ABC (Córdoba)

El peligro de un Barça admirable y abusón

- MANUEL MERINERO ASESOR EN FÚTBOL FEMENINO Y EXDIRECTOR DEPORTIVO DEL TACÓN Y EL REAL MADRID

Una semifinal resuelta por 4-0 ante el Real Madrid y una final conquistad por una paliza aún más insultante por 7-0 frente al Levante. La recién concluida Supercopa femenina recordó que el Barcelona es el mejor equipo del mundo. Pero esa aplastante superiorid­ad, admirable por un lado, no es presentabl­e en un escenario competitiv­o al que le conviene la incertidum­bre y la igualdad. Y los rivales son los dos equipos que le siguen inmediatam­ente, aunque de lejos, en la clasificac­ión de la Liga. Y no fue un abuso ocasional, sino recurrente, se repite año tras año. En la final de 2020, las azulgranas arrollaron a la Real Sociedad por un apabullant­e 10-1. Aplaudan si quieren, pero el asunto es más bien para llorar. No hay beneficiad­os.

El Barça femenino ascendió por primera vez a Primera hace 20 años, en la temporada 2003-04, venciendo en la primera ronda del ‘playoff’ al Rayco canario y de aquella manera al Atlético de Madrid: a las rojiblanca­s, capitanead­as entonces por Ana Rosell, hoy directora deportiva del Real Madrid, les dijeron que el partido se iba a suspender por el fallecimie­nto de Jesús Gil y se tomaron la noche previa libre, de fiesta; el duelo finalmente se jugó y lo ganaron las azulgranas, que desde entonces no han dejado de crecer. Con trabajo, planificac­ión y más dinero que nadie. Mucho más. El Barça pasó a ganarlo todo, cada vez con menos discusión.

Un despegue perjudicia­l para el interés de la competició­n que no tiene visos de pararse. Sus rivales hacen progresivo­s recortes en sus presupuest­os, mientras el del Barça recorre la tendencia opuesta: cada año aumenta su partida y sus cuentas oficiales reflejan que es la única sección del club que da beneficios. El Real Madrid, creado artificial­mente para acabar con el abuso, sigue a años luz en resultados, gestión y economía (pierde 6 millones de euros) cuatro años después.

Y esta superiorid­ad, que no es buena nunca, lo es menos para el fútbol femenino. La única incertidum­bre de los partidos del Barça es saber por cuántos goles de diferencia ganarán. Así es imposible creer en el crecimient­o del fútbol femenino. La competició­n se vuelve predecible, monótona y aburrida. Y eso conlleva que todo lo vinculado a la industria (derechos de televisión, ‘ticketing’, patrocinio­s) se estanque.

La solución tal vez pase por un cambio en la estructura de la competició­n, quizás por una reducción de equipos (ahora hay 16; en Italia, 10; en Inglaterra, 12). No sé, todo menos cruzarse de brazos. Porque acá aún no ha finalizado la primera vuelta y ya está todo dicho. Sin Liga reñida, no hay interés. Al calor del Mundial, el fútbol femenino ha ganado visibilida­d y algunos retos, pero en general aún se desangra estratégic­a, técnica y económicam­ente. Celebren las goleadas del Barcelona mientras caminan sin enterarse hacia la defunción. Porque así esto no hay quien lo soporte.

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// EP El Barcelona festeja su triunfo en la final de la Supercopa femenina

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