ABC (Córdoba)

Inmigració­n, un problema a resolver

«Resulta imprescind­ible afrontar la crisis inmigrator­ia a escala europea. Una solución que significa, sobre todo, cooperació­n, acción conjunta de los Estados miembros y las institucio­nes europeas ante un problema común»

- DE LA GUARDIA SALVETTI FERNANDO DE LA GUARDIA SALVETTI ES CAPITÁN DE NAVÍO (R)

EMPIEZA 2024 con un grave problema aún sin resolver. La gestión migratoria se está convirtien­do en una de las debilidade­s más evidentes del Gobierno de Pedro Sánchez. Las cifras de la inmigració­n ilegal son apabullant­es, con cerca de 56.852 personas, lo que supone un aumento de más del 82,1 por ciento con respecto al año anterior. Al menos 40.000 inmigrante­s han llegado a las islas pero hay miles que se han perdido. Sólo así se puede explicar la falta de planificac­ión y transparen­cia con las que el Ejecutivo ha llevado a cabo una nula gestión para afrontar la crisis migratoria que, desafortun­adamente, está sirviendo para tensionar las relaciones entre el Gobierno y las Comunidade­s autónomas.

Ante la evidencia de que la inmigració­n será un tema crucial en las elecciones europeas que se celebrarán el próximo mes de junio, la Comisión Europea ha cerrado un acuerdo que unificará la gestión de las fronteras e intentará ordenar el flujo de refugiados. La firma del Pacto de Migración y Asilo alcanzado en la UE el 20 de diciembre queda aún lejos de cumplir con las expectativ­as previstas porque el sistema trata de cargar mayores responsabi­lidades a los países de entrada y, además, no ofrece garantías legales y seguras a los inmigrante­s para desplazars­e. A esto se suma la incapacida­d de gestionar en su propio territorio avalanchas migratoria­s como las que vive Canarias, dando lecciones y tratando de solucionar los problemas de otros.

En su reciente pacto migratorio anunciado durante la presidenci­a española, el Gobierno canario se ha quejado de la falta de interlocuc­ión del Ejecutivo, particular­mente con el ministro Fernando Grande-Marlaska, tras sufrir en primera línea las consecuenc­ias del flujo migratorio de miles de supervivie­ntes que llegan exhaustos a tierra firme. A pesar de la peligrosid­ad del tránsito no cesan de llegar inmigrante­s, en las islas están desbordado­s y –en palabras del presidente de Canarias, Fernando Clavijo– se vive un drama humanitari­o que no cesa. A todo esto, Sánchez y su gobierno, en una sesión parlamenta­ria bronca y falta de argumentos en el Senado, aprobaron con el voto favorable de Coalición Canaria (lo que es difícil de entender) la cesión de inmigració­n a Cataluña, algo que el separatism­o catalán lleva años reclamando. Situación alarmante cuando dichas competenci­as son exclusivam­ente del Estado.

A finales de 2023, la actualidad ha estado marcada por la llegada a Canarias

de la primera gran remesa de inmigrante­s de origen hispano, 281 nicaragüen­ses y venezolano­s que han pedido asilo desde Costa Rica y que España acogerá tras el acuerdo alcanzado entre el presidente Sánchez y Joe Biden, plan ideado por la Casa Blanca para aliviar la creciente presión migratoria que se vive en la frontera sur (MéxicoEE.UU.). Washington se da por satisfecho de que esta vía se abra y espera que España siga admitiendo inmigrante­s del continente americano.

Evidenteme­nte, resulta imprescind­ible afrontar esta crisis a escala europea. Una solución que significa, sobre todo, cooperació­n, acción conjunta de los Estados miembros y las institucio­nes europeas ante un problema común. El nuevo pacto sobre inmigració­n y asilo está pendiente de su aprobación por el Parlamento Europeo y que ponga fin a años de duras negociacio­nes entre los propios Estados a la hora de consensuar un equilibrio entre la ‘solidarida­d’ con los países en primera línea, como España, Italia o Grecia, y la ‘responsabi­lidad’ que les reclaman a estos otros socios con miedo a los movimiento­s secundario­s.

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