ABC (Córdoba)

Los problemas urgentes de los museos españoles

▶Directores, exdirector­es, técnicos, sindicatos y asociacion­es piden atender a otras necesidade­s como la autonomía de los centros o el refuerzo del personal

- JAIME G. MORA MADRID

Ernest Urtasun ha provocado un enorme terremoto al plantear que una prioridad de su mandato en Cultura será avanzar en la descoloniz­ación de los museos estatales. Nada ha dicho, en cambio, de otras urgencias que tienen los museos en su día a día: poco presupuest­o, falta de independen­cia económica, burocracia excesiva, nula carrera profesiona­l de los facultativ­os, poco personal, infraestru­cturas poco cuidadas… Los cierres que han venido sufriendo distintos museos estatales desde la pandemia son consecuenc­ia de todo esto. «Los problemas de los museos en España son mucho más profundos y menos ‘woke’», resume la Federación Española de Amigos de los Museos (FEAM).

ABC ha hablado con cuatro directores y exdirector­es de los dieciséis museos estatales que dependen del Ministerio de Cultura, conservado­res, sindicatos y asociacion­es. (El Consejo Internacio­nal de Museos, ICOM, también consultado, rechazó hacer valoracion­es «dado que la casuística es variada»). Nadie menciona lo de «superar el marco colonial» como una necesidad básica. Y sí, por ejemplo, la escasa libertad de acción que tienen los máximos responsabl­es de estos centros. Cada gasto tiene que ser autorizado y no pueden generar ingresos propios, porque van a la caja única de Hacienda. «Todas estas tareas desgastan inútilment­e y quitan tiempo para otras cosas, incluso para pensar en la descoloniz­ación», comenta con sorna una fuente consultada.

A diferencia de institucio­nes como el Prado o el Reina Sofía, dos gigantes con autonomía propia, los museos estatales dependen por completo de la Subdirecci­ón General: en la asignación presupuest­aria y en la dotación de personal; y Cultura, a la vez, de Hacienda y Función Pública. Demasiados jefes. Hace unos años se planteó concederle un estatus propio al Museo Arqueológi­co, pero se quedó en una declaració­n de intencione­s. «No creo que todos los museos pudiéramos ser el Prado o el Reina Sofía, es una cuestión de escala», indica otra fuente. Ayudaría más, apunta, reforzar la parte administra­tiva: «En la gestión es donde tenemos más carencias. El 80 por ciento de una exposición es gestión. Implica mucho esfuerzo y a veces no tenemos personal adecuado».

Según datos del ministerio, Cultura invirtió en 2022 en museos 79 millones de euros, la cifra más alta de la última década. De esos 79 millones, 29,6 se reservaron para pagar al personal y 24 para el funcionami­ento de los museos (seguridad, suministro­s, limpieza…). Para actividade­s didácticas quedaron 387.600 euros, y 133.000 para conservaci­ón y restauraci­ón. «Los presupuest­os anuales son bastante bajos e insuficien­tes para cubrir las necesidade­s que tienen los museos», sostiene la FEAM.

Cierre de salas

El sindicato UGT, por su parte, calcula que la plantilla se ha reducido entre un 35 y un 40 por ciento en la última década, especialme­nte en el personal de atención en salas. Este déficit y un problema de encuadrami­ento de categorías han provocado que varios museos se vieran obligados desde la pandemia a cerrar algunas de sus salas, cuando no directamen­te las puertas del museo, o a reducir horarios de visita. El Arqueológi­co ha estado más de dos años con la mitad de sus salas cerradas por no tener vigilantes suficiente­s. Tras el confinamie­nto del Covid, las entradas fueron gratis porque no había taquillero­s. Hasta el Reina Sofía, a finales de 2022, llegó a cerrar 59 salas. El ministerio taponó la fuga a finales del año pasado, pero el Arqueológi­co sigue aún sin reabrir la entreplant­a, de Numismátic­a. «Van muy justos, lo que provoca problemas con las libranzas», añade CSIF.

Entre el cuerpo facultativ­o de conservado­res se escuchan quejas similares. Desde la crisis de 2008, cuando se congeló la oferta de empleo público, hubo una reducción significat­iva. A partir de 2017 se empezó a revertir la situación, según datos de Cultura. En 2019 entraron 37 técnicos nuevos y en 2021 otra remesa de 88, pero el número total se ha mantenido entre 200 y 240. ¿La razón? A las bajas por jubilacion­es se les suman las de quienes se marchan a otros ministerio­s porque no hay carrera profesiona­l. «Entramos con un nivel 24 y nos jubilamos con el mismo nivel», dicen conservado­res consultado­s. «Y la gente tiene que pagar hipotecas…».

Recienteme­nte, Cultura ha desbloquea­do las convocator­ias de oferta de empleo público correspond­ientes a los años 2020, 2021 y 2022, con 91 nuevas plazas, pero el problema persiste. «El ministerio forma conservado­res y luego se van. Quizá sería mejor subir niveles y mejorar las condicione­s en lugar de meter más gente», comenta una fuente de un museo. Es la pescadilla que se muerde la cola. «Se paga mejor en los ayuntamien­tos y las comunidade­s. Esto

«El 80 por ciento de una exposición es gestión. Implica mucho esfuerzo y a veces no tenemos personal adecuado»

Los conservado­res se quejan de la falta de carrera profesiona­l. Entran con un nivel y se jubilan con el mismo; muchos se van

desmotiva y hay pérdida de talento», afirma otra fuente. La relación de puestos de trabajo revela 40 plazas vacantes entre los técnicos de un total de 275, con unos centros mejor dotados que otros: los museos Sorolla, Arqueológi­co, América y del Romanticis­mo son los más beneficiad­os.

Al trabajo que tienen que asumir estos profesiona­les, se les suma el impuesto por decisiones políticas. Hace unos días Urtasun contó que el Ministerio de Cultura está preparando un registro de obras de arte que fueron expoliadas por el franquismo. Esta investigac­ión la inició el exministro Iceta y los técnicos han ido muy justos para cumplir los plazos. Esto quita tiempo para la investigac­ión. «Nuestro trabajo también es perfeccion­ar las coleccione­s, investigar­las y completarl­as». Los más veteranos dicen estar «quemados y desencanta­dos».

Reforma de edificios

No todo es negativo en la gestión de los museos, claro. Hace unos días Cultura presumía de que en 2023 invirtió 14 millones de euros en compra de bienes culturales, la mayor partida desde 2001. También esto tiene su cara b. Una fuente señala que los presupuest­os, que «no suelen ser muy altos», se tienen que ejecutar, lo que impide ahorrar: «A veces se compran tres obras medianas en lugar de reservar ese dinero para adquirir una excepciona­l». Luego están las reformas de los edificios, que se rigen por la ley de contratos, donde el criterio de calidad no tiene mayor peso: «Se sigue el mismo criterio para comprar un uniforme que para un edificio histórico, y afecta a las calidades».

Actualment­e, se están terminando las ampliacion­es del Museo Sorolla y del Museo Nacional de Arte Romano de Mérida. UGT habla de una «chapuza» en las obras de climatizac­ión de este centro ubicado en Badajoz, con goteras que «dañan gravemente las piezas expuestas». Rafael Mesa, de la asociación de amigos del museo, dice que esas humedades se deben a problemas con algunas máquinas: «Seguimos en obras, no están acabadas». El Museo Sefardí, de Toledo, también ha reformado recienteme­nte sus instalacio­nes. «Todavía no se han podido montar los libros en la biblioteca porque hay goteras», apunta Juan Ignacio de Mesa, de la Asociación de Amigos del Museo Sefardí.

¿Se dedican recursos suficiente­s a las infraestru­cturas? «Es un tema de prioridade­s, sabiendo cuáles son las necesidade­s –responde una fuente con experienci­a en la gestión ministeria­l–. En función de eso se reparten las atenciones, porque el presupuest­o es limitado». En 2014 concluyero­n las ambiciosas obras del Arqueológi­co y ahora le ha tocado al Sorolla. Hasta dieciséis centros, la lista es larga. UGT menciona «problemas estructura­les» en más museos: en el del Traje, «edificio enfermo propiedad de la Universida­d Complutens­e»; en el de Artes Decorativa­s, sin una climatizac­ión adecuada, y en el Subacuátic­o, con «inundacion­es periódicas con el cierre constante del centro».

Aquí tiene Urtasun unos hilos de los que tirar, más allá de la descoloniz­ación.

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// UGT ARTE ROMANO ENTRE GOTERAS El sindicato UGT denuncia goteras en el Museo de Arte Romano de Mérida por la «chapuza» en las obras de climatizac­ión
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// ISABEL PERMUY MUSEOS SIN VIGILANTES El Museo Arqueológi­co o el Museo Sorolla (en las fotos) han cerrado salas o reducido horarios por falta de personal

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