Lo ‘woke’ es de derechas
Algo tan reaccionario, tribalista y dogmático, dicen, no puede ser izquierda verdadera
HACE poco, los editores de Roald Dahl decidían acometer una revisión moralista de su obra para hacer sus relatos más inclusivos y evitar ofensas. La indignación global obligó a la editorial Puffin a rectificar, anunciando que mantendría los textos originales y que, simplemente, publicaría también versiones adaptadas para quien las prefiriese. Madres hipermotivadas, imagino, activistas de lo suyo: veganas muy feministas con hijos criados sin género asignado en colegios Montessori. Algunos optimistas lo celebraban como signo de decadencia de la ideología ‘woke’. Yo, que con lo ‘woke’ soy tan prudente como con Sánchez (y con Sánchez tanto como con el malo de las pelis de terror de serie B, que siempre se levanta cuando lo has dado por muerto para darte un último susto) pensé que no.
Recientemente predecían que, ahora sí, era el fin. Cuando dos de las presidentas de las universidades más importantes de EE.UU., que comparecieron ante la Comisión Educativa del Capitolio, dimitían por su inefable postura ante el antisemitismo en los campus. «Esta es la buena», decían. Yo seguía sin verlo claro. Ni siquiera estaban dimitiendo por sus palabras, sino por la presión ante la retirada de donaciones (una) y las acusaciones por plagio (la otra). La ideología ‘woke’ y las políticas DEI continuaban instaladas cómodamente en la academia, las instituciones, la empresa y los medios. Falsa alarma.
Pero ahora, estoy convencida, sí estamos ante el inicio del fin. He interceptado, como emitida desde otro mundo, la señal inapelable de que lo ‘woke’ agoniza: ante el desafecto creciente, se formula la teoría que apunta a que es de derechas. Que algo tan reaccionario, tribalista y dogmático, dicen, no puede ser izquierda verdadera (proba, igualitaria, ilustrada). Por lo que solo puede ser derecha (retrógrada, clasista, intolerante). Y, de no ser derecha, beneficia a la derecha. Así que es derecha. Palabra de filósofa socialista.
Que ya no sea algo de izquierdas solo puede significar que ha fallado. Caput. En caso contrario, seguiría siendo de izquierdas y la derecha lo estaría atacando injustamente por lo de siempre, porque se revuelve como gato cabreado contra todo lo que signifique un avance para la sociedad y un retroceso para sus privilegios.
Así, crece la hostilidad por las tropelías y abusos cometidos en nombre de una supuesta justicia social reparadora (una que se sustenta sobre la ideación de estructuras de poder, conscientes y programadas, que dividen la sociedad en oprimidos y opresores) y algunos de los militantes, entusiastas hasta ayer mismo, se baten en retirada mientras sofistican la explicación que les exculpa. Que ellos no querían (pobrecitos), que lo hicieron con la mejor de sus intenciones (¿cuál, si no?), que la derecha lo ha instrumentalizado (mala, caca). La ultraderecha ha creado el monstruo ‘woke’ para desacreditar a las izquierdas. ‘Game over’. De apretar un poco, hasta jurarán que nunca ocurrió, que ellos no vieron nada.