De la escuela de Gijón
Ramón Prendes (1951-2024) Uno de los representantes de la figuración neometafísica asturiana, pintó obsesivamente el mar de su tierra, en clave silenciosa, melancólica y enigmática
Dando noticia de la muerte en Gijón, el 2 de enero, de Ramón Prendes, el diario ovetense ‘La Nueva España’ lo definía como miembro de la generación Cornión. En clave nacional, hay que explicar la referencia, que trata de encuadrar al pintor desaparecido en una Escuela de Gijón que hasta este mismo año ha tenido su espacio común en Cornión, la librería-galería (a partir de 2018, sólo lo segundo) de Amador Fernández, que la fundó en 1981, y que en 2022 tiró la toalla, para desolación de los amateurs, y sobre todo de los artistas a los que pastoreaba con tanto tino como bonhomía. Artistas entre los que además de séniors como Amador, Rubio Camín o Antonio Suárez, figuraba la flor y nata del arte actual del Principado: entre otros, Melquiades Álvarez, Reyes Díaz, Luis Fega, Miguel Galano, Ramón Isidoro, Josefina Junco, Pablo Maojo, Pelayo Ortega, Rodolfo Pico, Javier del Río o Javier Victorero.
Hijo de un médico, Prendes inicialmente se orientó hacia la arquitectura, carrera que empezó en la Sevilla de 1968. Pronto descubriría que su auténtica vocación era la pintura, que practicaría en un lugar con mucho sabor, la mansión que en el barrio del Bibio había construido para sí mismo, en 1920, el gran arquitecto Manuel del Busto, abuelo de Paloma, la mujer de Prendes, fallecida en 2003.
’Junto al mar’ se tituló una de sus individuales en Cornión, la de 2017, y ciertamente en la obra de este aficionado a llenar su casa de cantos rodados, caracolas y otras menudencias playeras, comparecen la costa asturiana, acantilados, rompeolas, casas solitarias frente al Cantábrico, torres inquietantes (alguna, en cerámica), islotes, grutas, veleros, nubes, gaviotas: un mundo de enigmas cotidianos, en una onda metafísica. A la hora de explicar su poética, Prendes, en el catálogo de su individual de 2007 en Cornión, tiraba de algunos de sus autores favoritos: Pessoa, Heidegger, Beckett, Lao-Tse, el Tanizaki de ‘Elogio de la sombra’… En 2003, fue uno de los elegidos por Ángel Antonio Rodríguez para su colectiva ‘Habitar la pintura: Seis miradas desde Gijón’, celebrada en el Antiguo Instituto, y cuyo catálogo es una caja conteniendo una monografía por seleccionado. Uno de los hijos de Ramón, Esteban, también es pintor, y expositor en la sala hoy clausurada. Padre e hijo realizaron dos muestras conjuntas en la Fundación Evaristo Valle (2010) y el Museo Barjola (2014), inspiradas ambas en estancias a orillas del Ganges, río que ha contado mucho en sus vidas.
La desaparición de Prendes, con obra en el Jovellanos y en el de Bellas Artes de Oviedo, se viene a sumar a la de los citados Javier del Río (1952-2004), su cuñado, que ha sido objeto de un monumental Catálogo Razonado, y Rodolfo Pico (1953-2017), recientemente homenajeado en el Antiguo Instituto, de la mano de Pelayo Ortega, que es quien nos ha informado de esta nueva baja en la tropa de Cornión.