Alcaraz choca con un excelso Zverev
▶El español, desajustado al inicio, regala un tímido intento de remontada, pero cae en cuartos ante el alemán, muy sólido tanto física como mentalmente
Se marcha Carlos Alcaraz de la Rod Laver Arena con ovación, aplaude la grada su entrega, sus ganas, su sonrisa y sus chispazos que presagiaban un milagro que no llegó. Se marcha Alcaraz de Australia en cuartos, con otra lección para el futuro, después de un partido en el que se juntaron dos rivales: él mismo y un Alexander Zverev espléndido en su imperturbabilidad.
Ni el protagonista entiende qué ha pasado. «Me encantaría decirte qué ha podido pasar, pero no he encontrado buenas sensaciones al principio y sí muchos errores que no venía haciendo», expone después. Un mal inicio que desencadena todo lo demás y que Alcaraz asume desde ya y se promete mejorar para el futuro: «Si quiero hacer grandes cosas y ganar más Grand Slams, este tipo de cosas tengo que mejorarlas. Porque ante este tipo de jugadores, volver tras un inicio así no es imposible, pero es muy difícil».
Hay un Alcaraz apagado, sin chispa, lleno de errores (45 al final), sin fuerza ni velocidad y sin claridad de ideas al comienzo –y en casi dos sets– en los que el personal se pregunta si era el Alcaraz que habían visto pletórico ante Miomir Kecmanovic. Y hay un Alcaraz que sonríe cuando gana el tercer set con un tie break con el que alimenta la esperanza de su palco y de sí mismo. Un arreón de orgullo y ese nunca darse por vencido tan español que, no obstante, dura poco. Desequilibrada la balanza en contra gracias también al peso que impone Zverev, soberbio en su estrategia y en su puesta en juego, granítico cuando cede el tercer parcial después de tener saque para ganarlo, impertérrito cuando Alcaraz se quita la niebla de los ojos y parece que asomará el Alcaraz al que le falta una remontada milagrosa.
Avisaba el alemán que no estaba muerto, que todo el mundo apuntaba a esos cuatro maratones que se ha marcado en este Abierto de Australia, y con la tensión física y mental que supone pasar de ronda en el filo del super tie break, esas cinco horas de más que había pasado en pista con respecto al español, ligero de equipaje y poco desgaste en sus piernas. Pero en la Rod Laver se cambian los papeles. Liviano el de Hamburgo; espeso el de El Palmar, que concede una doble falta para iniciar el partido y un primer set en 29 minutos.
Nada sale bien de la mano de Alcaraz, que encadena errores propios e impropios. No le alcanza el saque –«nivel muy malo de porcentaje, de velocidad, de dirección, de todo», asume–, desacertado con el revés, las piernas no lo sostienen en los puntos largos, no hay efectividad ni potencia con la derecha, el termómetro que define cómo está. No ve soluciones ni huecos en el rival.
Y lo poco que encuentra lo desarticula un Zverev que golpea desde los saques desde el firmamento (196 centímetros más su brazo más la raqueta) y es una versión superior en todos los frentes: calmado y certero, sin errores de bulto ni dudas, metiendo presión en cada golpeo, pocas opciones con un saque que rompe el aire, impecable con el revés, sobre todo cruzado, con lo que aturulla de nuevo al español, haciendo la herida y el desconcierto aún más grande con otro set en su bolsillo. «No me ha dejado opción para entrar en el partido, y la frustración ha ido aumentando poco a poco: ver que lo intentaba y no cogía buenas sensaciones; tener oportunidades y no aprovecharlas», analiza. Aceptado el desenlace con 6-1, 6-3 y 5-2, Alcaraz suelta la mano y se regala un set con un tie break magnífico, y una hora más para intentar cambiar el rumbo, que de orgullo va sobrado, pero no logra aferrarse al impulso –otros tres errores en el octavo juego–. El alemán cierra costuras y dudas a 220 kilómetros por hora y no se permite un segundo fallo cuando tiene en su mano la victoria. Mañana juega la semifinal contra Daniil Medvedev.
Desde hoy, Alcaraz aprende: «Creo que estos malos inicios son algo normal. Me pasaba más, ahora de forma más esporádica y sé que lo voy a mejorar y no me pasarán. O si me pasan, volveré rápidamente. Voy a trabajarlo».
«Estoy triste por mi nivel. Fue duro lidiar con la presión. Con un mal inicio es muy difícil remontar»