Cahill, un mago en el banquillo
Es la primera final de Australia sin Djokovic, Nadal o Federer desde 2005, pero está el tenis en buenas manos; hay entrenadores que también se empeñan en eso. Ahí está Darren Cahill, tutor y guía de este Sinner campeón que reverdece los laureles de Italia, un Grand Slam que sumar a los cuatro Roland Garros de Nicola Pietrangeli (1959 y 1960), Adriano Panatta (1976) y Francesca Schiavone (2010) y el US Open de Flavia Pennetta (2015). El australiano sucedió en el equipo de Sinner a mitad de 2022 a Riccardo Piatti, que lo había moldeado en su juventud, y con Simone Vagnozzi, le ha supuesto el salto de calidad que lo ha impulsado hasta las estrellas.
Experto en amueblar la cabeza de sus pupilos, acumula un buen currículo de éxitos con tenistas de muy diferentes caracteres. Llevó de la mano hasta el título de US Open en 2001 y al número 1 a Lleyton Hewitt cuando este tenía 20 años. Hasta Alcaraz, suyo era este récord de precocidad. Pero Cahill no sólo atiende y entiende a los jóvenes. Devolvió a las portadas a Andre Agassi, con el liderato de la ATP con 33 años –récord de longevidad hasta Djokovic– y el último Grand Slam, Australia 2003, que sumó el estadounidense. El primero sumó Simona Halep bajo sus órdenes, en Roland Garros 2018, antes de alcanzar también el trono de la WTA.
Ahora, con Sinner, suma otra estrella al firmamento del tenis, y observa una buena perspectiva para su pupilo: «Cada vez entiende mejor el juego, conoce su cuerpo y sabe interpretar las señales. Se sabe adaptar a las situaciones y es muy maduro. Con el físico ha evolucionado mucho, es más fuerte, resistente y rápido. Siempre está sonriendo y es muy inteligente». Y manda un aviso: «Alcaraz ha sido pionero y se lo agradecemos. Lo estamos persiguiendo y lo seguiremos haciendo. Ojalá algún día seamos tan buenos como él».