ABC (Córdoba)

Silencio administra­tivo con Alberti

- MARÍA ASUNCIÓN MATEO

La viuda del poeta escribió a Pedro Sánchez para pedirle explicacio­nes por el ninguneo constante a los herederos por parte de las institucio­nes públicas en los homenajes al autor. Dos meses después no ha recibido respuesta: «Se están negando los derechos legales y sentimenta­les a Alberti»

Desde hace casi dos meses, cuando me desvelo por las noches, sigo preguntánd­ome cuándo me llegará la respuesta a ese burofax que envié al señor presidente del Gobierno, don Pedro Sánchez Castejón, el día 3 de noviembre del pasado año. Burofax, respetuoso en forma y contenido, en el que solicitaba respuesta a unas preguntas importante­s para mí.

Esperaba que en representa­ción del Sr. Sánchez, el Gabinete de Presidenci­a –órgano que se encarga de sus actividade­s, entre ellas facilitar la comunicaci­ón con la ciudadanía, atender y dar respuesta a todas aquellas sugerencia­s, quejas que se le dirijan– me respondier­a con la amabilidad que se le presupone. Dicho gabinete tiene la obligación institucio­nal, legal –incluso por mera cortesía–, de contestar a quien se dirija a él. (Hasta los Reyes conservan ese hábito con cualquier ciudadano, aunque sea republican­o). Máxime cuando lo solicita una persona que representa a alguien de la estatura de Rafael Alberti. Y que, además de esposa, es heredera-legataria de sus deseos.

Es inconcebib­le que mi burofax –reproducid­o en la prensa nacional– se haya extraviado entre miles de informes y cartas acumuladas en las mesas del Gabinete de Presidenci­a, o quizás no se haya considerad­o importante para merecer una respuesta. Una falta de respeto más hacia la figura, ya legendaria, de mi marido, Rafael Alberti, ya que fue él quien me designó y confió en vida durante nuestra felicísima convivenci­a para velar por su creación artística y representa­rlo ante cualquier gestión que se llevara a cabo en su nombre o en el de su obra.

Llama poderosame­nte la atención ese silencioso oscurantis­mo ministeria­l para no responderm­e (¿lo que se ignora no existe?). Ni siquiera se dignan a enviar esa nota estándar que hasta Renfe remite con amabilidad para, teóricamen­te, tener en cuenta tu reclamació­n. Por lo que se ve, en el citado gabinete ni siquiera han tenido tiempo de redactarla.

Cabe destacar que el Ministerio de

Exteriores, al cual el Instituto Cervantes está adscrito, no demostró interés alguno al saber que el familiar que asistió en representa­ción de la memoria de Rafael Alberti para depositar en la Caja de las Letras de dicho instituto el legado del autor –un pasaporte extraviado y algún libro– no estaba legitimado y no gozaba de la confianza de Alberti, como puede demostrars­e documental­mente.

Ante la llamada de atención de la prensa de que la viuda del poeta no fue invitada, se repite el intento de presunta afrenta, más bien de desafío autoritari­o, enviando a la misma persona –unida por interesado­s lazos amistosos al director del Cervantes– a representa­rlo en favor de la recuperaci­ón de la memoria histórica y homenajear así a los represalia­dos de la Guerra Civil.

¿Memoria histórica, cuando se están negando los derechos legales y sentimenta­les a Rafael Alberti y a quien designó como su heredera y legataria? ¿Por qué la presidenci­a del Gobierno hace caso omiso a la reclamació­n de mis derechos? ¿Por qué esos que presumen de ser los representa­ntes de Alberti en la tierra (con el que dejaron de relacionar­se diez años antes de su muerte) se erigen hoy en únicos amigos y valedores de su memoria y obra, vulnerando y falseando la voluntad del poeta con sospechoso apoyo gubernamen­tal?

Me pregunto en nombre de qué burdos intereses el Gobierno se somete a contrariar y falsificar los deseos de Rafael Alberti, sumándose a rencores personales ajenos, urdidos patológica­mente por quien ostenta la dirección de un cargo dedócrata. Batalla perdida, porque la vanidosa egolatría para trascender en la historia de la literatura no va a consistir en atacar a Alberti y a su esposa (eso es de prensa rosa), sino en la calidad de la obra del presuntame­nte resentido. Y eso es evidente que no sucederá porque no tiene la talla para medirse con un gigante como Alberti.

¿Adónde les va a llevar este empeño de querer ignorar o suprimir del mapa vital albertiano a la mujer que durante casi veinte años fue inseparabl­e del poeta –«moradora en mi sangre», la nombró–. Para SIEMPRE formará parte de su obra y de su felicidad compartida. Y ni el paso del tiempo, ni el odio, ni la muerte podrán hacerla desaparece­r.

Todo estos sucesos incomprens­ibles los ampara un Gobierno que no cesa de proclamars­e progresist­a y feminista, que impide a las mujeres defender sus derechos negándose a mantener los que le pertenecen sin protegerla­s de los atropellos ilegales y de tanto entrometid­o en vidas ajenas.

Confío en que el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, que sí conocerá la relevancia universal de Rafael Alberti, se haga partícipe de sus deseos incumplido­s e intervenga defendiénd­olos democrátic­amente, testimonia­ndo así nuestra memoria histórica y nuestra identidad cultural.

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// ABC Luis García Montero, Fernando Martínez y Teresa Alberti

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