Poeta, galerista, eminencia gris
Antonio Leyva (1934-2024)
Por Tomás Paredes, tan pendiente de la memoria de nuestra modernidad, me entero de la muerte, el 30 de enero, y en su Madrid natal, de Antonio Leyva, poeta, editor, galerista, crítico de arte… Sus primeros pasos los dio, siendo todavía estudiante de Bachillerato, en Guadalajara, donde con José Antonio Suárez de Puga fundó dos revistas sucesivas, ‘La Voz del Novel’, y ‘Trilce’, la segunda obviamente en memoria de César Vallejo. Su primer poemario, ‘El hombre solo’ (1953), ilustrado por la postista María Luisa Madrilley, apareció ahí, en la colección aneja a ‘Doña Endrina’, la diminuta revista de Antonio Fernández Molina. Además de en ‘Doña Endrina’ (donde su poema ‘Pensando en tiempo esta vida tonta’ empieza así: «Hoy aún es pronto para decirlo todo, / es mejor no levantar un gritando / y seguir la fiesta de asfalto a hurtadillas / sin un reloj poblado de pájaros / que anuncie el tiempo de los partos conclusos») colaboró en otras dos revistas de la cola del postismo, ‘Deucalión’, y ‘El Pájaro de Paja’, donde salió su preciosa composición ‘Atracciones’, a incluir entre lo mejor del cancionero de la verbena madrileña.
Eminencia gris de una cierta cultura madrileña fifties, Leyva se movió en aguas del PCE, tal como lo registra Felipe Nieto en su imprescindible monografía sobre el Semprún activista y sus redes, en la que sale obviamente ‘Acento Cultural’,
revista del SEU a cuya redacción perteneció el poeta, que a comienzos de los sesenta publicaría, en su bella colección ‘Trilce’ (nuevamente), maquetada por Manuel Calvo, poemarios de Luis Álvarez Lencero, Salvador Díaz-Magro, María Jesús Echevarría y Francisco Mateos.
Afín a Estampa Popular, socio del Club de Amigos de la Unesco y cofundador de la Librería Antonio Machado, además de publicar ‘Signos y contraseñas’ (1986) y ‘Tratado de la inocencia’ (1991), y de figurar, en 1978, en la antología española de ‘Akzente’, se centró en el galerismo y la crítica de arte. Su principal creación fue Orfila, galería fundada en 1973, en la calle de mismo nombre, con otro singular, el poeta-cineasta comunista Julián Marcos. Participó además en la efímera aventura de Duris de Samos, y fundó, con Viola, la escurialense ‘La Casa de la Reina’, y con Javier Villán la revista ‘Crónica 3’.
En Orfila, Leyva expuso a amigos de su juventud como
Manuel Avedán, Julio Castro de la Gándara, José Fernández Arroyo, Fernández Molina, Antonio Granados Valdés, Guijarro, Laxeiro, Mateos, Jesús Núñez o Zamorano, así como a otros nuevos, como Javier Aleixandre, Ángel Aragonés, Ángel Busca, los argentinos Ricardo Carpani e Ignacio Colombres, Julián Casado, Ginés Cervantes, Abel Cuerda, Carlota Cuesta, Mercedes GómezPablos,
Beatriz Guttmann, Labad, François Maréchal, Alejandro Mieres, Antonia Payero, Vicente Verdú en su faceta de pintor, o Rosanna Zaera. Hoy dirigida por su hijo, el también poeta Antonio Leyva Sanjuán, en ella presentó hace poco un volumen memorialístico, Maqama para despertar al gallo del viento.