ABC (Córdoba)

Playas, tortugas y tablas de surf

«Después fue muy bonito, pero me partí dos costillas», cuenta el actor sobre ese viaje que prefiere olvidar. Silva está en la cresta de la ola con una nominación a los Goya y varios estrenos

- PEP GORGORI

Hugo Silva destripa de entrada el final de la historia y, aun así, dan muchas ganas de saber qué sucedió. Su primera frase podría ser perfectame­nte un microrrela­to: «Después fue un viaje muy bonito, pero me partí dos costillas». Así empieza la narración de su peor viaje (o, al menos, su peor momento en un viaje). Fue en Cabo Verde, con su pareja. «Acabábamos de empezar», encima.

La verdad es que el itinerario que se habían organizado suena a planazo de los buenos, de isla en isla y de playa en playa. Incluso con algo de activismo medioambie­ntal: en Boa Vista quedaron con la directora de Cabo Verde Natura 2000, una ONG que trabaja para la preservaci­ón de las tortugas. No es que fuera parte del plan, pero la entidad estaba esos días en «una playa perdida, a la que se llegaba por un camino de piedras, con un todoterren­o». Un lujazo. La observació­n de las tortugas tiene que hacerse de noche, y llegaron al paraíso por la mañana: «Teníamos todo el día por delante». «Resulta que todos los chavales que había por ahí trabajando para la ONG eran surferos», y aprovechab­an las horas muertas para pasarlo en grande con «unas olas perfectas». Ahí viene el giro de guion: «Yo había alquilado una tabla, y me metí».

Estuvo un buen rato disfrutand­o de una playa que, en la jerga surfera que domina el actor, «tenía una ola que cerraba en seguida, que rompía muy fuerte». Aun sin entender exactament­e qué quiere decir eso, lo que sigue es más que comprensib­le, incluso fácil de prever: «En una de estas me puse de pie y una ola rompió en mi espalda. Fue como si chocara con una pared. Cuando volví a la tabla e intenté remar, noté que algo crujía en mis costillas». Porque claro, las fotos de surfistas son magníficas, pero el agua pesa y, según cómo te dé, puede ser muy, pero que muy dura.

Ahí empezó la peor parte: «Salí y le dije a mi chica que me parecía que me había hecho bastante daño. Me dijo que me pusiera a caminar para no enfriarme, pero el dolor era cada vez más intenso». No podían marcharse, porque no había manera de hacerlo sin el resto del grupo. Había que esperar para ver las tortugas. Estos animales, a su paso, con calma, aguardan a que llegue la noche para desovar en la arena. Entonces, «los miembros de la ONG llevaban los huevos a una zona más segura para que las futuras generacion­es también desovaran en un lugar más adecuado, en un sitio protegido». Precioso, pero claro, con el costillar machacado… «A mí no me gusta montar ‘show’, pero a veces nos hacían agacharnos y sentía un dolor...».

Cuando los quelonios terminaron su proceso, fue por fin el momento de regresar, pero… ¿habíamos hablado de un camino de piedras que se recorría en todoterren­o? Pues era el mismo a la ida que a la vuelta. «Cada bache era como si me dieran un palo en las costillas. Creo que ese viaje de vuelta ha sido el más doloroso que he tenido en mi vida». Al cabo de dos días pudieron ir al hospital, para que le confirmase­n lo que ya intuía: dos costillas rotas.

La parte buena es que la lesión, en el fondo, «hizo que el viaje cambiara, que no fuera tan activo, que pasáramos más tiempo hablando, riéndonos…». Aquí se detiene un momento, para corregirse: «Bueno, aunque me dolía al reír». De eso ya han pasado algunos años, Silva se ha roto algunas costillas más, todas se han soldado correctame­nte y ahora afronta unas semanas intensas. Está nominado a los Goya por su participac­ión en ‘Un amor’ de Isabel Coixet. La semana pasada estrenó ‘Faro’, una la historia de «un padre que sufre la pérdida de su mujer, con una hija que está en una depresión, y este es el punto de partida de una historia de terror». El 14 de febrero lo veremos en otro registro, en la comedia romántica ‘Buscando a Coque’.

En breve, estrena ‘Marbella’, una serie de Movistar sobre las mafias establecid­as en esa localidad. Le pregunto qué papel hará y, como titubea, le pido que me diga al menos si está en el bando de los buenos o el de los malos. «Soy el abogado de los malos», me dice. Sobre el momento profesiona­l que vive, admite haber pasado por «nervios, sorpresa…», pero lo que ahora predomina es «un sentimient­o de una gran gratitud» por todas las personas que lo han apoyado a lo largo de su carrera.

Silva no podía marcharse de la playa en la que había surfeado, a pesar de tener las costillas machacadas. Había que esperar al grupo para ver las tortugas

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// EFE Silva en la presentaci­ón la semana pasada de ‘Faro’

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