La guerra de Gaza y el marco colonial
¿Por qué es tan irresponsable banalizar el crimen de genocidio?
Los museos de España no son los únicos asediados por esa obsesión descolonizadora tan ‘woke’ y tan indulgente con el llamado Sur Global, ese neologismo cada vez más difícil de ignorar en sus múltiples definiciones con un denominador común marxista: desde países económicamente desfavorecidos y víctimas ‘for ever’ del colonialismo; hasta espacios y pueblos afectados negativamente por la globalización; pasando por un sujeto político transnacional que resulta de una experiencia compartida de subyugación.
La tragedia de Ucrania ya colocó de perfil a muchos de estos gobiernos, como el de Sudáfrica, que se creen infalibles por haber sufrido mucho en el pasado. Desde hace tres años ha quedado meridianamente claro el esfuerzo en curso por promover un orden internacional alternativo, menos occidental y muy ignorante del sistema de reglas y valores construido desde 1945 para regocijo de siniestros autócratas. El problema es que tantísimo resentimiento poscolonial solamente plantea un mundo feliz para la Rusia de Putin, la China de Xi Jinping y los ayatolás de Irán.
La guerra de Israel contra Hamás ha multiplicado toda esa narrativa del marco colonial hasta niveles delirantes. Ha resultado asombrosamente fácil distorsionar la compleja historia iniciada con la partición de Palestina en noviembre de 1947 y fomentar la caricatura de palestinos colonizados e israelíes colonizadores con la complicidad del Norte Global, que tanto desprecia a las personas de piel oscura.
Además de acusar a Israel de ‘neocolonial’ también se ha llevado hasta la Corte Internacional de Justicia el cargo de genocidio, conectando de manera insidiosa a los judíos con los europeos que les asesinaron por millones. En sus medidas cautelares, el máximo tribunal de Naciones Unidas no ha llegado a ordenar un inmediato cese de las hostilidades en Gaza. De tanto politizar algo gravísimo como el genocidio, se están banalizando los crímenes contra la humanidad y los crímenes de guerra. Parece que el genocidio se ha convertido en el premio gordo y los otros crímenes, pese a poder ser tan graves y atroces, han quedado relegados a la pedrea neocolonial.