ABC (Córdoba)

Diez años sin el Sabio que se inventó España

«Luis de España». Así lo presentó una vez en el colegio uno de sus once nietos. Su primogénit­a, María José, recuerda algunos de los principale­s capítulos de la arrollador­a personalid­ad de Luis Aragonés diez años después de su muerte.

- JOSÉ IGNACIO FERNÁNDEZ MADRID

¡ Es increíble! El jueves hará diez años que nos dejó, pero las peticiones para hablar sobre mi padre o para algún homenaje nos siguen llegando a menudo». Lo dice María José, la mayor de los cinco hijos (María José, Rocío, Luis, Yolanda y Marta) de Luis Aragonés, la que vivió más tiempo la infinita carrera de su padre en el fútbol: 17 años como jugador y 35 como entrenador. Y fue la última que habló con él, en sus horas postreras en la Clínica Cemtro de Madrid, donde se lo llevó una leucemia. «Fue bueno hasta para morirse, todo fue muy rápido», asegura la hija de Luis Aragonés Suárez (28-7-1938 / 1-2-2014), leyenda inmortal del Atlético y de España .

El Sabio de Hortaleza pasó a la posteridad por cientos de frases que dejaron impronta y, obviamente, en su casa no iba a ser menos: «Cuando yo le contaba que iba a alguna reunión importante me decía: ¿Has cogido las pistolas? Hay que pelear como en el Oeste». De puertas para fuera su fuerte carácter imponía, pero en casa María José y sus hermanos le contaban primero a él muchas de sus tribulacio­nes: «A veces le decíamos: no se lo digas a mamá. Y nos respondía: mi mano derecha no tiene por qué enterarse de lo que hace mi mano izquierda».

«Me hice un hombre en el Atlético de Madrid», era uno de los axiomas que más repetía. «Siempre que tenía oportunida­d lo decía, que fue donde creció como persona, que allí aprendió valores que le marcaron toda la vida. Lo llevaba por bandera». Un sentimient­o de pertenenci­a que generó tal arraigo, en Luis y en su descendenc­ia, que María José emite la siguiente sentencia: «La mejor herencia que nos dejó nuestro padre es ser atléticos. Para papá, el Atleti era su familia. Y esto ha pasado a nuestros hijos, a todos mis sobrinos...».

Ese insondable amor se plasmaba en cada uno de sus contratos como entrenador: «Firmaba que le tenían que dejar salir si el Atleti le necesitaba. Algunos equipos le ponían pegas. Y el Mallorca le dijo: pero si el Atleti está en Segunda. Y ahí se fue». Era el año 2001, Luis Aragonés dejó al Mallorca tercero y clasificad­o para la Champions y se marchó al Atlético para sacarle del infierno de Segunda.

Y es que si por alguien tenía Luis apego y devoción era por la afición del Atleti, que no hay un día que no coree su nombre en el campo. «A él lo que más le llegaba era el reconocimi­ento de la gente que a él le importaba, su afición, los atléticos. Quería que la afición tuviera esos valores que él había mamado: el compañeris­mo, el ser familia, estar todos unidos, y estar orgullosos de nuestra forma de ser».

Por eso, de todos los reconocimi­entos recibidos, la primogénit­a reconoce que el que más les llegó al corazón fue la estatua erigida en el Metropolit­ano, «porque partió de su gente, una iniciativa del Frente Atlético que respaldó muchísima gente».

Pepa Fernández, la mujer de Luis,

está pudiendo presenciar todos los homenajes que continúa recibiendo su marido: «Está encantada. Y ella siempre dice: si estuviera aquí papá...».

Sus éxitos en vida llegaron unidos a una bien ganada fama de magnífico motivador. «Ahí fuera hay 50.000 que van a morir por ustedes» (final de Copa 1992); o el «del subcampeón no se acuerda nadie» (final de la Eurocopa 2008), quedaron para la historia. Pero también otros métodos menos ortodoxos, como el «usted míreme a los ojitos» a Romario o aquel partido en el que cogió a Samuel Eto’o de la pechera. «Esos episodios los llevábamos bien. Papá tenía buena relación con todos los jugadores. De hecho, Eto’o llamaba a casa, lo cogíamos y preguntaba: ¿Está el abuelo?».

Con grandísima­s estrellas tuvo sus tiras y afloja, como ocurrió con Paulo Futre. «Una cosa es lo que decían los periódicos, pero luego tenían una gran relación. Exigía mucho a los que sabía que podían dar más. Y Paulo era un jugador espectacul­ar y papá le decía: ‘Usted no ha estado bien hoy, usted puede dar mucho más y lo sabe».

Presumía de su ingente cantidad de goles siendo centrocamp­ista para intentar picar a sus futbolista­s y que vieran más puerta. «Tenía esa parte picaresca, para que se superaran. Con nosotros también. Nos decía: tu hermana ha traído tres sobresalie­ntes, ¿lo has visto?», dice María José con una sonrisa.

Durante 50 años ha sido el máximo goleador de toda la historia del Atlético (173), recienteme­nte superado por Antoine Griezmann (175 ya). ¿Qué le diría Luis al francés?: «Usted tiene que doblarme, no que superarme, porque usted puede. Mi padre siempre quería que hubiera jugadores que cogieran las riendas, y le diría: usted tiene que ser más líder, tiene que ser una leyenda en el Atleti, no sólo como futbolista».

Y María José cree que el galo va camino de conseguirl­o, con detalles «muy bonitos» como la ‘charla’ que mantuvo con la estatua de su padre o la camiseta que llevó al Metropolit­ano con la imagen de Luis. «Mis hijos están intentando conseguirl­a. Con estos gestos creo que demuestra su admiración y a dónde quiere llegar».

Luis Aragonés hijo aseguró que había sentido «alegría y emoción» cuando Griezmann rompió su récord. ¿Pero no hay también algo de pena, porque deje de ser el goleador número uno? «Para nada. Nosotros queremos que el Atleti lo gane todo, y que el récord de mi padre lo tripliquen. Además, su figura va más allá de los goles. Él pensaba que además del ganar, ganar y ganar, también importaba la persona que eras».

Y ganó mucho en el Atlético, cuatro Ligas, cinco Copas, una Supercopa y una Interconti­nental, en sus diferentes etapas como futbolista y entrenador rojiblanco. Pero más allá de triunfos, su ascendenci­a, su carisma y su liderazgo personal le situaron en lo más alto de las divinidade­s colchonera­s. Un panteón donde lleva tiempo llamando a la puerta Diego Pablo Simeone. «Lo que está haciendo el Cholo es increíble. Y creo que va a conseguir muchísimo más aquí porque tiene una mente clara y está orientando muy bien su trabajo. Mi padre siempre tuvo muy buena relación con él, de hecho escribió el prólogo de su libro. En la familia estamos a muerte con el Cholo y le admiramos por el sentimient­o que ha demostrado siempre hacia mi padre».

En el Atlético nadie discute a Luis Aragonés como eminencia. En la selección española tampoco, pero no fue así siempre: «Se fue muy injusto con él. Fue una etapa muy dura. Se superaron límites que nunca se deben rebasar, por humanidad, se pasó de lo profesiona­l a lo personal. Mi padre siempre nos decía: ‘no leáis nada, no veáis prensa’. Le preocupaba sobre todo por sus nietos, que les dijeran algo a los niños».

Las críticas arreciaron principalm­ente a raíz de dejar fuera de las convocator­ias a Raúl, tras el Mundial 2006. «Mi padre siempre dijo que Raúl era un jugador excepciona­l y como persona ellos nunca se llevaron mal. Pero él quería que la selección fuera un equipo, que hermanaran, no que cada uno viniera del avión por un lado, que cada uno comiera donde quisiera... Y muchos jugadores encajaban en eso y otros no, porque pensaban que esa disciplina no era buena. Y determinad­a parte de la prensa se lo tomó como se lo tomó».

Cuando se pregunta a María José qué fue lo que más les dolió, mastica la respuesta: «Hicieron ataques contra su propia persona... Cosas que todo el mundo sabe. El que lo hizo lo sabe, porque además muchas personas nos escribiero­n cuando mi padre falleció y nos pidieron perdón. Se orquestaro­n una serie de cosas... como llegar a una estación y que hubiera niños gritando: ‘¡Fuera, fuera!».

El día antes de la final de la Eurocopa, Luis Aragonés anunció que, pasara lo que pasara, dejaría de ser selecciona­dor. España se proclamó campeona 34 años después, con un fútbol de toque que enamoró al continente. ¿Alguien le pidió entonces que continuara?: «No. Él ya decía que tenía fecha de caducidad. Sabía que ya habían pensado en otra persona. De hecho, en Viena cuando ganamos la semifinal todos nos tuvimos que ir del Hotel porque no había reservas para la final. No había confianza».

Quienes sí creyeron en Luis fueron los futbolista­s. Casillas, Villa, Xavi, Torres, dedicaron palabras de elogio y admiración al selecciona­dor. «Al final se fue con la sensación del trabajo bien hecho, de haber creado un equipo que iban a ser leyendas. En el viaje de vuelta les dijo que estuvieran tranquilos, que habían formado un equipo con el que iban a ganar el Mundial y a seguir ganando».

¿Y experiment­aron en la familia Aragonés un sentimient­o de revancha, por haber logrado ese título pese a todos los ataques? «No pensamos en todo lo que había sufrido. Él mismo lo dijo: lo que me importa es la alegría que le he dado a todos los españoles. Mi padre se llevó el afecto de personas como Torres. Le intentó preparar como si fuera su nieto y siempre hablaba de Fernando hasta cuando ya estaba enfermo. O el reconocimi­ento de Xavi, que le llamaba habitualme­nte. Mi padre vivió en constante aprendizaj­e y se enriquecía con esas relaciones, con las vivencias de ellos».

«El que lo hizo lo sabe, porque además muchas personas nos escribiero­n cuando mi padre falleció y nos pidieron perdón»

«Cuando le contaba que iba a una reunión importante me decía: ¿Has cogido las pistolas? Hay que pelear como en el Oeste»

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IGNACIO GIL Luis Aragonés, manteado tras ganar con España la Eurocopa 2008
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Luis, de jugador. Ex futbolista­s del Atlético junto a la estatua de Luis en el Metropolit­ano. María José, la primogénit­a de Luis. ฀Placa de Luis en el barrio de Hortaleza
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GUILLERMO NAVARRO

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