El pianista que dignificó la música española
Manuel Carra (1931-2024) El piano le quitó el tiempo que habría necesitado para componer. Y aún así quedan algunas obras
El relato histórico ha colocado a Manuel Carra (Málaga, 2 de abril de 1931Torrelodones, 26 de enero de 2024) en un plano auxiliar pese a su protagonismo en el proceso de dignificación de la música española que crece al margen del grisáceo y servicial ambiente de posguerra. Hay que remontarse a los años cincuenta y extrañarse ante la curiosidad intelectual de un joven pianista nacido en Málaga y cuya habilidad interpretativa le lleva a Madrid. Aquí estudia con José Cubiles, maestro legendario e intérprete intuitivo, de quien llegaría a ser adjunto y sustituto tras su jubilación. Convertido en catedrático del conservatorio madrileño instruyó a generaciones de pianistas al tiempo que crecía su carrera de intérprete, en muchos casos defendiendo el repertorio nacional y canónico.
La ‘Fantasía baetica’ de Falla fue una piedra de toque y a ella dedicó algún análisis particularmente incisivo. Aunque sus programas se movieran sin problema por el gran romanticismo y alcanzaran a la música actual. Se elogiaba la rectitud de sus interpretaciones, el vigor y el rigor filológico con el que defendió los textos y a los autores, y la capacidad para entresacar un sonido particularmente minucioso y elegante. Todavía estudiante en Madrid, sorprende ya su distinción impresionista, sin duda reafirmada durante su estancia en París junto a Lazare Lévy.
Es también en esos primeros años cuando se manifiesta una inaudita amplitud de miras. Manuel Carra estrena en España a Hindemith, algún Bártok (compositor de referencia en su memoria musical), obras de la escuela vienesa de Schoenberg. Surge entonces el grupo Nueva Música, cuyo desarrollo es anecdótico pero cuya existencia es reveladora. A la cabeza está Enrique Franco asumiendo el principio de espiritualidad derivado del último Falla, y en lo práctico un grupo de veinteañeros como Ramón Barce, Luis de Pablo y Cristóbal Halfter, que comienzan a desmembrar el discurso oficial. Manuel Carra está entre ellos. Como intérprete referencial estrena el ‘Concierto para piano’ de Halffter. Pero también se presenta como compositor, su verdadera vocación, su misión incumplida.
El piano le quitó durante años el tiempo que habría necesitado para componer. Y aún así quedan algunas obras. José Zárate ha estudiado el corpus del compositor, activo en los cincuenta (’Tres piezas para piano’, ‘Primera sonata’, ‘Sonatina’...) y repuesto con el ‘Concierto para piano y orquesta’ estrenado en 2009, cuando un grave problema en la vista terminó por hacer inviable el deseo. «Siento enormemente la cantidad de horas que he pasado frente al piano. ¿Merece la pena tanto trabajo para tan poco tiempo como dura un recital?», se preguntaba no hace mucho. Alguna respuesta dio en su discurso de ingreso en la Academia de San Fernando acerca de la interpretación musical. Otro peldaño en el legado de un extraordinario conversador y brillante dialéctico, tan capaz de diseccionar a Brahms o Boulez como de servir con sabiduría a sus inquietudes musicales.