es que lo sabido hasta ahora —siempre a la espera de que la Justicia dictamine definitivamente sobre lo sucedido— sobre las condiciones en que se desarrolló el paso de curso de agua derrotan al sentido común. Como botón de muestra, indicar que, según el atestado de la Policía Judicial, los soldados tenían como ayuda una cuerda a la que asirse pero ésta «no tenía ni la entidad ni la robustez suficientes» para cumplir su fin de subsistencia. Se hizo con dos empalmes de tres sogas y se venció un día antes al montarla. Lo habitual, dijo un sargento que participó en su instalación en su declaración a la Guardia Civil, es que se hubiera puesto una línea de vida, un cable de acero con poleas a las que se enganchan los soldados con arneses.
Este indicio y otros evidencian que es necesario llegar al fondo de los hechos. Y se debe hacer por múltiples motivos. El primero es que las familias de los fallecidos, el soldado Carlos León y el cabo Miguel Ángel Jiménez, deben saber la verdad de lo ocurrido. El peso de la ley ha de recaer sobre quienes dirigían estas maniobras si el Juzgado Militar determina que su forma de organizarlas provocó que se perdieran dos vidas.
Es igualmente necesario conocer qué sucedió para que se vea lo menos afectado que sea posible el buen nombre del Ejército y de la Brigada Guzmán el Bueno X, que es un referente dentro y fuera de nuestras fronteras. El esclarecimiento de los hechos —que evite que se repitan trágicos errores si la sentencia fija que los hubo— es una obligación para que las Fuerzas Armadas sigan avanzando en la brillante labor de profesionalización y modernización que han protagonizado en las últimas décadas y para que no se resienta su ligazón con la sociedad, especialmente estrecha en el caso de la cordobesa.