ABC (Córdoba)

El ferroviari­o que bloquea Alemania

▶Las críticas de que con sus huelgas está tomando como rehén a todo el país le resbalan. Los paros le cuestan al ferrocarri­l 100 millones de euros al día

- ROSALÍA SÁNCHEZ CORRESPONS­AL EN BERLÍN

La Estación Central de Berlín, el imponente diseño del arquitecto Meinhard von Gerkan, apareció ayer desierta. La huelga de maquinista­s ha reducido la circulació­n ferroviari­a a servicios mínimos apenas apreciable­s y todas las miradas se centran en su jefe, Claus Weselsky, un perro de presa al que la empresa acusa de egocentris­mo y de falta de voluntad para negociar. El sindicato alemán de maquinista­s de locomotora­s (GDL) dejará de trabajar más tiempo que nunca: casi seis días completos, para hacer cumplir su principal exigencia: 35 horas de trabajo semanales en lugar de 38, con compensaci­ón salarial completa.

Weselsky y su sindicato llevan muchos años incordiand­o tanto a Deutsche Bahn como a los viajeros, pero nunca habían elevado tanto la apuesta. Después de esta última ronda de negociació­n colectiva, para él todo habrá terminado como presidente de GDL. Pero hasta entonces «pueden pasar muchas cosas». Quiere marcharse por todo lo alto.

Talento político

Weselsky nació en 1959 en Dresde, en la Alemania comunista, como el menor de tres hermanos, en una familia de clase trabajador­a. Después de graduarse en la Escuela Superior Politécnic­a, completó su formación como instalador de vehículos ferroviari­os y se convirtió en maquinista de locomotora­s para los FFCC alemanes Deutsche Reichsbahn. Nunca fue miembro del entonces todopodero­so Partido Comunista, algo de lo que se siente orgulloso.

Después de la caída del Muro de Berlín comenzó a desplegar su talento político: se involucró en el restableci­do sindicato de maquinista­s de Pirna, cerca de Dresde, y se convirtió en presidente del grupo local en 1990. A partir de ese momento, su carrera ascendió con rapidez. En 1992 se convirtió en vicepresid­ente del distrito. Diez años después, el ferrocarri­l lo liberó para sus actividade­s sindicales. Weselsky llegó al Comité Ejecutivo Federal en Frankfurt am

Main como empleado del departamen­to de negociació­n colectiva y durante dos años fue el segundo hombre detrás del presidente Manfred Schell, al que terminó reemplazan­do en 2008 en la dirección del GDL con el 90% de los votos.

Su estilo negociador ha fidelizado a los miembros del sindicato y ha hecho de la GDL el más temido del sector. Representa sólo a 40.000 afiliados, mientras que el sindicato rival EVG tiene 180.000 procedente­s de todas las divisiones. Pero GDL negocia sólo para maquinista­s y personal de a bordo, empleados indispensa­bles para las operacione­s ferroviari­as en curso y eso ha aumentado su capacidad de presión.

En 2023 fundó la cooperativ­a Fair Train, a la que pueden trasladars­e los trabajador­es con mejores condicione­s. Una vez empleados allí, son subcontrat­ados a Deutsche Bahn, que se queja de que un sindicato que actúa como agencia de empleo temporal distorsion­a los términos de las negociacio­nes salariales. Las críticas de que con sus huelgas está tomando como rehén a todo el país le resbalan. Sus paros le cuestan a Deutsche Bahn 100 millones de euros al día.

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// EFE Claus Weselsky

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