Emitir no es visibilizar
El fútbol femenino exhibe sus miserias en el mercado
El presidente del Gobierno ha detectado un error en Primero de Matrix, clases telemáticas, y ha dispuesto una partida de 500 millones para resolverlo: más Mátemáticas con perspectiva de género y más comprensión lectora con visión de progreso y gafas de cerca. Su ministro de Cultura, también detector de fallos estructurales, ha localizado un defecto sistémico en nuestro modelo museístico y ha dado instrucciones a su cuadro de conservadores, valga el contradiós, para superar el marco colonial de tanto lienzo. Otra de las patas –la mentira las tiene muy cortas, pero en abundancia– de nuestro régimen de adoctrinamiento, la televisión pública, ha localizado una desconexión en la recepción digital del fútbol femenino, punta de la lanza de la visibilización del empoderamiento de género y la materialización de las políticas igualatorias. A diferencia de Sánchez y Urtasun, que tienen claro cómo alterar el ‘statu quo’ de tanta ignorancia regresiva, en TVE todavía no han dado con la tecla.
Retransmitida en abierto el pasado fin de semana, la final de la Supercopa femenina de fútbol solo fue vista por el 3,2 por ciento de la audiencia, y eso que era gratis. En octavos de la Copa del Rey, también por TVE, el Atlético-Madrid registró días atrás una cuota de pantalla del 32 por ciento, cifra que llegó al 40,8 por ciento en la prórroga del partido. Las comparaciones son odiosas, sobre todo para quien sale perjudicado, pero las cifras de audiencia todavía resultan útiles como medida de la permeabilidad de la sociedad ante fenómenos ajenos a sus hábitos. Más de lo mismo: el Madrid-Almería del pasado domingo logró un 8 por ciento por ciento, y el Betis-Barcelona subió hasta el 8,6. Ambos partidos eran solo para abonados, espectadores que pagan por ver lo que quieren y que rechazan lo que les dan gratis.
Los propagandistas del fútbol femenino, de la igualdad de oportunidades y de la tabla rasa tienen un problema con la audiencia televisiva similar al de Sánchez con los niños que salen de la escuela sin saber hacer la o con un canuto y al de Urtasun con los turistas que van al Prado y no perciben el marco colonial sobre el que se levantó. O metemos el fútbol femenino en los planes de estudio, con perspectiva de Jenni, o recuperamos a Rubiales, para darle algo de vidilla a esto.