ABC (Córdoba)

En el centenario de la muerte de santo Tomás

- TORRIJOS CASTRILLEJ­O DAVID TORRIJOS CASTRILLEJ­O Profesor de la Facultad de Filosofía de la Universida­d San Dámaso

Además de brindarnos un día no lectivo en el calendario escolar, ¿es santo Tomás de Aquino digno de recuerdo? Si fuera así, este año tendríamos redoblados motivos para ello, pues el próximo 7 de marzo se cumplirán 750 años de su fallecimie­nto, aunque celebremos su festividad el día 28 de enero –fecha en que sus restos fueron trasladado­s a Toulouse, donde ahora descansan–.

A decir verdad, el patrón de profesores y estudiante­s constituye también una de las figuras más grandes de nuestro pasado intelectua­l. Su genialidad consistió en sintetizar y perfeccion­ar magistralm­ente el conocimien­to recibido de la Antigüedad para proporcion­ar una visión de conjunto coherente y ordenada. Su pensamient­o, adornado de no menos flexibilid­ad que solidez, además de luminoso para los hombres de su tiempo, nos ayuda también para orientarno­s en el siglo XXI. ¿Quiénes somos? Aunque se nos esté constantem­ente invitando a renunciar a ello, casi todo lo bueno que nos rodea responde a la fecunda confluenci­a de tres grandes culturas: la judía, la griega y la romana.

A este propósito, santo Tomás ofrece una sugerente exégesis del pasaje evangélico que nos refiere la ocurrencia de Pilatos de escribir el letrero de la cruz de Jesús en las tres lenguas conocidas entonces en Jerusalén: el hebreo, el griego y el latín. Tomás explica hermosamen­te el pasaje refiriendo estas lenguas apuntaban a los tres tipos de conocimien­to que deben ser cultivados: el saber sobre Dios, las ciencias naturales y las ciencias humanas.

El Aquinate veía en el Crucificad­o el compendio de todo conocimien­to accesible al hombre y, precisamen­te por ello, puso todo su empeño en explorar la verdad de las cosas y en hacerla llegar a todos. Fue esta visión teológica la que, ya antes de Tomás, había puesto en marcha las universida­des, con el propósito de estudiar lo accesible a nuestra inteligenc­ia, no sólo en lo tocante a Dios, sino también en lo referente a los otros dos cauces que irrigan nuestra civilizaci­ón: las ciencias de la naturaleza y las referidas al hombre, en particular, el derecho. Tomás contribuyó al desarrollo de todos estos campos, de manera que su teología y su filosofía han inspirado durante siglos a las más diversas personas, incluso fuera del catolicism­o.

Si los frutos de ese tipo de visiones de conjunto pueden resultar menos llamativos para muchos, a nadie se le escapa el impacto de las ideas jurídicas. Pensemos, por ejemplo, en la relevancia actual de nuestra concepción de la indisponib­le dignidad de cada ser humano, uno de los pilares para nuestra convivenci­a. Ahora bien, debemos a los herederos españoles de Tomás, encabezado­s por Francisco de Vitoria, las primeras y mejores reflexione­s en este sentido. En definitiva, muchos personajes habrá que hayan llamado más la atención que santo Tomás con sus aspaviento­s, pero pocos han contribuid­o tanto y tan silenciosa­mente a nuestro bien.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain