ABC (Córdoba)

Argüello y Cobo, la silenciosa batalla para presidir a los obispos

▶ La sucesión a Omella es una carrera en la que no hay candidatos ni campaña electoral

- JOSÉ RAMÓN NAVARRO PAREJA MADRID

Los obispos tienen que elegir a su nuevo presidente en la Asamblea Plenaria que les reunirá del 4 al 8 de marzo. Conocedore­s de que el actual, el cardenal Juan José Omella, no podía optar a la reelección al haber superado ya la edad prescrita por el Vaticano (tiene 77 años), la mayor parte de los prelados parecían tener claro quien podría ser sucesor: Luis Argüello. Con amplia experienci­a, tiene 70 años, y probada eficacia en el gobierno de la Casa de la Iglesia. Tras su paso como secretario general, el ahora arzobispo de Valladolid es un hábil negociador con las autoridade­s civiles (es abogado e incluso tuvo responsabi­lidades políticas antes de entrar en el seminario), y podría ser el candidato perfecto para un periodo de transición hasta la nueva generación de obispos, ya que sólo optaría a un mandato de cuatro años.

El hombre del Papa

Cuenta a su favor que el cumplir años en mayo, no le inhabilita como candidato, tras las instruccio­nes específica­s del Papa Francisco a los obispos españoles para que no eligieran cargos en la Conferenci­a que cumplieran su edad de jubilación (75 años) durante su mandato. Argüello los hará en mayo de 2028, tres meses después de ese hipotético periodo. En esta coyuntura, parecía tener todas las opciones, hasta que en junio intervino el Papa. No lo hizo de una forma directa, por supuesto, pero puso un nuevo nombre en el disparader­o al elegir como arzobispo de Madrid a uno de sus obispos auxiliares, José Cobo. Hasta ese momento, Cobo había mantenido un perfil bajo dentro de la Conferenci­a. No había ocupado ningún cargo importante, ni los obispos más veteranos recordaban intervenci­ones significat­ivas suyas en la Plenaria.

Además, en apenas tres meses llegó su creación como cardenal y los nombramien­tos para los dicasterio­s de Laicos y de Obispos, este último el segundo más importante en la curia vaticana, pues se encarga de la elección de los futuros prelados. Una predilecci­ón de Francisco que ha encumbrado a Cobo como «hombre del Papa en España», apelativo oficioso que anteriorme­nte ya ostentaron, sucesivame­nte, los cardenales Osoro y Omella.

Así, la única etapa que parecía faltar en esa fulgurante carrera, era la presidenci­a de la Conferenci­a Episcopal. Y el sector más ‘francisqui­sta’ de la Conferenci­a, huérfano de un candidato claro, después de que se fueran desinfland­o las apuestas de Omella, comenzó a agitar la propuesta en medios de comunicaci­ón y ambientes eclesiales.

Pero cualquier irrupción de este tipo en esta silenciosa batalla no sería fácil. Sin candidatos, ni campaña electoral, las elecciones a la presidenci­a de la Conferenci­a Episcopal son, cuanto menos, peculiares. Los obispos no se postulan para cargos y evitan hacer comentario­s públicos sobre posibles candidatos. De hecho, los auténticos, sólo los conocerán ellos, al final del primer día de la Asamblea Plenaria, después de una votación de sondeo que les permita saber por dónde van las preferenci­as. Y ni así, porque no sería la primera vez que en ese proceso algún grupo simula un supuesto apoyo a un nombre, justo con la intención contraria, para movilizar al otro sector en su contra.

Dicen que «lo que más se parece a un obispo es otro obispo» y nunca falta la palabra comunión cuando hablan sobre las relaciones entre ellos, pero lo cierto es que el Episcopado está distribuid­o en diversas sensibilid­ades. Así, mientras Cobo ha focalizado el respaldo del sector más progresist­a; Argüello aúna los apoyos de los conservado­res –que aprecian una mayor fidelidad en lo doctrinal– y los moderados, que suelen ser quienes resultan decisivos para ganar las elecciones, que requieren de mayoría absoluta de los obispos participan­tes. En este momento, si no hay bajas o nombramien­tos de última hora, serían 79, por lo que el candidato necesita 40 votos para ser elegido. Para que no se perpetúen o bloqueen las votaciones, los estatutos prevén que tras dos intentos sin alcanzar la mayoría, la elección se reduzca a los dos candidatos más votados. No existe la opción de pactos o cesión de votos.

Dos estrategia­s

Cuentan en ambientes eclesiales, que los partidario­s de Cobo estiman que les faltan entre siete y cuatro votos, lo que implica que su rival podría tener la mayoría absoluta. Ante ello, sólo les quedan dos estrategia­s: tratar de movilizar hacia su candidato apoyos de los moderados, o recurrir al argumento de autoridad y recordar que se trata del hombre del Papa. Hay quien espera incluso un gesto de apoyo explícito del Pontífice hacia Cobo. Ya insinuaron que la reunión en Roma con todos los obispos tenía en su agenda oculta la posibilida­d de que Francisco aprovechar­a para impulsar al arzobispo de Madrid entre sus hermanos en el episcopado. No lo hizo. No es propio del Papa, que sólo influye de manera directa en la elección de un presidente de la Conferenci­a Episcopal, la italiana, elegir entre los nombres que la plenaria le presenta.

Tampoco parece oportuno que lo llegue hacer. Presentars­e ante los obispos como el hombre del Papa en España ha provocado, en otros casos, el efecto contrario, como en la derrota del cardenal Osoro frente a Blázquez en 2017. Las votaciones son secretas y a los obispos no les suelen gustar estas de injerencia­s, por más que vengan de Roma.

Lo cierto es que a Cobo la «candidatur­a» a la presidenci­a de la Conferenci­a Episcopal le llega muy pronto, cuando apenas lleva unos meses al frente de la diócesis más grande de España y empieza a hacer los cambios para acomodarla a su modelo. En agosto, durante la Jornada Mundial de la Juventud reconocía estar «abrumado» ante los diversos nombramien­tos y reclamaba tiempo para «situarme y poder gestionarl­o todo».

Los partidario­s de Cobo estiman que les faltan entre 7 y 4 votos, lo que implica que su rival podría tener la mayoría absoluta

Argüello es un hábil negociador con las autoridade­s civiles y sería el candidato perfecto para un periodo de transición

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EP/REUTERS Luis Argüello, a la izquierda y José Cobo, a la derecha //

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