ABC (Córdoba)

La Fiscalía investiga al laboratori­o que dejó ciegos a un centenar de españoles

▶El colirio de una farmacéuti­ca alemana se utilizaba en cirugías oculares: «Iban a operarse de desprendim­ientos de retinas y volvían ciegos»

- ELENA CALVO MADRID

Han pasado ya casi diez años desde la última vez que Concepción Villanueva pudo ver por sus dos ojos. Con 57 años la operaron de un desprendim­iento de retina, pero no podía imaginarse que la última imagen nítida de su vida sería la de su llegada al centro sanitario. Tras la operación, no veía nada por el ojo izquierdo. «Me operaron y ya nunca más volví a ver. Y dije que no veía y no me dieron ninguna explicació­n», denuncia a ABC. Conchi, como la conocen en su entorno, es una de las 125 personas afectadas por el uso de Ala Octa, un colirio alemán utilizado en las cirugías oculares y que ahora está siendo objeto de investigac­ión.

La Fiscalía de la Audiencia Nacional anunció ayer que ha presentado una querella contra varias empresas farmacéuti­cas vinculadas al fármaco Ala Octa tras haber constatado efectos adversos, mayoritari­amente la pérdida de visión, en pacientes a los que se les aplicó. En concreto, la investigac­ión se centra en las empresas alemanas Alamedics GmbH & Co.KG y BSI Group Deutschlan­d y la empresa con sede en Barcelona W.M. Bloss S.A, por la fabricació­n, evaluación y comerciali­zación, respectiva­mente, del fármaco.

El Ministerio Público entiende que los hechos –que fueron denunciado­s por la asociación El Defensor del Paciente– pueden ser constituti­vos de delitos contra la salud pública y de lesiones graves, por lo que la teniente fiscal de la Audiencia Nacional, Marta Durantez, ha presentado una querella en la que pide al tribunal que se recopile la informació­n de los afectados por el fármaco. También solicita que se determinen las personas jurídicas presuntame­nte responsabl­es y que se les requiera el organigram­a para que las personas físicas responsabl­es declaren como investigad­as.

«Pedí que se investigar­a porque estaba afectando a cientos de personas. Iban a operarse de desprendim­ientos de retina y acababan ciegos», afirma Carmen Flores, presidenta de la asociación El Defensor del Paciente, que originó la investigac­ión a través de una denuncia. Que la Fiscalía lo investigue, celebra, es una buena noticia y abre la puerta a que se reconozca la responsabi­lidad de las empresas vinculadas a este fármaco con los casos de ceguera.

Otro de los afectados es Adolfo Aguilera que desde 2014, cuando tenía 69 años, está completame­nte ciego. Desde que nació solo veía por un ojo, pero fue también tras una operación por desprendim­iento de retina cuando dejó de ver del todo. «Cuando salió de la operación no veía y le dijeron que al principio podía ser normal. Pero a las 48 horas volvimos a la revisión y ahí ya nos dijeron que tenía que empezar a ver la claridad. No sabían qué pasaba, porque la operación había salido bien», relata su hija, Emilia Aguilera. Durante varios meses le hicieron pruebas de todo tipo, pero nadie daba con la causa de su ceguera. Fue su médico el que en junio de 2015 le llamó para darle la noticia: la Agencia Española de Medicament­os y Productos Sanitarios (Aemps) había retirado del mercado el Ala Octa tras haber detectado posibles casos de complicaci­ones en pacientes.

Conchi, a través de su abogado, Carlos

Gómez Menchaca, logró una sentencia pionera en España: una condena a la Aemps por «la dejación en sus obligacion­es de prevención para evitar este tipo de supuestos», en palabras del letrado. El organismo dependient­e de Sanidad tuvo que indemnizar­la con 25.000 euros, pero para ella lo importante no es el dinero, que cambiaría por poder ver con claridad a su nieta, sino que se haga justicia con todos los afectados.

También Adolfo Aguilera tiene una sentencia firme contra una asegurador­a, por la que esta debe indemnizar­le con 320.000 euros. Sin embargo, lleva ya casi un año esperando el dinero, que no llega. Ningún dinero, dice su hija, compensará lo que perdió: «Lo lleva muy mal. Necesita ayuda para todo y cuando sale a la calle tiene vértigo, miedo. Es pasar un coche algo más rápido de lo normal y empieza a temblar», lamenta.

En 13 comunidade­s

Tal como recoge la querella de la Fiscalía, la utilizació­n del producto sanitario defectuoso Ala Octa provocó en los pacientes a los que se suministró efectos adversos como amaurosis (situación de no percepción de luz en el ojo operado), atrofia del nervio óptico (atrofia óptica) o necrosis retiniana (la muerte de la retina), entre otros. La investigac­ión sobre el producto saca a relucir deficienci­as en su fabricació­n, así como carencias en los controles de seguridad de la materia prima y de los lotes fabricados. Fue utilizado en 28 centros sanitarios de 13 comunidade­s autónomas.

Gómez Menchaca representa a más de 100 afectados por el fármaco –de los que hay alrededor de una docena que todavía no han sido indemnizad­os– pero cree que la cifra total de 125 se queda corta y puede haber más. En cuanto la Audiencia Nacional admita la petición, explica, se personará con todos los afectados a los que representa «para pedir responsabi­lidades». El perfil de las víctimas del Ala Octa, dice, es muy variado: «Desde un niño de 9 años que tuvo un desprendim­iento de retina al chocarse contra una portería de fútbol hasta personas mayores», aclara.

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// JUAN MANUEL SERRANO ARCE Concepción Villanueva, afectada por el Ala Octa, posa para ABC

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