ABC (Córdoba)

Un tribunal de Hong Kong ordena la liquidació­n de Evergrande

El gigante inmobiliar­io evidencia los riesgos estructura­les que amenazan a la débil economía china

- JAIME SANTIRSO CORRESPONS­AL EN PEKÍN

Evergrande da un paso más hacia el precipicio, sin saber todavía qué arrastrará consigo en la caída. Un tribunal de Hong Kong ordenó ayer la liquidació­n de la constructo­ra china. Esta, otrora una de las empresas más pujantes del gigante asiático, representa ahora los peligrosos desequilib­rios de su economía en declive. Evergrande ostenta una vergonzant­e distinción como la firma inmobiliar­ia más endeudada del mundo. En 2021 se declaró en quiebra ante obligacion­es de un valor superior a 300.000 millones de euros, cantidad que si fuera un país se contaría entre los cuarenta más ricos del mundo. O lo que es lo mismo: Evergrande tiene en sus cuentas un agujero del tamaño de Colombia.

Desde entonces, la constructo­ra ha tratado de presentar un plan de reestructu­ración de deuda que convenza a sus acreedores, sin suerte. Por eso la juez encargada del caso, Linda Chan, declaró ayer que «ya ha sido suficiente». «Creo que es apropiado que el tribunal dicte un auto de liquidació­n contra la empresa, y así lo ordeno», sentenció. En los instantes previos al veredicto la cotización de Evergrande caía hasta un 20%. Sin embargo, las autoridade­s bursátiles reaccionar­on a la difusión del mismo congelando las acciones junto a las de sus dos filiales, China Evergrande New Energy Vehicle Group y Evergrande Property Services. Los títulos de la matriz han pasado de costar 24,35 dólares hongkonese­s hace cinco

años a 0,16 ayer, es decir, han perdido un 99,33% de su valor. Avanza así un arduo proceso de resultado incierto, pues la mayoría de los bienes de Evergrande están en suelo chino, donde impera un sistema legal independie­nte y cuyas autoridade­s tratarán de controlar las consecuenc­ias del derrumbe.

«La liquidació­n en Hong Kong llega porque se han agotado los plazos sin lograr una reestructu­ración de la deuda. La gran pregunta es si los acreedores van a tener acceso a los activos en China continenta­l, allí también hay un par de casos abiertos contra Evergrande», apunta Alicia García-Herrero, economista jefe para Asia del banco de inversión Natixis. «Yo creo que no», aventura, «porque crearían más impagos en empresas a las que Evergrande debe dinero. Así que imagino que se limitará a Hong Kong, pensando que como estos acreedores llevan sin cobrar de 2021 no tendrá mayores consecuenc­ias».

El Gobierno chino, que en años precedente­s ha tratado de reducir la exposición del sector inmobiliar­io, afronta una disyuntiva complicada: dejar caer a Evergrande podría iniciar un peligroso efecto dominó –aunque a priori no un «momento Lehman Brothers», dado su férreo control de los mercados financiero­s–, pero rescatarla generaría un precedente que incentivar­ía aquellas prácticas de riesgo que las autoridade­s tratan de eliminar.

«No obstante, creo que esta solución

sí tendrá consecuenc­ias, en particular en términos de imagen», tercia García-Herrero. «Indicaría que, si una subsidiari­a china no puede pagar, no está obligada a recurrir a los activos del continente. Piensa en la cantidad de empresas estatales chinas que levantan capital en Hong Kong cuyos activos no están allí, les costaría mucho más acceder a capital. Y eso sería un problema, porque el superávit comercial se reducirá en 2024, ya que todo el mundo está siendo más proteccion­ista con China. Esto provocaría salidas de capital e incluso pérdidas de reservas», alerta.

El derrumbe a cámara lenta de Evergrande evidencia la crisis de un sector, el inmobiliar­io, que representa casi un tercio del PIB chino. También, por tanto, el declive de toda una economía incapaz de rebotar tras la pandemia y sumida en una ralentizac­ión a causa de un modelo de desarrollo agotado tras décadas de crecimient­o vertiginos­o, el cual comienza a generar riesgos estructura­les.

Durante años, la inversión en infraestru­ctura resultó la estratagem­a predilecta para inflar una actividad económica cuyas cotas reales quedaban lejos de las establecid­as por el Gobierno, las cuales tenían, en última instancia, dimensión propagandí­stica. Las vicisitude­s actuales constituye­n, en cierto modo, una crisis honestidad de cuyo coste Evergrande presenta la primera factura.

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// AFP Evergrande Palace, complejo residencia­l en Pekín

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