ABC (Córdoba)

Scorsese: «Ha habido momentos en que nadie me cogía el teléfono»

▶Nominado a su décimo Oscar, el cineasta aseguró que no mide «la vida en años sino en películas»

- LUCÍA CABANELAS MADRID

Martin Scorsese (Queens, 1942) entró ayer en la Academia de Cine, todos, cineastas, actores y hasta la Reina Letizia, se pusieron en pie. «Lo siento porque mi español es muy malo, peor que mi inglés y definitiva­mente peor que mi italiano», bromeó el cineasta. De Roma llegó a Madrid el director de ‘Uno de los nuestros’, escoltado por Rodrigo Cortés, su socio en el cine y su anfitrión durante su visita a la capital de España. «Intento mirar hacia adelante, no hacia atrás», respondió Scorsese cuando el director de ‘Luces rojas’ le preguntó por su filmografí­a. Dudó –«no sé cuántas van, sinceramen­te»– , pero al final dijo: «Sí, 27 películas». Pero qué películas: ‘Malas calles’, ‘Casino’, Taxi driver’, ‘Toro salvaje’, ‘La edad de la inocencia’...

Scorsese ha sobrevivid­o a las drogas, a su pasado callejero y al ocaso, por motivos físicos y mentales, del Nuevo Hollywood. Mientras otros directores de su generación ya han colgado las claquetas o han dejado atrás hace mucho su mejor momento, el paso del tiempo ha inyectado ímpetu al ganador del Oscar, la Palma de Cannes y el León de Venecia. El director, que no mide «la vida en años sino en películas», sigue arriesgand­o con la energía de un niño, uno que se debatió entre ser monaguillo o gángster y al que el cine le salvó la vida. «Nos hemos acostumbra­do al movimiento con CGI. Si las imágenes no significan nada, tendremos que reinventar las imágenes. Vamos a romperlo todo y simplement­e quedarnos a ver qué pasa. Y no imitar. Trato de volver a pensar y sentir algo distinto, no interferir para demostrar que puedo hacer pirotécnic­a con el sonido y la cámara. Ya no necesito pirotecnia en mi cine», reconoció en la Academia de Cine, que de efectos especiales, a juzgar por el rejuveneci­miento de Robert de Niro en ‘El irlandés, sabe un rato.

Scorsese se entregó al cine gracias a las películas del Oeste en blanco y negro de su infancia, refugio para la imaginació­n coartada por el asma que le impedía vivir como lo hacían el resto de críos. A sus 81 años debuta en el wéstern con ‘Los asesinos de la luna’, ya disponible en Apple TV+, donde reúne a Robert de Niro y Leonardo DiCaprio, los dos actores más importante­s de su carrera. «Siempre dejo que mis actores se salgan del guión, que hagan lo que quieran aunque no lo vaya a usar. Y se lo digo. Y luego lo uso igualmente, ya en montaje. Si contamos con el ángulo perfecto y el tono adecuado, la escena la vamos a sacar adelante», explicó el director de ‘Malas calles’. La confianza, claro, tuvo que ganársela primero. «Ha habido momentos en que nadie me cogía el teléfono», contó como si alguien fuera a creérselo.

Martin Scorsese habla como dirige, atropellad­o pero siempre con sentido. Lo primero que hizo al llegar a la Academia de Cine fue hacer una visera con una mano, mirando al horizonte que aprendió a colocar gracias a John Ford. No vio ni la silueta de Monument Valley ni la de los rascacielo­s de Nuevo York, sino una sala llena de académicos que se revolvían emocionado­s en las butacas. Rodrigo Cortés, que quiso ser director cuando vio ‘El color del dinero’, aprovechó que ahora el de Queens produce su última película, ‘Escape’, para sacarle algunos trucos al maestro, al que se refirió como un «viejo mago». El cine es una historia de amor en bucle.

Enamorado del montaje

Virtuoso del cine, el director de ‘Taxi driver’ no ahondó en el código moral de sus protagonis­tas, repleta su filmografí­a de perdedores, mafiosos y violencia. Aprovechó la ocasión, sin embargo, para ofrecer una clase magistral, y humilde desde su butaca miró a Cortés, luego al público y soltó una retahíla de anécdotas sobre detalles técnicos. Confesó que echaba de menos los títulos de crédito y se declaró amante del montaje, del que está «obsesionad­o» desde los 20 años. «Del montaje soviético, las tomas largas de Max Ophüls, el montaje de Jean Renoir, o la superposic­ión de imágenes que se dio en la ola del cine de vanguardia en Nueva York. Era un ambiente obrero, que es de donde vengo yo. Durante años me fascinaron los fundidos, hasta que leí a Otto Preminger diciendo que los odiaba», le dijo a Cortés.

Sin embargo, reconoció Scorsese que todavía hay cosas que se le atragantan: «Lo más difícil para mí es la trama, la historia. ¿Por qué el público tiene que saber todo? No puedo llevar el hilo de una trama, todavía no sé qué pasaba en ‘Infiltrado­s’, y el guionista tampoco», bromeó, sujetando las manos entre las rodillas, como un niño después de una diablura. «Mi cine se ha convertido en un ejercicio de estructura, y todo eso está en ‘El irlandés’, donde la segmentaci­ón nos lleva hasta la determinac­ión final, la redención que el protagonis­ta intenta encontrar (...) Siempre he admirado lo que hace Brian de Palma en ‘Los intocables’, pero no podría encajarlo en mi cine», admitió, humilde.

Aunque no habló de cine de superhéroe­s, que calificó como un parque temático en el pasado, aprovechó para cargar, a medias eso sí, las tintas contra el cine actual. «Para mí empezar una película es muy importante. Los estudios hoy están un poco obsoletos (...) No entiendo que se deje a la gente ante escenas poco importante­s para la trama. Empieza la maldita película de una vez. Los logos antiguos y el sonido ayudaban al proyeccion­ista, también para que la gente se fuera sentando, pero se puede modernizar, como en ‘Los asesinos de la luna’. ‘Infiltrado­s’, que simboliza cómo la rabia afecta a mi proceso creativo, arranca con metraje de noticias, de violencia racista. Y, a partir de ahí, la locura», contó.

Ni siquiera Martin Scorsese es inmune a la nostalgia. «Me gusta el viejo Hollywood, el viejo cine. Todo eso se ha ido», apuntó el cineasta, que no auguró el futuro del séptimo arte.

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// ABC Martín Scorsese y Rodrigo Cortés, en la Academia de Cine

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