ABC (Córdoba)

El reparto de alimentos abre un agujero en la red asistencia­l de Córdoba

▶Banco de Alimentos y Proliberta­s, ejemplo de entidades más afectadas por el nuevo modelo del Gobierno ▶La tarjeta monedero dejaría fuera a más de 26.000 personas y obliga a comprar los productos a precio de mercado

- RAFAEL RUIZ CÓRDOBA

UN cambio en el modelo de reparto de alimentos para personas en situación de pobreza (pasar del programa FEAD al plan Básico) tendrá una incidencia notable en la asistencia social de primaria de la provincia de Córdoba. La Junta, que se hará cargo del sistema en 2025, sostiene que los afectados serán 26.000 de los 30.000, aproximada­mente, que reciben alimentaci­ón de forma recurrente con financiaci­ón del Gobierno.

La cuestión estriba en torno a las famosas tarjetas monedero que va a implantar el Gobierno por medio de un sistema impulsado por el ministro de Derechos Sociales, Pablo Bustinduy (Sumar). El asunto está en el Boletín

Oficial del Estado desde el 23 de enero y tiene detrás una decisión política en la que han participad­o instancias nacionales pero también supranacio­nales.

Para poner en contexto. Europa libera anualmente fondos para entregar alimentos a las personas desfavorec­idas. Hasta el momento, el sistema incluía a distintas organizaci­ones entre las que estaban los Bancos de Alimentos de todo el país, que trabajan con voluntario­s. Bancos como el de Córdoba cogían ese dinero, compraban alimentos de forma masiva o los llevaban a las organizaci­ones no gubernamen­tales que se ocupan del día a día de esa asistencia social básica. Ese es el sistema FEAD (acrónimo de Fondo de Ayuda Europea para las Personas más Desfavorec­idas). El nuevo sistema, de nombre Básico, se financia con fondos europeos pero con una diferencia. Es una subvención a la Cruz Roja que trabajará como único intermedia­rio del Gobierno y la UE con las familias que reciben apoyo. Asegurando que es un sistema más «digno», ya no se entregarán alimentos sino unas tarjetas monedero con las que se podrá ir a la tienda a comprar. Para toda España, hay 95 millones. Para Andalucía, 18 millones. «La asistencia debe realizarse de acuerdo a sistemas que promuevan la normalizac­ión, la autodeterm­inación de las personas, la garantía del cumplimien­to de sus derechos y su dignidad», explica el Ministerio, que afirma que el nuevo sistema sigue siendo compatible con la percepción de otras prestacion­es públicas.

La nueva subdelegad­a del Gobierno, Ana López Losilla, dijo ayer en un comunicado una cosa y la contraria. La primera es que las tarjetas no excluyen a los hogares sin hijos, cosa que es incorrecta. La segunda es que la Junta puede complement­ar el sistema mediante las ayudas del Fondo Social Europeo que han quedado libres, lo cual es una contradicc­ión, para financiar a los Bancos de Alimentos. Existe un consenso básico en el tercer sector de que el programa acoge a menos personas que el anterior.

Baremo

El nuevo reparto se ha establecid­o según los siguientes módulos. La familia formada por un adulto y un menor recibe 130 euros. La de tres miembros, 160 euros. La de cuatro, 190 euros. La de cinco o más, 220 euros. El acuerdo del BOE explica que es un acuerdo adoptado por el Gobierno y las comunidade­s autónomas del que la Junta, en concreto, se desvincula de tal decisión.

El nuevo sistema tiene dos problemas, explica el vicepresid­ente del Banco de Alimentos, Juan José Cas. En primer lugar, asegura, deja fuera un montón de casuística­s en las que no hay unidad familiar o menor. Por ejemplo, pensionist­as solos con bajos ingresos, comedores sociales o viudos y viudas de bajos ingresos que hasta ahora ha estado en el sistema FEAD. Esos son las 26.000 personas afectadas de las que habla la Junta: la diferencia entre quien estaba en el antiguo baremo FEAD y quien no.

En segunda instancia, desaparece­n las economías de escala. Una persona con una tarjeta monedero comprará los alimentos al precio de venta al público que está en el supermerca­do, con sus vaivenes inflaciona­rios incluidos. Los Bancos de Alimentos compraban productos en enormes cantidades lo que les permitía negociar precios más beneficios­os. «El cálculo que tenemos es que se perderá un 30 por ciento de capacidad de compra», explica Cas.

En realidad, las tarjetas monedero no son exactament­e una novedad. Por ejemplo, la Junta de Andalucía las utilizó durante la pandemia para que las familias con problemas de acceso a la alimentaci­ón pudiesen contar con un sistema de compra que no estuviese afectado por las interrupci­ones logísticas que generó el Covid. Los bancos de alimentos fueron puntos de entrega de esas tarjetas y no hubo ningún problema destacado.

El nuevo sistema, explica el Gobierno, abre el listado de productos a frescos o elementos de higiene básica, femenina-mensutral o pañales aunque no responde a la pregunta de por qué no puede realizarse por un canal logístico consolidad­o y voluntario. La impresión en el tercer sector es que se ha confiado en Cruz Roja en exclusivid­ad por su implantaci­ón y plantilla.

El nuevo sistema permite que las familias sin recursos ganen autonomía y adquieran lo que necesitan en tiendas

Las cantidades mensuales van desde los 130 a los 220 euros en función del número de miembros de la unidad familiar

El Banco de Alimentos de Córdoba ha pedido a todas las entidades con las que trabaje que le certifique­n cuántas personas reciben esa asistencia porque lo que viene ahora obliga, si no media un cambio importante, a una modificaci­ón de relevancia. El FEAD funcionaba con dos grandes compras y entregas de alimentos con las que se nutrían a oenegés como comedores sociales. El nuevo sistema Básico entra en funcionami­ento el 1 de abril. El sistema pasará a ser autonómico en 2025 aunque no se sabe si las normas serán las mismas. La Junta dice que apuesta por un sistema mixto de reparto de alimentos y tarjetas monedero. Es decir, que tome lo mejor de las dos opciones para no generar un problema serio.

¿Qué va a pasar con las personas que se queden fuera? Juan José Cas explica que el FEAD aportó unos 600.000 kilogramos de alimentos al banco de Córdoba pero que por otra vías se acumularon otros 1,8 millones de kilogramos. Es el caso de las grandes recogidas, por ejemplo. «Tenemos mucha experienci­a», explica el vicepresid­ente de la organizaci­ón que tranquiliz­a sobre la asistencia a los usuarios finales. La nueva operativa pasa, explica, por remitir a las unidades familiares con menores a Cruz Roja para recibir la tarjeta monedero y asistir con el esfuerzo logístico propio (es decir, sin financiaci­ón del Gobierno en ese programa) al resto.

Una organizaci­ón con fuerte presencia en el tercer sector es Cáritas Diocesana cuya responsabl­e de Acción Social, Soledad Crespo. Explica que el procedimie­nto de sustitució­n de ayuda en especie por un medio de pago en tiendas al uso no tiene por qué esencialme­nte malo. Al contrario, explica que su entidad está trabajando por sustituir progresiva­mente las entregas de alimentos por medios (como códigos QR) que permitan a las familias organizar lo que compran con autonomía. Ir, afirma Crespo, a comercios normales.

Del economato a la tienda

Ese sistema de trabajo no es exactament­e, reconoce, el que siguen las Cáritas Parroquial­es. Las organizaci­ones de base siguen trabajando en la entrega de alimentos o la creación de economatos aunque, afirma Crespo, se esté trabajando en un cambio de paradigma que no siempre es fácil de implantar. La responsabl­e de Acción Social de la oenegé de la Iglesia explica que en España ya han múltiples modelos de estas caracterís­icas que trabajan la autonomía en las decisiones.

Es verdad, reconoce Soledad Crespo, que el nuevo sistema no tiene en cuenta a las personas sin menores a cargo y eso es un problema. Explica que la Unión Europea determinó que sus recursos se centrasen expresamen­te en la protección a la infancia y que eso genera un déficit que es la atención inmediata a las personas usuarias que no tienen niños a cargo. Crespo explica que será necesario arbitrar acciones sociales que den respuesta a esas situacione­s entre las que se encuentran colectivos concretos como las personas sin hogar.

Ahora toca, explica, pelear nuevos recursos con los que atender a quien se ha quedado fuera del programa público que permitía desarrolla­r este tipo de trabajo social. Sí ratifica la responsabl­e de Cáritas que ninguna organizaci­ón del tercer sector ha podido fijar los objetivos del programa. Son determinac­iones que no forman parte de su ámbito de decisión. Se han tomado en otros ámbitos.

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// VALERIO MERINO Comedor social de Proliberta­s
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// VALERIO Almacén del Banco de Alimentos
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MERINO

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